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Dos libros sobre Manuel de Falla abren nuevas vías para su estudio

Un texto comenta toda su obra y el otro analiza una pieza inacabada

Jesús Ruiz Mantilla

La figura de Manuel de Falla vuelve a estar en la picota este año con dos publicaciones. Una de ellas, del Archivo Falla, aborda la obra Fuego fatuo, una pieza operística inacabada, de reminiscencias románticas, que se analiza en varios textos coordinados por Luis Gago. La otra, una guía de la colección Península-Scherzo, escrita por el crítico Justo Navarro, desmiente verdades asentadas sobre la contradictoria personalidad del músico.

Manuel de Falla (Granada, 1876- Buenos Aires, 1946), figura de la música universal, sigue siendo un saco de sorpresas. Al inmenso enigma que dejó como testamento en su obra, que navegó y abandonó mares en los que dejó huellas y naufragios, se une una vida llena de contradicciones, surcada de dudas y lealtades. Éstas le llevaban de su catolicismo recalcitrante y su conservadurismo rancio a la protesta que se juega el pellejo por sus amigos. "Lo mismo se plantaba a las puertas de la casa del gobernador civil de Granada para pedir la libertad de su amigo Federico García Lorca que se tragaba sus convicciones artísticas, fieles al riesgo por el riesgo, para readaptar con letra nauseabunda de José María Pemán, otro gran amigo suyo, un himno marcial para los nacionales", asegura Navarro.La guía de este estudioso musical es la octava en una colección dirigida por Arturo Reverter que ya cuenta con nueve títulos sobre Bach, Beethoven, Rossini, Mozart, Brahms, Wagner, Schubert y Haydn.

Es la primera del lote sobre un compositor español que, para Navarro, "está entre los grandes de la música mundial". Al autor del estudio, que se adentra en la vida del compositor y en todas sus obras, en los ballets, las piezas para piano, la música concertante o sus tres óperas, no sólo le ha cautivado la personalidad de Falla, "un hombre respetadísimo en todo el entorno musical europeo por su integridad y su honestidad insobornable", dice; además, lo apasionante de esta figura "es su amor por el riesgo; sus saltos en el trabajo musical, cuando ya había probado caminos en los que triunfa, da giros radicales que suponen búsqueda e inconformismo".

Por ejemplo, según Navarro, "Falla empezó por caminos románticos, escribiendo música de piano muy deudora de Chopin, de Schumann, de Schubert; continuó con un nacionalismo andalucista que dio origen a piezas muy alejadas aparentemente de su personalidad, por sensuales, como El amor brujo; siguió con otro aspecto nacionalista, pero más vinculado a Castilla, una etapa mística que también dominó, y demostró su genio en Atlántida, su obra más personal, más acorde con su personalidad enigmática y arriesgada. Es una pieza de otro mundo, como de otro mundo era él".

De otro mundo por sus manías, su yo interior, sus enigmas, sus remordimientos. "Se fue una vez a un burdel y contrajo la sífilis. Mala suerte y un pecado que jamás se perdonó a sí mismo", asegura Navarro. Y más enigmas: su autoexilio, que más que por asco hacia lo que le venía a España encima, como se ha mantenido en diversos círculos, postula Navarro que se debió al miedo a la II Guerra Mundial y a que España se viera involucrada en ella. "Aprovechó una gira por Argentina para quedarse allí por miedo. Murió en 1946; si hubiera vivido más, seguro que habría vuelto", sostiene Navarro.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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