Edmundo Paz Soldán recrea las amenazas de la tecnología digital
Cambios en un periódico. Desde el propio nombre, Tiempos Modernos, por otro más afín a esta época, Tiempos Posmodernos. Sebastián, el protagonista de Sueños digitales (Alfaguara), la última novela del boliviano Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, 1967), trabaja en el suplemento de fin de semana en la sección de fotografía. Suyo es el hallazgo de los seres digitales, un montaje que muestra sobre el cuerpo de Raquel Welch el rostro del Che Guevara, por ejemplo. Un juego lleno de color para los lectores con el afán de conseguir mayores tiradas. El propio protagonista comenta, refiriéndose a un compañero desfasado, con demasiadas 'reservas morales': 'Para él, una cosa era manipular fotos para la publicidad y las páginas de sociales, y otra, muy distinta, para las noticias que debían ser neutrales, tan objetivas como las dictaran los cables de las agencias'. 'Quizá la novela peque de un cierto tono apocalíptico', comenta Paz Soldán, 'pero quería mostrar cómo la gente de mi generación se ha lanzado a las nuevas tecnologías con demasiado entusiasmo y poco afán crítico'.
Sueños digitales, sin embargo, no sólo propone una reflexión en torno a la manipulación de los medios de comunicación sobre la realidad, sino que da cuenta de los asuntos de Río Fugitivo, el territorio imaginario en el que suceden las peripecias de la novela. 'Tiene mucho que ver, lógicamente, con Cochabamba', dice Paz Soldán. 'Río Fugitivo es un bolsón de modernidad en medio de un océano de miseria y retraso'. Y hay también alusiones a la historia reciente de Bolivia. Montenegro, el caudillo político que pretende borrar las huellas indeseables de su pasado manipulando sus fotos comprometedoras, tiene mucho que ver con el general Bánzer, el antiguo dictador que se recicló en presidente democrático.
'La literatura que me interesa no tiene nada que ver con la nostalgia por recrear viejos mundos', comenta el escritor, que lleva diez años residiendo en Estados Unidos, donde enseña en la Universidad de Cornell. 'Debe partir de la realidad para fabricar un artificio que sea, sin embargo, creíble y verdadero'. Paz Soldán reconoce su deuda literaria con el 'desasosiego existencial' de Kafka y con la 'mirada intelectual' de Borges y confiesa que fue muy mal recibido en sus comienzos. '¿Dónde están los campesinos, dónde los mineros?', se preguntaba la crítica al leer mis libros. Tuve que superar todas esas reticencias para escribir sobre lo que realmente me interesaba. Es decir, de toda esa gente acomodada que vive en los países latinoamericanos y que tiene una conflictiva relación con su entorno, ese entorno de pobreza, miseria y desolación'.
Babelia
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