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Fallece a los 91 años Joan Magriñà, bailarín, coreógrafo y maestro de danza catalán

El bailarín y coreógrafo catalán Joan Magriñà, primer bailarín y maestro de baile del Liceo, falleció a ayer a los 91 años en su casa, en las afueras de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), su ciudad de origen, informa Xavier Canalís.Con Magriñà muere una de las figuras más emblemáticas y discutidas de la danza de nuestro país. Pasará a los anales de la historia por su calidad como intérprete y por está considerado el sucesor del movimiento dancístico del Gran Teatro del Liceo del siglo XIX, que enlaza con las estrellas de la danza catalana tales como Roseta Mauri, Joan Camprubí y Ricard Moragas.

Artista vinculado al Liceo, fue maestro de varias generaciones de bailarines, entre los que destacan María de Ávila, Maruja Blanco, Trini Burrull, Emma Maleras, Asumpta Guadé, Alfons Rovira y Aurora Pons, actual codirectora del Ballet Nacional de España, entre otros.

Magriñà inició sus estudios de danza en 1923 en Barcelona, en el Instituto Catalán de Rítmica y Plástica de Joan Llongueres, precursor en nuestro país de la técnica Jacques Dalcroce de Ginebra. Luego continuó con el maestro Teodoro Wassilief, director del Ballet de la ópera Rusa, que cada temporada actuaba en el Liceo y de quien obtuvo una buena formación clásica.

El maestro Coronas, que fue alumno de Ricard Moragas, inició a Magriñà en la escuela bolera, y la compenetración entre ambos fue tal que se puede decir que Magriñà heredó su estilo y su escuela.

En su brillante carrera como bailarín hay que destacar uno de sus primeros, recitales en Barcelona, que tuvo lugar en 1932 en el teatro Urquinaona, donde bailó acompañado al piano por el maestro Juli Pons La danza del molinero, de Falla; Ritmes, de Labroca; Petruska, de Stravinski, y la famosa Polka del equilibrista, de Manuel Blancafort, con figurines y decorados de Grau Sala y en la que Magriñà demostró su carácter vanguardista al bailar en puntas.

En estos años eran frecuentes las actuaciones en el Liceo de los ballets rusos de Diaghilev. Incluso el famoso empresario ruso y la propia Paulova llegaron a proponer a Magriñà el formar parte de sus respectivas compañías, ofertas que él rehusó, por no querer alejarse de su tierra.

Pintores como Joan Mirò, Pere Pruna y Grau Sala, entre otros, eran los responsables de los figurines y decorados de algunos de sus espectáculos.

Paralelamente, Magriñà se inicia en una nueva faceta la de maestro de danza que culminó en 1936 con la presentación de sus alumnas en el teatro del Orfeò Gracienc. Este mismo año, finalizada la temporada del Liceo, el bailarín se marcha con los ballets rusos de Montecarlo a París donde estudia con Olga Preobajenska y conoce a Serge Lifar. En 1939 se incorpora al Liceo como estrella y maestro de baile tras el fallecimiento de la gran maestra Pauleta Pamies hasta 1977, año de su despedida del coliseo barcelonés. Magriñà ha coreografiado para el ballet del Liceo más de 150 óperas y alrededor de 20 ballets en los que se entremezclan la danza clásica, la danza española y la danza contemporánea.

Otro periodo importante en la dilatada vida profesional del mestre fue cuando asumió en 1951 la dirección de los Ballets de Barcelona. Finalmente esta compañía pasó a ser el cuerpo estable de baile del Liceo. Magriñà colgó las zapatillas en 1957, constinuando su labor como coreógrafo del ballet del Liceo y como maestro del baile, en el Instituto del Teatro, en el Conservatorio del Coliseum barcelonés y en su estudio privado de la calle Petritxol. Este monopolio creó una polémica en tomó a la figura del artista a quienes algunos acusaron de frenar las tendencias innovadoras de creadores extranjeros.

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