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Reportaje:El poeta de Piamonte

Cesare Pavese, el solitario de las colinas

El centenario del escritor revela la permanente actualidad de su literatura

José Andrés Rojo

En una carta que Italo Calvino le envió al crítico Geno Pampaloni en 1951 le decía: "No has tomado bastantes precauciones contra la infección de uno de los males más tristes y comunes de nuestra época: el anticomunismo". Le hacía algunas consideraciones sobre sus comentarios, poco favorables, a la edición de la poesía de Cesare Pavese, y le advertía que no esperara encontrar en su diario, que no había aparecido aún, muchos comentarios políticos: "Pavese quería darnos con su diario un testimonio del antiguo lado trágico de la vida humana del cual nadie escapa", comentaba Calvino.

¿Qué queda del gran escritor italiano cien años después de su nacimiento? ¿Siguen pesando prejuicios anticomunistas a la hora de leerlo o con el tiempo se ha impuesto su finura para contar con verdadera maestría las turbulencias de hombres y mujeres? El episodio que con más fuerza marca la trayectoria de Pavese es su suicidio. Alquiló una habitación en el hotel Roma de Turín y se tomó el contenido de unos veinte sobres de los somníferos que utilizaba para combatir el insomnio. El 27 de agosto de 1950 descubrieron su cuerpo sin vida y una nota en el ejemplar de Diálogos con Leucò que tenía en la mesa de noche: "Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿De acuerdo? No chismorreen demasiado".

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¿Y después?

¿Sus ideas políticas, su inmensa obra literaria, un montón de cotilleos? ¿Qué ha quedado de Pavese? Nació el 9 de septiembre de 1908 en una pequeña localidad del Piamonte, Santo Stefano Belbo, y su obra está llena de los paisajes de su infancia, pero también palpita en toda ella Turín, la ciudad en la que creció, en la que se licenció en Literatura, en la que fue detenido por su complicidad con los comunistas, en la que trabajó durante largos años en la editorial Einaudi (junto a Natalia Ginzburg e Italo Calvino), en la que se quitó la vida. Los soportales de la zona antigua, los barrios obreros, los cafés y restaurantes, la vida de sus calles, el río Po, y las colinas próximas a la ciudad, a la que tantas veces se dirigen sus personajes en busca de consuelo, de diversión, de compañía, de paz interior, de júbilo.

La Fundación Cesare Pavese y el Premio Grinzane Cavour, con el apoyo de la Región del Piamonte, presentaron antes de verano un extenso programa para celebrar la efeméride y así recuperar la voz del gran escritor: seminarios, exposiciones, obras teatrales, ciclos de cine, conciertos, algún premio. Se celebrarán en Turín y Roma, y en distintos lugares del Piamonte, pero también en París y San Petersburgo, y en la Feria del Libro de Guadalajara, en México. El nombre de Pavese, en su país natal, estará ahí todo el tiempo (durante este fin de semana, por ejemplo, varios actos del Festival de Literatura de Mantova lo han recordado). En España, Lumen inicia una biblioteca dedicada al escritor italiano con la publicación de La literatura norteamericana y otros

ensayos, y Entre mujeres solas, y en ella aparecerá Fuego grande, la única novela que sigue inédita en nuestro país, y que escribió a cuatro manos con Bianca Garufi. Pre-Textos, por su parte, reedita La luna y las hogueras, y más adelante ofrecerá nuevas traducciones de Tierra adentro y de Antes de que cante el gallo.

Hay todo el rato en la obra de Pavese la melodía de las cosas cercanas que afectan a hombres y mujeres de la manera más radical. La propia soledad, en primer lugar. Pero también la familia, el descubrimiento del amor y del sexo, la mala suerte, la amistad, el atractivo de lo desconocido y, claro, la muerte. Cuando definía cómo era su obra, comentaba que su ambición era la de fundir dos actitudes que en principio son opuestas: la de sumergirse en el mundo próximo ("mirada abierta a la realidad inmediata, cotidiana, rugosa") y la de mantener al mismo tiempo un distanciamiento contemplativo y formal ("recato profesional, artesano, humanista"). Así que contaba cosas que pasaban en Turín, pero que siguen ahí, agarrando las entrañas de todos. "¿Por qué, si alguien puede, no debería pararse en el camino y disfrutar del día? ¿Es necesario siempre haber padecido y salir de un agujero?", le pregunta Morelli a Clelia en Entre

mujeres solas.

Desde 1930, cuando lee su tesis sobre Walt Whitman, hasta 1950, cuando se suicida en Turín, esos 20 años cubren la vida literaria de Pavese, y son años, hasta su derrota en 1945, en que reina el fascismo en Italia. Es imposible acercarse a su obra sin tener en cuenta que se realiza en ese clima de "miedo al porvenir", de desorden y violencia, de permanente inquietud y prepotencia y verborrea grandilocuente. Es la literatura norteamericana (Melville, Sherwood Anderson, Edgar Lee Masters, Sinclair Lewis...) la que le permite, en primer lugar, vislumbrar "un orden nuevo", otra manera de ver las cosas, un soplo de frescura. Para salir de esa "vida encogida" que imponía el fascismo.

Cuenta mucho en Pavese su tarea de traductor de los grandes escritores estadounidenses, y cuenta también su labor como editor en Einaudi, ofreciendo a una sociedad cerrada de ventanas para abrirse al mundo de fuera. Luego está su aproximación a los comunistas, porque encontró en ellos el instrumento más eficaz "para la realización de una libertad intelectual concreta", y su querencia por el mundo obrero, donde se estaba gestando el hombre nuevo.

Cuando lo detuvieron en 1935 por ayudar a "la mujer de voz ronca", que desempeñaba importantes labores clandestinas en el partido comunista y de la que estaba enamorado, Italia combatía en Abisinia. Pavese encontró en las palabras la mejor manera de levantarse por encima del vacuo nacionalismo de los fascistas. El fracaso amoroso fue la otra corriente que sacudió la vida de un hombre del que han dicho sus amigos que era triste. "Todo el problema de la vida es éste: cómo romper la propia soledad, cómo comunicarse con otros", escribió en su diario. Su respuesta fue su literatura.

Piezas de una autobiografía intelectual

- Fascismo. "La naturaleza del fascismo, como la de todos los vicios, era por el contrario rodar por la pendiente convirtiéndose en alud, escapando incluso al control de sus jefes".

- Arte. "El arte, en resumidas cuentas, es artificio, y nada en él está dado de una vez para siempre; cada época vuelve a plantearse la cuestión de las raíces y recrea su arte moderno".

- Consenso. "Es muy fácil aceptar la perspectiva más trivial e instalarse en ella, al calor del consenso de la mayoría. Es muy cómodo suponer que se han acabado los esfuerzos y ya conocemos la belleza, la verdad y la justicia. Es cómodo y cobarde".

- Libertad. "Nada valioso puede salir de la pluma o de las manos sin fricción, sin choque con las cosas y los hombres. Libre es solamente aquel que se inserta en la realidad y la transforma, no quien anda por las nubes. Por lo demás, ni siquiera los vencejos consiguen volar en el vacío absoluto".

- Palabras. "Por las palabras que un escritor emplea puedes saber quién es. Mira los camaradas de la guerra de España: unos les llamaban rojos, otros leales, unos, comunistas y subversivos, otros, patriotas. Esas palabras te indicaban con quién hablabas, y en cada caso significaban una cosa distinta. En las palabras que usas están tu clase y tu trabajo, lo que sabes, lo que comes, las personas que tratas. En las palabras está todo".

- Reglas de juego. "Cuando Pavese empieza un relato, una fábula, un libro, nunca se propone un ambiente socialmente determinado, un personaje o unos personajes, una tesis. Casi siempre sólo apunta a un ritmo indistinto, a un juego de acontecimientos que son sobre todo sensaciones y ambientes".

- Comunistas. "No ha habido una propuesta, una medida, una polémica genuinamente democrática -es decir, dirigida a garantizar y profundizar la libertad de los ciudadanos- que no tuviera en ellos a sus inspiradores y sus defensores más ardientes".

- Libros. "Incluso un libro en chino está hecho para ti. Se trata siempre de aprender las palabras de un hombre. Todos los libros que valen están escritos en chino, y no siempre hay un traductor. Llega el momento en que estás solo ante la página, así como estaba solo el que la escribió".

- El hombre. "Nosotros no iremos hacia el pueblo, porque ya somos pueblo y todo lo demás en inexistente. Iremos, en todo caso, hacia el hombre. Porque el obstáculo, la corteza que debemos romper es la soledad del hombre, la nuestra y la de los demás. Toda la nueva leyenda, todo el nuevo estilo reside en eso, y entraña nuestra felicidad".

Fragmentos de La literatura norteamericana y otros ensayos, el libro que Italo Calvino calificó como "la más rica y explícita autobiografía intelectual de Cesare Pavese".

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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