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De Vigo a Burriana en bus: el viaje de una ‘sounder’

La fórmula de precios bajos, música y fiesta cala en el público muy joven y eleva el Arenal al podio de los festivales

Jóvenes, en la piscina del Festival Arenal Sound de Burriana (Castellón).Foto: atlas | Vídeo: ÁNGEL SÁNCHEZ | atlas

¿Qué lleva a Laura y Belén, dos jóvenes de 19 años de Vigo, a subirse a un autobús y recorrer más de 1.000 kilómetros para zambullirse en el Arenal Sound, un festival de música que desde hace ocho años se celebra en la playa de Burriana, en Castellón? "Pues la combinación de precio, música, fiesta y amigos", responden sin dudarlo las jóvenes. Es la fórmula del Arenal Sound, que ha sabido venderse entre su público diana: nacional y casi adolescente. “La promoción que han hecho en redes sociales ha sido el todo”, opina Víctor Sifre, un sounder de 16 años.

El cóctel funciona a juzgar por la evolución de público. El macrocertamen de música indie, pop y electrónica —en marcha hasta el domingo 6 de agosto— arrancó en el verano de 2010 con  105.000 visitas. Siete temporadas más tarde, en 2016, eran 300.000; todo un éxito.

Sounders llegados de Madrid, Bilbao, Vigo, Elche, Valencia o Barcelona buscan diversión y nuevos amigos. Para las bilbaínas María (20 años) y Janet (19), su segundo año en el Arenal Sound ha empezado “genial”. Llegaron el martes a las 8.00 con dos amigas más en uno de los 250 autobuses fletados por el festival. Tras ocho horas de viaje, este año han optado por alojarse en el glamping, un servicio de acampada más exclusivo, con tiendas incorporadas y parcelas delimitadas, que ha sido “un acierto”. Las dos son festivaleras y han elegido Burriana tanto por el boca a boca como por el cartel del festival.

Laura y Belén, y Daniela, madrileña de 20, se han decantado también por el glamping. “Es más cómodo y tenemos más sitio”. Que las zonas de acampada del Arenal Sound son espacios de diversión y sociabilidad lo ratifican ellas. Son vecinas de tienda desde hace 24 horas y ya planifican juntas la ruta al supermercado. Será una de sus fuentes de suministro estos días. “Haremos un fifty-fifty, entre súper y bares” y una media de gasto extra por persona de unos 200 euros, añaden. “El precio, la fiesta y la música” es lo que ha movido a Laura a cruzar de punta a punta el país, “aunque yo estoy aquí por ser buena amiga, porque prefería irme a una islita de vacaciones”. Para Belén, el cartel tira. “Hay alicientes nacionales, como Bely Basarte y Las Bistecs, de las que soy fan [reconoce entre risas] e internacionales como Martin Garrix". También lo es para Daniela, que se decanta por los ritmos electrónicos. La piscina gigante del Beach Club no es tan atractivo. “No quiero estar como una sardina en lata”, añade Laura.

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A las tres les sorprende la iniciativa lanzada en Change.org y respaldada por 35.000 personas para exigir que todos los festivales de música españoles ofrezcan agua potable gratis a los asistentes. La propuesta ha sido remitida al certamen burrianense, aunque estas sounders aseguran que “comprar agua en el recinto es más barato que fuera, aquí tienes un tuenti: dos botellas de litro y medio por dos euros, y fuera son dos euros por una botella”. Otro de los macrofestivales de referencia en Castellón, el Rototom Sunsplash, que se celebra del 12 al 19 de agosto en Benicàssim, anuncia que instalará por primera vez fuentes en el recinto y la acampada.

En pleno paseo marítimo y procedente de la playa, emerge un grupo de ocho amigos de Elche (entre 19 y 20 años). Su primer día en Burriana no ha sido tan satisfactorio como las de sus predecesoras. Alojados en el camping Arenal —uno de los dos habilitados por la organización— se quejan de su saturación. “Ayer no podíamos acceder a nuestras tiendas, tenías que pasar por encima de otras y tratando de no pisar a la gente. El año pasado fue mucho mejor, pero este se les ha ido de las manos”, lamentan. Han podido preservar su sitio tras el desalojo de varias decenas de personas de este camping durante la madrugada “porque al no delimitar espacio para tiendas había gente ocupando las salidas de emergencia”. Han sido reubicados en una parcela junto al glamping, confirman varios asistentes.

Con el convencimiento de que la situación “no puede ir a peor”, se disponen a darle una segunda oportunidad al festival. “Si no, cogemos el coche y nos volvemos. ¿Pero qué pasa con quien ha venido en bus desde País Vasco y se queda sin alojamiento?”, señalan. Tampoco les convence el precio: 100 euros entre camping y entrada por seis días. “El año pasado fueron 60 euros todo. Entre 40 y 50 por abono completo y de los 5 hasta 60 euros para el camping”.

"Nos atrajo el ambiente, pero de momento ha fallado. Hay grupos que sí nos gustan pero la gran mayoría nos dan igual", indica Javi, uno de los integrantes del grupo, quien disfrutó “más bien poco” de la primera noche, que al cierre tuvo visita sorpresa. Willy Bárcenas —hijo del extesorero del PP Luis Bárcenas— y Antón Carreño, ambos del grupo Taburete.

La versión conciliadora con el Arenal Sound —o con su camping— regresa con Rocío (18) y Paloma (19), de Murcia. Se alojan en la zona de acampada Arenal y aunque reconocen que “coger sitio” ha sido “una odisea”, la experiencia “de estar en un camping al lado de la playa está yendo bien”. “Llegamos el martes a las seis de la mañana y estaba todo ocupadísimo. Vimos un hueco, tiramos las tiendas a toda prisa y ahí nos quedamos reservando con una silla. Quien llegue ahora no tiene sitio ni de coña”. Han optado por su propio bus, que han completado “reclutando gente, para que saliera más barato”. Su día fuerte es el jueves, el del estreno de la actividad de Desperados y Negrita, las dos plataformas principales del certamen. Tienen un listado de "imperdibles": Nancys Rubias, Sidecars y el jovencísimo Garrix.

A escasos metros del recinto de conciertos, separada por una calle, está María Eugenia Ventura, vecina de Burriana “de toda la vida”. No duda en interrumpir su charla con otra vecina en la puerta de casa para mostrar su respaldo a un festival que, asegura, “le ha dado vida” a la ciudad. “Me gusta el ambiente, el público. Son muy educados”. El único hándicap, “que los coches no se pueden sacar porque los niños tienen que aparcar, pero por cuatro días no fastidian nada y nos lo pasamos bomba solo viendo cuando van y vuelven del Consum. Yo quiero que vuelvan el año que viene”.

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