“Es importante que el niño interrogue a sus abuelos para entender cómo era el mundo antes de Internet”
La programadora, escritora infantil y profesora Linda Liukas participa en un proyecto con la Fundación La Caixa para promover el uso de la tecnología en la escuela y romper con los prejuicios
Linda Liukas (Helsinki, 34 años) entendió muy pronto que el ordenador podía ser cualquier cosa, que se podía jugar con él, aprender de él, en definitiva, experimentar con él. Y eso mismo es lo que quiere enseñar a los niños. Es programadora informática, escritora infantil y profesora de programación no ve la tecnología como algo dañino para los alumnos, sino como un elemento que les puede ayudar y desarrollar su creatividad y experiencia.
Este mes, sus ideas han cruzado las fronteras españolas. Junto con la Fundación La Caixa, la programadora ha llevado a cabo un proyecto que se resume en unos 30 videos de un minuto para promover el uso de la tecnología en la escuela y romper con los prejuicios. “Es para que los profesores vean lo que se puede hacer y enseñar con un ordenador. Pronto el dispositivo sustituirá el lápiz y tenemos que preparar a los profesores para eso. ¿Cuál es el futuro de las asignaturas con un ordenador?”, pregunta con una sonrisa de oreja a oreja por videollamada. “Debemos entender bien en qué somos mejores y en qué lo son las máquinas”, propone.
- P. ¿Qué es lo que nos falta para llegar a utilizar el ordenador como una herramienta más en el colegio?
- R. No basta con traer la tecnología a clase, hace falta invertir en profesores y eso lo dejamos mucho de lado. Pero una cosa importante para un niño es la necesidad de mirar atrás y aprender del pasado. Para mí fue fascinante este proyecto porque aprendí mucho sobre la historia de las matemáticas y quizás deberíamos hacer lo mismo con la tecnología. Es importante que el niño interrogue a sus abuelos para entender cómo era el mundo antes de Internet y tener una conversación sobre cómo quieren el mundo. Por ejemplo, ver si quieren tener todos estos servicios que les hemos dado y que digitalizan su mundo. ¿Cuándo pensamos en tecnología hoy que viene en la cabeza?
- P. Un smartphone, un ordenador…
- R. Exacto, pero antes la tecnología era un coche, la bombilla... Por ejemplo, hoy Internet es como un centro comercial dónde los niños campan a sus anchas, se pasean y eligen. Nosotros, los de mi generación, tenemos la suerte de haber visto el antes y el después de Internet, de haber esperado horas para descargar un vídeo. Y les tenemos que aportar esa perspectiva para que vean que un ordenador puede convertirse en lo que ellos decidan en un futuro. La mayor enfermedad de la tecnología es que no se enseña su historia.
- P. ¿Qué visión tiene un niño de la tecnología? ¿Qué dibuja, por ejemplo?
- R. Es una bonita pregunta. Cuando les pedí que me dibujasen Internet me presentaron una visión muy comercial, con Netflix y Minecraft, entre otros. No sabían ni qué era un navegador. Ya no existe esa imagen de las pequeñas piezas unidas por cables y de una información accesible y gratuita para todos.
- P. Lo que demuestra que la industria trata de venderles un producto, retener su atención y crea de cierto modo adicción...
- R. Sí, es verdad que ahora es lo que pasa y frente a ello, los padres siempre me hacen la misma pregunta en las conferencias: “¿Cuánto tiempo puede pasar mi hijo delante de un smartphone o una pantalla?” Y yo siempre contesto lo mismo: todo depende del contenido. Hay muchas cosas distintas que puede hacer con un ordenador. En resumen, la solución no es alejarles de la pantalla, sino enseñarles todas las cosas que se pueden hacer con ella, desde aprender un idioma, dibujar, tocar un instrumento, escribir y con todo eso se puede desarrollar la creatividad del niño. Hay que verlo como un lenguaje más para que se exprese y sea él mismo.
- P. Y si aprende todo esto enganchado a una pantalla, ¿qué pasa con su relación con el mundo exterior?
Bueno, lo primero que hay que saber es que los adultos, los que no han nacido metidos de pleno en la tecnología, se equivocan y no ven que el videojuego es un lugar social donde los niños tienen experiencias tan profundas como las podrían tener fuera. En Fortnite habla con sus amigos, construye y crea cosas como lo haría en un bosque. Luego, una vez se entienda eso, les toca a los padres demostrar al niño que todo lo que pasa en el mundo digital, también existe fuera de cierta forma. Que todas las experiencias las puede tener también en la vida real y empujarlo hacia ese bosque.
- P. Con las escuelas cerradas debido a la covid, los niños han aprendido gracias a la tecnología y quizás haya cambiado un poco ese dibujo de un Internet comercial...
- R. Sí, pero para mí el mayor reto es crear recuerdos. Nuestro año se ha esfumado y para muchos, es como si no hubiese ocurrido. Es nuestra curiosa percepción del tiempo. Normalmente la memoria se engancha a lugares y con el coronavirus, muchas de sus experiencias dependieron de las máquinas. Lo importante es crear recuerdos concretos para que se utilicen esas herramientas en un futuro.
- P. ¿Y ellos cómo ven esas máquinas? ¿Qué son para ellos? ¿Qué es lo más sorpréndete que ha oído?
Pues mira, le voy a dar una de las mejores respuestas que he me han dado. A una niña de apenas nueve años, que ahora debe ser una adolescente, le pedí que me definiera la tecnología. “La tecnología es la electricidad que me encanta, que uso para jugar, para hablar con mi mamá y que la gente usa”, me contestó. En realidad, es una respuesta básica y acertada que dice que es nuestra imaginación la que crea la tecnología que queremos en nuestro mundo. Si escucháramos más a los niños tendríamos un mundo digital mucho más hermoso y divertido
De niñas ambiciosas a mujeres desilusionadas
Linda Liukas tiene muy claro cuál es el lugar de la mujer en el mundo de la tecnología. Está convencida que de aquí a algunos años una mujer creará una empresa tecnológica de 1.000 de euros. “Están tomando espacio y me encantaría que eso pasase. Hay muchas mujeres en este ámbito, pero todavía falta por hacer”.
Las niñas con las que se cruza Liukas se ven como futuras ingenieras y plenamente capacitadas para dedicarse a la ciencia computacional. Sin embargo, en su entorno, la programadora finesa ve mucha desilusión y mujeres que terminan escapando de esa red. Desde la educación, las cosas cambian, pero el mundo en el que se meten luego, no. “Me cuentan algunas amigas que no te toman en serio como una ingeniera. No avanzan en su carrera porque cuando se trata de promoverlas, la industria sigue siendo sexista”, subraya. La pregunta que le taladra la cabeza es muy sencilla: ¿Seguro que estamos creando en el sector tecnológico un espacio real para las mujeres?
La experta está muy comprometida con el empoderamiento de la mujer a través de la programación, y es cofundadora de Rails Girls, una plataforma internacional que enseña los aspectos básicos de la disciplina a más de 10.000 mujeres por todo el mundo con voluntarios de 300 ciudades.
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