Las reposiciones son para el verano
Hay algo reconfortante en que la educación sentimental de varias generaciones provenga del mismo menú televisivo; ha creado comunidad, ha forjado un imaginario común
El padre de una amiga la apuntó de niña al conservatorio para que aprendiera a tocar la guitarra. Pero el asunto no salió como él esperaba: mi amiga tocaba a Giuliani y a Fernando de Sor cuando lo que había motivado a su padre, tal y como acabó confesando, era su deseo oculto de escucharla interpretar la banda sonora de Curro Jiménez.
Las malas lenguas a menudo se equivocan. Los que han atribuido las reposiciones de La señora y de Curro Jiménez a cierto oportunismo por parte de RTVE al hilo del caso Daniel Sancho han patinado: ambas estaban planeadas con antelación. Bastaba con comprobarlo en Google antes de lanzar la hipótesis, pero quién quiere contrastar pudiendo contribuir a la ola de morbo en la que llevamos nadando casi dos semanas.
Las reposiciones son para el verano. I Love Lucy ya se reemitía en los años cincuenta durante el parón estival, y la estrategia sigue hasta hoy. La falta de inversión en producción en estos meses debido al descenso del consumo se suple con las mismas lentejas, lo cual pone los ojos en blanco de muchos trabajadores del sector. Es comprensible, pero ay, si te gustan las lentejas…
En España las neveras televisivas veraniegas llevan décadas llenándose con el gazpacho de Verano azul, la sandía de Pippi Calzaslargas y la horchata de Se ha escrito un crimen, entre otras. Hay algo reconfortante en que la educación sentimental de varias generaciones provenga del mismo menú televisivo; ha creado comunidad, ha forjado un imaginario común. Muchas de estas series ya las tenemos en plataformas, pero se pierden en la sobreabundancia de sus catálogos. Ver sin –apenas– elegir ahora es un placer. Me gusta imaginar a algún padre de hoy comprobando en el móvil si hay pruebas de acceso para el conservatorio en septiembre.
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