Buero Vallejo: "El teatro justifica mi vida"

"Yo elegí este destino, o él me eligió a mí, quién sabe, pero es mi propia vida lo que la justifica. No puedo concebirme sin escribir, sin crear teatro". Es Antonio Buero Vallejo, el dramaturgo español más importante de la segunda mitad de este siglo, creador in cómodo de historias, académico de la Lengua, premio Cervantes de hace 10 años, que en el otoño cumplirá 80, tiene una colección de premios tan larga como el currículo de su obra. Ayer comenzó en la Universidad Complutense, lo que es algo más que un homenaje académico: un encuentro internacional sobre su obra.

Es un mérito extra el que la mayor parte de su producción ocurriera durante el franquismo y contra él. De la reciente utilización política de su presencia en un cóctel electoral, dice: "Sigo siendo un hombre de izquierdas como he sido siempre. He dicho ya que fui a escuchar, tras haber sido insistentemente invitado, no a prestar ningún tipo de apoyo'Un hombre de izquierdas, parco en palabras, taciturno a veces, leído, un poco a su pesar, como el ejemplo del dramaturgo comprometido en una postura ética y política. Un poco, digo, a su pesar, porque, dice Buero Vallejo, "siempre me he sentido a mí mismo de una manera diferente. No es que eso no sea cierto, es verdad que, en un sentido muy amplio, los aspectos morales y políticos son esenciales en mi obra, pero nunca se ha tenido demasiado en cuenta algo para mí muy importante: yo he hecho mi teatro orientado por el deseo de hacer arte". Por eso matiza: "Claro que el que hubiera una dictadura exigió un compromiso por mi parte ' pero nunca lo entendí como un servicio o una esclavitud. No un compromiso en el sentido tópico de la palabra: siempre, esto del compromiso, me pareció un error por pequeñez"."En ningún caso", dirá, después, hablando de esa voluntad regeneracionista que es un factor común de la treintena, de piezas, teatrales publicadas y estrenadas por él, "dentro del propósito primero de hacer arte, he intentado pasar lo moral, lo político y lo social por una especie de generalización, de universalización, qué palabra pretenciosa", comenta casi para sí mismo. Y lo ha hecho: tiene detrás casi cincuenta años de un teatro investigador, a veces, muy esteticista, influido por la gran pintura española, por las vanguardias de la época -el neorrealismo, por ejemplo, en su obra más famosa, Historia de una escalera- y por lo que llama "la gran literatura".

Obras y autores

Da la impresión de que Historia de una escalera le tiene un poco harto. "Con esta inercia, y a veces mala intención que nos caracteriza como pueblo, se me llama siempre 'el autor de Historia dé, una escalera'. Y esta obra no es más que un pequeño acierto al lado de otras cinco, o seis, a mi modo de ver, superiores a ella". Efectivamente, ésa fue la primera obra que publicó; luego vinieron muchas más: Un soñador para un pueblo, El sueño de la razón, La doble historia del Doctor Valmy, La detonación, Caimán... Dos de ellas, La tejedora de sueños y El concierto de San Ovidio, serán representadas en este ciclo de la Complutense. Él prefiere, dice después de insistirle, "seguramente En la ardiente oscuridad. En realidad no lo sé. Generalmente, y pasado algún tiempo' la última que escribo suele ser la que más quiero".El encuentro que empezó ayer bajo el epígrafe. de Jornada sobre teatro y filosofía, contara con la presencia internacional de especialistas en Buero Vallejo, y ya los temas mismos de sus intervenciones son como un retrato del dramaturgo español. El humanismo cercano al existencialismo de Buero será tratado por Pedro Laín Entralgo y Luis Iglesias Feijóo, y su sentido barroco de la realidad vacilante, por Rafael Fuentes Mollá, Abelardo Méndez Moya y Patricia W. O'Connor. Su lado más comprometido con la historia, por David Johnston, José Paulino Ayuso, Ricardo Doménech y Carmen R. Santos, y su práctica del teatro por José Luis Abellán y Mariano de Paco.