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Qué significa que Twitter pase a ser de suscripción

Elon Musk se plantea incluso poner un muro de pago para cambiar completamente el modelo de negocio de la compañía

Twitter subscription model
Elon Musk responde a las preguntas del empresario Ron Baron en su conferencia anual, en Nueva York, el 4 de noviembre.AP
Jordi Pérez Colomé

Elon Musk quiere que los usuarios de Twitter paguen para quejarse de Twitter. En los últimos días, uno de sus tuits más repetidos es una variante de “$8″ cuando alguien se queja de la red, los 8 dólares que Musk ha establecido como tarifa de pago. Es una cifra que va mucho más allá de un precio, pretende ser un cambio profundo de Twitter tal y como lo conocemos hasta ahora. Más aún cuando este martes se ha sabido que dentro de la compañía debaten si poner toda la red tras un muro de pago. De momento, es solo especulación.

Los detalles sobre el modelo de suscripción se han ido conociendo con rapidez. Los primeros días tras la compra de Twitter, el pago se vinculó solo a los usuarios verificados, una herencia del Twitter primigenio, donde antes de que entraran famosos había quienes les reemplazaban como parodia o juego. Es el motivo por el que la cuenta de Donald Trump en Twitter era @realDonaldTrump. Otras redes también tienen esta figura de usuarios “verificados”, pero lo que al principio fue una necesidad, luego se convirtió en una señal de estatus: verificado era igual a importante.

En Twitter hay unas 400.000 cuentas verificadas. La creencia de que todo lo que haría Musk sería hacerles pagar por su “señal de estatus” creó la primera oleada de quejas. Pero este fin de semana, el propio Musk habló en una conferencia de inversores en Nueva York y aclaró lo que antes había insinuado en tuits, pero que ahora era diáfano: el pago sirve para autentificarte como ser humano, no como famoso. El objetivo del nuevo “check azul” no es estatus, es humanidad.

Priorizados o hundidos

“Si te verificas por pago serás priorizado”, dijo Musk. “Si conseguimos suficientes suscriptores verificados vía pago, vamos a priorizar búsquedas, respuestas y menciones con usuarios verificados primero. La ventaja de esto es lograr que el crimen no rinda. Ahora crear un bot en Twitter cuesta menos de un céntimo”, añadió.

Musk mencionó la página 8 que arrojan los resultados cuando se hace una búsqueda en Google como ejemplo de lo que les espera a los futuros usuarios no verificados: “Esto es como Google. Si vas a la página 8 o 9 habrá un montón de estafas y timos. El hecho es que los resultados de Google en la página 1 son tan buenos, que nunca vas a la página 8. Lo malo se manda al fondo”, dijo.

La gran ausente de estas frases de Musk es la propia cronología: los usuarios no verificados saldrán abajo en respuestas, menciones y búsquedas. ¿Pero en la página principal? Es lógico pensar que por supuesto serán capados, pero confirmarlo parece de momento una afirmación demasiado rotunda. El portavoz del Gobierno francés, Olivier Veran, ya ha dicho que no piensa pagar esos 8 dólares por sus cuentas, ¿qué pasa si cantantes, periodistas y políticos tampoco lo hacen? ¿No van a salir en el timeline de quienes les siguen? Tiene toda la pinta que sí. Pero debajo de gente con cientos de miles de seguidores.

¿Qué implicaciones tiene todo esto? El principal problema de esta política es cuántos suscriptores será capaz de sumar Twitter. Por eso Musk pone su frase en condicional: “Si conseguimos suficientes suscriptores verificados vía pago”. De momento, según documentos internos de la compañía obtenidos por The Verge, con Musk los usuarios activos han subido 15 millones, hasta 255, como el propio Musk tuiteó luego. Los beneficios ya serían sustanciales incluso si menos de la mitad de todos ellos pagaran, pero no sería rentable si solo pasa por caja menos de un 10%. El precursor de la nueva suscripción de Twitter es Twitter Blue, un servicio prémium lanzado este año en EE UU que otorga funciones exclusivas al usuario, aunque con menos ventajas que la futura suscripción de Musk. Cuenta con 100.000 suscriptores.

Aunque la idea de fondo de Musk es que si quieres seguir usando una versión mejorada de Twitter debes pagar, la suscripción tiene otras ventajas (aunque algunas se arrastrarán de Twitter Blue): ver un resumen de los tuits más compartidos por tus seguidos, poder editar tuits o poder colgar vídeos de hasta 42 minutos. Más adelante, se ofrecerá la opción de compartir esos ingresos con creadores de contenido, como hace por ejemplo YouTube.

La idea de las suscripciones no es repentina ni nueva. Es probable, incluso, que Twitter ofrezca varias opciones de suscripción en función del tipo de cuenta. Ya en 2009, según contó uno de los cofundadores, Ev Williams, Twitter preparó una presentación sobre cómo podrían pagar las empresas. Con los años, al ver que los anunciantes no daban dinero suficiente y que crecía la importancia cultural de la red para noticias e información, el pago se asentaba como opción real. También es la única red centrada en el texto hoy; su lugar incomparable en el centro de las ideas globales la hace única. Pero ¿tanto como para pagar?

Hay otro problema con el pago. En su charla, Musk habló del problema del “spam, bots y troles”. Los dos primeros, que difunden contenido indeseado, no querrán pagar 8 dólares al mes para inundar de porquería la red. ¿Pero quizá sea una ayuda para los troles, usuarios que pretenden generar ruido, confusión o malestar? Un troleo típico en Twitter es aparecer el primero en las respuestas de los tuits de famosos. Con la verificación de pago, habrá menos competencia.

La duda más extendida en Twitter es si Musk sabe lo que está haciendo o solo piensa mientras habla. Una pequeña prueba de improvisación es que, de repente, la herramienta Birdwatch, en pruebas en EE UU, se ha convertido en indispensable para que Twitter se convierta en una fuente indispensable de información global. Para Musk, los periodistas son más un obstáculo que un requisito para obtener buena información.

Birdwatch, que para Musk se llamará “notas comunitarias” (que es un nombre que a Jack Dorsey, cofundador de Twitter, le parece mal), es un sistema que permite a usuarios contrastados de Twitter votar en comentarios a tuits. Son notas al pie que dan contexto al tuit de un político, por ejemplo. Si un comentario obtiene votos positivos de usuarios de distintas ideologías, se publicará. Es fácil imaginar que surgirán batallas políticas en esos comentarios, pero idealmente podrían aportar un tipo de información valiosa en el Twitter que Musk sueña.

Musk se quejó en público de la falta de apoyo que recibe de las empresas anunciantes. Ahora mismo, la publicidad representa el 89% de los ingresos de Twitter. Musk cree que su influencia es excesiva y desproporcionada, sobre todo en momentos como el actual, cuando algunas amenazas de boicot pretenden hacerle cambiar de planes. Un argumento a favor del modelo de las suscripciones es que los anunciantes tendrían menos peso, como sucede en los medios de comunicación que han dado ese mismo paso.

Musk va a probar otros cambios, pero la suscripción es quizá su mayor apuesta; una que puede hundir o revitalizar la red. La falta de alternativa inmediata, el gusto por el texto y el impacto que tiene en generaciones que la han usado para informarse, pelear y celebrar (y que tienen pocas ganas de probar otras plataformas), pueden contribuir a su éxito.

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Sobre la firma

Jordi Pérez Colomé
Es reportero de Tecnología, preocupado por las consecuencias sociales que provoca internet. Escribe cada semana una newsletter sobre los jaleos que provocan estos cambios. Fue premio José Manuel Porquet 2012 e iRedes Letras Enredadas 2014. Ha dado y da clases en cinco universidades españolas. Entre otros estudios, es filólogo italiano.

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