El papel del redactor del ‘reality show’
Nadie quiere ver felicidad televisada. El que quiera ser feliz que lo sea en su casa
Cuando veo a alguien llorar en un reality pienso en el redactor que hay detrás. El redactor es (lo aclaro para todo lector ajeno al medio) un profesional que acompaña al participante desde el casting hasta su salida del programa. Es su ángel de la guarda, y también su carcelero. Con el redactor uno se confiesa. El redactor toma nota y hace de correveidile con otro redactor, que a su vez ha escuchado las revelaciones indiscretas del fulano rival. Con esos desahogos se escriben los programas y se crean conflictos que vivimos con ligereza y complicidad.
En los realities hay papeles asignados, y cada papel está delimitado por los demás participantes. Nadie quiere ver un programa donde todos colaboran por una mejor convivencia. Nadie quiere ver felicidad televisada. El que quiera ser feliz que lo sea en su casa.
Cuando veo a alguien llorar en un reality pienso en cuánto antes supieron los redactores que se produciría la quiebra de esa persona. Qué haría yo (o qué haría usted) si fuéramos los encargados de servir drama en un plató. El redactor, por lo general, opina que el participante está allí porque quiere, que nadie le apuntó con una pistola para entrar al programa. Y pienso en esa frase aplicada a otras situaciones en las que nadie obligó a nadie a entrar.
Pronto hará un año de cierta polémica sobre los realities. Parecía que algo gordo iba a pasar, pero no pasó nada. Había dinero de por medio, y nada salpica cuando hay dinero.
Así que cuando sale un reality nuevo (o hay temporada nueva de algún clásico) me pregunto si los participantes saben a lo que se enfrentan o si conservan la inocencia de pensar que el redactor está allí para ellos. En definitiva, se va a cumplir un año de aquella polémica con los realities y quiero saber si puedo seguir siendo mala persona en casa o si puedo ya seguir con mi vida normal.
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