'El señor de los anillos' logra un pleno histórico
Peter Jackson gana 11 'oscars' y triunfan Sean Penn, Charlize Theron, Tim Robbins y Renée Zellweger
Nada se salió de lo previsto, y El señor de los anillos: El retorno del rey logró los 11 Oscar a los que era candidato. Un pleno histórico en una noche triunfal para Peter Jackson y sus pequeños hobbits, que entran, con Ben-Hur y Titanic, en la historia de los Oscar. El cineasta y su mujer, la guionista Fran Walsh (con flores en el pelo como si nunca hubiera salido de la Comarca), recibieron el aplastante reconocimiento de la industria de Hollywood. Jackson dio las gracias por reconocer su mundo de trolls, orcos y hobbits. El documental español Balseros no logró premio. Se lo arrebató Errol Morris con su durísima película sobre el que fuera secretario de Defensa durante la guerra de Vietnam, Robert McNamara.
Sean Penn subió al escenario con las manos en los bolsillos y luego entró en la sala de prensa con una copa en la mano. Fue el único de los premiados de la 76ª edición de los Oscar que puso en pie a la sala del teatro Kodak de Los Ángeles. Contenido, dedicó su Oscar a Clint Eastwood ("gracias por entrar en mi vida, profesional y humanamente"), a su madre, a la memoria de su padre y a su mujer, la actriz Robin Wright Penn. "Si hay una cosa que un actor sabe", dijo Penn al recoger su Oscar de mejor actor, "es que ni había armas de destrucción masiva ni existe una cosa como la mejor interpretación. Mi hija Dylan y mi hijo Hopper me han dicho que escribir un discurso es pretencioso, así que me iré sin decir más". Penn le arrebató la estatuilla al otro favorito, Bill Murray, y puso una de las escasas notas de emoción en una noche que discurrió sin sorpresas.
El cineasta neozelandés Peter Jackson logró que la tercera y última entrega de El señor de los anillos fuera la película triunfadora. "El cine de fantasía parecía un estigma. Pero todas las películas son fantasía. Siempre se trata de hacer creer y de representar. Aprecio que hayan visto más allá de orcos, magos y genios. Porque Tolkien hablaba de perdón, de fe, de valor y de amistad. Esos son los temas que hoy se han reconocido..."."Frodo no es un vencedor, es un perdedor, como cualquiera que vive una guerra", dijo Jackson, acompañado de casi todo su equipo (sólo faltaba Aragon-Viggo Mortensen y Legolas-Orlando Bloom).
Bronceada y vestida por Tom Ford como una estrella de los años gloriosos de Hollywood, la ex modelo surafricana Charlize Theron recogió temblando su Oscar por su retrato -en Monster- de la asesina Aileen Wournos. Su madre lloraba ("mamá, te has sacrificado tanto por mí") y su novio también. Ella agradecía "la fe" de los que siempre habían creído en su talento. Si Theron se dejó llevar por sus nervios, Sofia Coppola, que lograba el Oscar al mejor guión original por Lost in translation, los agarró con fuerza. "Estoy muy nerviosa, pero soy muy tímida y me cuesta expresarme en público". Su padre, Francis Ford Coppola; su madre, Eleanor; su hermano Roman y su primo Nicolas Cage se pusieron en pie nada más escuchar su nombre y empezaron a gritar. Ella le agradeció a su padre todo lo que le había enseñado, a su hermano su ayuda "cuando estaba atascada en las 12 primeras páginas del guión, y a los cineastas que me han inspirado: Antonioni, Wong Kar-Wai, Godard. Y al hombre que fue mi musa: Bill Murray".
Del pecho de Janet Jackson a los matrimonios homosexuales. El presentador de la gala, Billy Cristal, no se dejó nada fuera. Su regreso a los Oscar fue a lo grande. Política, sexo, fama... el showman lo tocó todo, incluida La Pasión de Mel Gibson. Mientras los premios caían uno tras otro en El señor de los anillos, Cristal arremetía contra el Gobierno o contra el bucle de cinco segundos impuesto a la gala. Blake Edwards habló a los periodistas de "la hipocresía" que invade su país y el documentalista Errol Morris deseó que su Oscar a The fog of war sirviera para entender por qué la política internacional de EE UU ("estamos metidos en un maldito agujero") es "atroz".
La noche arrancaba con el Oscar al mejor actor de reparto para Tim Robbins. A Susan Sarandon, su mujer, también se le saltaron las lágrimas: "Susan, gracias por ser la mejor amiga que se puede tener". Robbins fue recibido en la sala de prensa con una larga ovación. "Esta película fue importante desde el primer día de rodaje. Me dio mucha confianza en mí mismo y eso sólo se lo puedo agradecer a Clint Eastwood, él da seguridad a sus actores, logra que te respetes a ti mismo". Robbins recordó cómo Eastwood le contrató en uno de los momentos más delicados de su vida: "Nadie hace un año hubiera pensado que hoy estaría aquí, después de las cosas tan horribles que dijeron de mí por las críticas a la guerra de Irak".
Renée Zellweger, de blanco, con lazo (Carolina Herrera) y con un espectacular collar de diamantes ("es un vintage de Cartier, me recuerda al viejo Hollywood"), recibió el Oscar a la mejor actriz de reparto. En sus agradecimientos pisaba una frase con otra. "A mis padres, que fueron inmigrantes en este país, y a Tom Cruise, que me enseñó que la amabilidad y la fama no están reñidas".
Zellweger había llegado de las últimas a la alfombra roja. No tuvo que correr como Julia Roberts (deslumbrante como un rayo con su vestido de Armani), ni miraba curiosa a todas partes como Scarlett Johansson ("¡Mirad! Ese señor es Mickey Rooney", repetía sonriente). Sean Penn, que había entrado de la mano de su mujer y de su madre -como Clint Eastwood-, no despegaba la mirada del suelo. Adrien Brody (pálido y elegantísimo) llegó con su novia, la rubia Michel Duppont, y Johnny Depp, con Vanessa Paradis (de Chanel). Uma Thurman se decantó por un desafortunado look Heidi. Nicole Kidman brilló con una gargantilla de diamantes azulados de Bulgari; su mejor amiga, Naomi Watts, sin joyas, lució en los brazos de su enamorado Heather Ledger. Sofia Coppola, agarrada a su hermano Roman, fue de las más finas gracias a un vestido de seda negro diseñado por su amigo Marc Jacobs. Y Diane Keaton, fiel a sí misma, fue una vez más Annie Hall.
Babelia
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