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El sexólogo del instituto cierra: adiós a ‘Sex Education’, la serie que ha roto los estereotipos para adolescentes

La cuarta temporada completa el recorrido de una producción con la que Laurie Nunn ha remozado el género de series juveniles y ha mostrado una generación diversa a la que hablar de forma desprejuiciada y abierta de sexualidad

Ncuti Gatwa y Asa Butterfield, en la cuarta temporada de 'Sex Education'.
Natalia Marcos

Ahora que Sex Education ya ha terminado, su creadora, la guionista Laurie Nunn (Londres, 37 años) sonríe mientras recuerda cómo nació la serie que se estrenó en 2019 en Netflix. La idea la tuvo un productor que había visto un documental sobre adolescentes hablando con terapeutas sexuales. “Básicamente, la idea era qué ocurriría si ponemos un terapeuta sexual adolescente en un campus escolar. Al instante me encantó, me pareció una oportunidad brillante para crear una serie que celebrara el género adolescente”. Porque Sex Education no podía parecerse a las historias tradicionales protagonizadas por jóvenes con las hormonas alteradas. De hecho, si Nunn está orgullosa de algo de lo conseguido con su serie, es precisamente haber logrado subvertir los tópicos del género y sus personajes, como repasa la guionista: “el rarito virgen, la chica mala, el abusón, el mejor amigo gay… Quería encontrar la forma de mirar a esos personajes desde una perspectiva diferente y profundizar en ellos. Descubrir algo nuevo en estereotipos estancados”.

Tanto ella como el director Ben Taylor, que se encargó de las tres primeras temporadas, son grandes seguidores de las series y películas de adolescentes. “Él ama totalmente esas películas, sobre todo las de John Hughes [director y guionista de clásicos del género como El club de los cinco, Todo en un día o Dieciséis velas]. A mí me encantan cosas como Freaks and Geeks, Diez razones para odiarte, Nunca me han besado… Era natural para nosotros encontrar una forma de actualizar esas conversaciones y hacerlas parecer más modernas”, describía Nunn en una entrevista por videollamada a mediados de septiembre.

De ahí nació Otis, un adolescente que ha crecido en un ambiente liberal con su madre sexóloga y al que acuden otros compañeros a pedir consejos en materia sexual en una edad, la adolescencia, en la que todo son dudas. Y Maeve, la joven rebelde, madura e inaccesible que se suma al proyecto de organizar un consultorio sexual en el instituto. También Eric, el amigo gay que en esta serie gana presencia y profundidad hasta lograr convertirse en uno de los personajes más celebrados. Y Adam, el malote que de repente se encuentra teniendo sentimientos hacia otro hombre y descubre su bisexualidad. Y muchos otros personajes con personalidades, circunstancias y orientaciones sexuales de lo más variado en una serie que ha cuidado a sus secundarios —Aimee y su trauma, la no tan superficial Ruby, las dificultades de la maternidad y paternidad en los personajes adultos…— tanto o más que a sus protagonistas.

Aimee Lou Wood y Asa Butterfield, en 'Sex Education'.
Aimee Lou Wood y Asa Butterfield, en 'Sex Education'.Samuel Taylor/Netflix

La cuarta temporada lleva a los personajes a entornos diferentes al instituto Moordale, donde transcurría la acción hasta ahora: mientras que Otis y Eric recalan en un centro escolar más liberal todavía, donde los estudiantes llevan la voz cantante y que ya cuenta con su propia sexóloga adolescente de cabecera, Maeve viaja a Estados Unidos con el objetivo de convertirse en escritora, Adam trata de encontrar su camino en la vida entre animales y Aimee rompe con su pasado y encara sus traumas. Y todo con un tono más emotivo y dramático que en anteriores entregas. Al fin y al cabo, los chicos de Sex Education se hacen mayores.

Cuando Laurie Nunn empezó a escribir esta temporada, no tenía planeado que fuera la última. “Trabajo el guion de una forma bastante orgánica y fluida, reescribimos constantemente y retocamos tramas incluso mientras que estamos grabando. Según avanzaba el proceso de escritura, empecé a darme cuenta de que todas las tramas estaban llegando a su final natural, me gustaba el lugar donde terminaba cada personaje, no había historias que quedaran pendientes y me parecía muy bien dejarlo cuando la serie, o eso quiero pensar, todavía tiene el favor de la gente”, explica la guionista.

Emma Mackey es Maeve Wiley en 'Sex Education'.
Emma Mackey es Maeve Wiley en 'Sex Education'.Thomas Wood/Netflix

Además de remozar el género adolescente, Sex Education también quiso mostrar una juventud diversa y hablarles de forma desprejuiciada y abierta de sexualidad. “Según fue avanzando, pudimos añadir más personajes con trasfondos diferentes. En realidad, lo que hace es reflejar la diversidad de nuestra sala de guionistas, con un montón de mujeres, de escritores LGTBQ… y cada uno inyecta muchas de sus vivencias. Estoy muy orgullosa de que hayamos podido defender algunas de las voces más infrarrepresentadas”, dice. Con el paso del tiempo, la serie también pudo ser más atrevida. “Añadimos un montón de humor crudo, como chistes de penes y cosas así. Pero también tratamos asuntos serios y encontramos la forma de casar esas dos cosas en un tono a medio camino entre lo feliz y lo triste”, completa.

Alistair Petrie como Michael Groff y Conor Swindells como Adam Groff, en un episodio de la cuarta temporada de 'Sex Education'.
Alistair Petrie como Michael Groff y Conor Swindells como Adam Groff, en un episodio de la cuarta temporada de 'Sex Education'.Samuel Taylor/Netflix

Sex Education es la primera serie de su creadora. Aunque tenía experiencia como guionista, no había experimentado la responsabilidad de una producción de este calibre sobre sus hombros. “La verdad es que no esperaba que la gente fuera a conectar con la serie de la forma que lo hizo. Pensaba que era demasiado rara y que iba a ser difícil que se engancharan a ella y dieran ese salto de fe para aceptarla”. Pero ocurrió y ha sido una de las series más exitosas de la plataforma, con una importante base de seguidores fieles y muy apasionados. “He intentado mantenerme al margen del ruido de los fans porque es fácil empezar a escribir la serie que la gente quiere en lugar de la que tú quieres”.

La educación sexual sigue siendo una tarea pendiente en muchas escuelas e institutos. Laurie Nunn recuerda cómo su educación sexual fue prácticamente inexistente. “Ahora creo que los jóvenes son mucho más conscientes y las mujeres jóvenes en particular, creo que tienen muchas más herramientas para hablar sobre sus propios cuerpos, sobre sus deseos y su sexualidad. De todas formas, todavía creo que tenemos un camino muy largo por recorrer en términos de tener una educación sexual abierta que ponga el énfasis en el empoderamiento y el consentimiento. Todavía parece que da miedo hablar de estos temas”.

Gillian Anderson y Asa Butterfield, madre e hijo en 'Sex Education'.
Gillian Anderson y Asa Butterfield, madre e hijo en 'Sex Education'.Thomas Wood/Netflix

Aunque Sex Education es una serie juvenil, Laurie Nunn ha tenido especial cuidado en que los personajes adultos (uno de ellos interpretado por Gillian Anderson, la cara más reconocible, en origen, de todo el reparto) tuvieran tramas y desarrollos interesantes. “Recuerdo que cuando vi la película Juno me encantó la forma en la que los padres no eran los antagonistas, y me pareció una mirada muy refrescante al género adolescente. En Sex Education quise hacer algo así, que los adultos no fueran obstáculos para los adolescentes, sino que fueran personajes complejos. Sé también que mucha gente de generaciones más mayores han visto la serie y les gusta, incluso he escuchado de familias en las que todos ven la serie. Puede que no la vean juntos, porque eso sería un poco raro [ríe], pero es una forma de empezar conversaciones y romper esa división. Al fin y al cabo, nuestros padres también tuvieron 16 años una vez”.

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Sobre la firma

Natalia Marcos
Redactora de la sección de Televisión. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde trabajó en Participación y Redes Sociales. Desde su fundación, escribe en el blog de series Quinta Temporada. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y en Filología Hispánica por la UNED.

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