De “crisis de la covid” a “crisis del cocido”: por qué mete la pata el autocorrector y cómo arreglarlo
Los teléfonos inteligentes intentan aprender de los usuarios y mejorar la escritura con mayúsculas automáticas, puntuación inteligente o texto predictivo. No siempre aciertan
No es lo mismo escribir “mi vida” que “mi visa”. Tampoco “crisis de la covid” que “crisis del cocido”. Ni “se me fue el internet” que “se me fue el interés”. El autocorrector, aunque a veces sea el mejor aliado del usuario de un teléfono inteligente, también puede jugarnos malas pasadas. Cazando faltas es un hacha. Rara vez se le pasa una. Pero a veces es incapaz de comprender el contexto y sustituye lo que uno quiere decir por palabras absurdas. ¿Cómo funcionan los autocorrectores de los teléfonos inteligentes? ¿Por qué a veces cambian palabras que están escritas de forma correcta? ¿Se puede evitar de alguna forma?
Susana Ladra, vicepresidenta del Colegio Profesional de Ingeniería en Informática de Galicia (CPEIG), explica que “el funcionamiento exacto de cada autocorrector es un secreto bien guardado por las distintas compañías y desarrolladores de software”. La idea de corregir de forma automática lo que escribe el usuario no es nueva: “Ya a principios de los años setenta encontramos métodos para decodificar entradas ambiguas de los teclados de 12 teclas de los teléfonos tradicionales”.
Con la llegada de los teclados virtuales y la capacidad de cómputo de los últimos móviles, “la autocorrección ha ido mejorando cada vez más”. Estas herramientas, según resalta Ladra, utilizan cada vez más fuentes de información para realizar sus correcciones. Tienen en cuenta desde el tiempo de pulsación de las teclas hasta los datos del acelerómetro o las posiciones táctiles inciertas. En general, lo que hacen los autocorrectores es “comparar las palabras que vamos escribiendo con un modelo estadístico del lenguaje”. “Algo así como un diccionario con una probabilidad para cada entrada”. Si no encuentran la palabra que escribe el usuario, la sustituyen por una “más probable y similar”.
En la mayoría de teléfonos inteligentes, el autocorrector suele venir activado por defecto. Si no es así, ponerlo en marcha es muy sencillo. Basta con entrar en los ajustes del teclado y activar la autocorrección. Además, hay muchas otras funciones que pueden resultar útiles para mejorar la escritura: desde las mayúsculas automáticas a comprobar la ortografía pasando por la puntuación inteligente o el texto predictivo. Al activar esta última opción, a medida que el usuario escribe, aparecerán opciones de palabras y frases que probablemente quiera poner a continuación en función de sus conversaciones pasadas, su estilo de escritura e incluso los sitios webs visitados.
No toda la culpa es del autocorrector
Ladra, que también es colaboradora del Consejo General de Colegios Profesionales de Ingeniería Informática, indica que un mismo autocorrector podría “sugerir o cambiar palabras distintas ante dos usuarios diferentes en función de lo que haya aprendido de ellos”. “La paradoja de los autocorrectores es que cuanto más los usamos más se parecen a nosotros mismos”, comenta Carlos Cetina, doctor en Ingeniería Informática y director del máster universitario en tecnologías software avanzadas para dispositivos móviles de la Universidad San Jorge. De hecho, hace mucho tiempo que los autocorrectores “dejaron de ser meras listas de parejas de palabras donde al lado de la palabra escrita en su forma incorrecta aparece la forma correcta de escribirla”.
A día de hoy son sofisticadas inteligencias artificiales que han aprendido los patrones de cómo escribimos y que, tal y como explica Cetina, “incluso siguen aprendiendo en nuestros móviles cada vez que escribimos algo nuevo”. Quizás entonces haya que pensarlo dos veces antes de echar la culpa al corrector. “Muchas veces atribuimos a un error de los autocorrectores lo que en realidad es un reflejo de nosotros mismos”, señala. Si el autocorrector insiste mucho en sugerirnos algo, “es que tal vez lo ha aprendido de nosotros mismos”. El experto pone el siguiente ejemplo: “Quizás si a un usuario le cambia la palabra ‘foto’ por ‘fito’ es porque conoce sus gustos musicales mejor de lo que cree [por el grupo Fito & Fitipaldis], o simplemente Fito es un nombre que el usuario utiliza muy habitualmente”.
Aun así, los autocorrectores actuales, que se basan en modelos estadísticos del lenguaje, todavía tienen bastante margen de mejora. “Aunque generalmente permiten mejorar los textos, como cualquier modelo estadístico, pueden cometer errores. Incluso el mejor autocorrector puede cometer un 5% de fallos”, comenta Ladra. Para Cetina, uno de los talones de Aquiles de la inteligencia artificial es el de “entender bien el contexto en el que se utilizan las palabras”.
A día de hoy los usuarios son los encargados de comprender las circunstancias de cada situación para echar una mano al corrector: “Como en todas las relaciones, lleva tiempo y dedicación conocerse el uno al otro y eso mismo es lo que nos pide nuestro autocorrector”. A ello se suma el imparable avance de la globalización, que hace las cosas todavía más difíciles a estas herramientas: “La globalización favorece que tomemos prestados más y más términos de otros idiomas. Sin embargo, los autocorrectores no están preparados para este nuevo desafío y de nuevo dependerán de nosotros para estar a la altura”.
Trucos para evitar errores reiterados
Para sacar el máximo partido al autocorrector, Ladra considera que lo mejor es “no dejarle ser autónomo, sino considerarlo como una sugerencia de corrección”: “Revisar siempre bien el texto que se envía, ya que a veces es posible que los fallos sean obvios, pero pueden causar problemas de comunicación entre emisor y receptor”. Además, teniendo en cuenta que el corrector aprende de los propios usuarios, fijarse en escribir bien puede resultar clave.
Aun así, muchos usuarios observan que el autocorrector siempre malinterpreta y cambia (para mal) alguna palabra concreta. Que parece imposible enseñar a la máquina a enmendarse por muchas veces que se escriba bien el término. Pero hay trucos para remediarlo. En los iPhone, se puede usar la función “sustitución de texto”, que se encuentra en los ajustes del teclado (ajustes-general-teclado). En principio esta opción está pensada para crear atajos y reemplazar una palabra por una frase más larga —por ejemplo, para que al escribir “bn” ponga directamente “buenas noches”—. Pero el usuario también puede utilizarla para cambiar automáticamente una palabra que el corrector siempre altere de manera desacertada.
En el caso de Android, para utilizar esta alternativa habría que entrar en los ajustes del teclado y pulsar en la pestaña “diccionario personal”. Si es la primera vez que se entra, no habrá ninguna palabra añadida. Solo habría que pulsar en el signo “+” para añadir cualquier término que el autocorrector no suele reconocer.
Aunque tanto el autocorrector como otras funciones como el texto predictivo o la puntuación inteligente pueden facilitar la escritura, especialmente a aquellas personas que teclean a toda velocidad, hay quienes pueden preferir tener todo desactivado. De esta forma, evitarían que en ninguna circunstancia unas palabras se cambien por otras involuntariamente. Para ese tipo de usuarios, bastaría con ir a los ajustes del teclado y desactivar dichas herramientas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.