El mejor momento de la historia reciente de la tele y de la poesía
Sonsoles Soto ha alcanzado la más improbable de las famas con un poema que calificó de “subido de tono” y que los demás ubicaríamos en las categorías más duras y explícitas de una web porno
Si ya es difícil llamar la atención desde la literatura (aquí toca repetir la muy citada frase de Azaña: “En España, la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro”), hacerlo desde la poesía es una quimera. Recordemos la que se armó cuando Louise Glück ganó el Nobel en 2020 y sus editores españoles se dolieron hasta el último hemistiquio cuando el agente de la poeta les retiró los derechos, negándoles la oportunidad de vender algunos ejemplares, ya que, antes del Nobel, la influencia de Glück en España no era mayor que la del folclore de Tasmania.
Por eso es motivo de fiesta que Sonsoles Soto, una enfermera jubilada y poeta aficionada que se autoedita sus versos, haya alcanzado la más improbable de las famas, orillando a varios premios Cervantes y a todo el palmarés del Nacional de poesía. El mérito crece aún más si se anota que lo hizo desde La 8, una tele local de Ávila. Si La 8 hubiera existido en 1930, la frase de Azaña hoy diría: “En España, la mejor manera de guardar un secreto es contarlo a voces en una tele local”. Y así fue hasta que Sonsoles Soto leyó un poema que calificó de “subido de tono” y que los demás ubicaríamos en las categorías más duras y explícitas de una web de vídeos porno. Ni su paisana Teresa de Ávila fue tan lejos en éxtasis ginecológicos.
La fama de Sonsoles Soto —Twitter mediante— es muy merecida porque ha protagonizado uno de los mejores momentos de la tele y de la poesía españolas. Escribo esto último sin sombra de sarcasmo, con el ánimo de señalar la desnudez del emperador: si una poeta aficionada de Ávila puede eclipsar todas las cadenas y todas las editoriales sin ni siquiera pretenderlo, las cosas están peor de lo que parecían.
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