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Réquiem por el ‘a ver qué echan por la tele’

La tecnología reanima la televisión al convertirla en una pantalla de Internet y modifica las relaciones familiares en el salón de la casa

Raúl Limón
Wifi 7 que es
Un joven de Sevilla revisa la oferta de contenidos en Internet a través del televisor mientras su hermana consulta el ordenador y su madre, el móvil.PACO PUENTES

La televisión no ha muerto. El electrodoméstico que aglutinaba a las familias en el salón se ha convertido en una pantalla más y en esa transformación ha encontrado una nueva vida con la que plantar cara a los dispositivos móviles. Pero la tecnología no ha alterado solo los contenidos que se consumen sino también la forma de hacerlo y el escenario familiar. Ahora, cada miembro suele compartir el salón con su propia pantalla o se decide en común qué se sigue, cuándo y cómo. “El ‘vamos a ver qué echan en la tele’ ha desaparecido”, advierte la directora de la Cátedra Unesco de Investigación en Comunicación y África (Africom) y exdirectora general de RTVE, Carmen Caffarel.

La tecnología no ha alterado solo los contenidos que se consumen sino también la forma de hacerlo y el escenario familiar

Según la empresa de seguimiento de audiencias Nielsen, más de la mitad de los usuarios de entre 18 y 49 años en EE UU ven poco la televisión convencional, la programación establecida. La cifra confirma que la tecnología ha generado una brecha entre los espectadores. “A los de más edad le falta educación digital para aprovechar lo que la digitalización ofrece. Sin embargo, en los jóvenes, la relación con las tecnologías es consustancial”, observa Caffarel, quien advierte que, en España, el porcentaje que ve la programación establecida por las grandes cadenas es aún muy alto.

Pero el aparato, que había cedido terreno ante teléfonos inteligentes y tabletas, empieza a recuperar audiencias como pantalla de videojuegos o para ver vídeos, películas y series desde Internet. En este sentido, la investigadora recela de los mensajes apocalípticos sobre la muerte de la televisión, aunque augura una adaptación progresiva de los medios a los usuarios, que ya demandan otra forma de ver la tele.

El 24,1% de la población española consume televisión de pago. En Europa, el 76%

Los datos avalan la tendencia. En España, el 24,1% de la población, según Kantar Media, consume televisión de pago. Aunque aún está lejos de las cifras europeas, donde el 76% está suscrito a una plataforma, los espectadores que quieren tener el control de su tiempo frente a la pantalla suman 6,5 millones. Las compañías de telefonía lo saben y todas ofrecen paquetes que incluye contenidos audiovisuales.

“No me gusta ver la tele, pero sí series y películas. La peste [la última serie de Alberto Rodríguez y Rafael Cobos] la he visto en el AVE porque viajo mucho”, comenta Ramón Frutos, un ingeniero de 34 años que trabaja en una empresa con sedes en varias provincias españolas y que identifica “ver la tele” con someterse a la programación prevista.

“El consumo ha cambiado. Hay un gran crecimiento de plataformas como Netflix, HBO o Amazon porque ya no se admite la esclavitud de los horarios impuestos”, afirma Ana Almansa, profesora de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la Universidad de Málaga. A esa disponibilidad se ha sumado un precio de suscripción asequible y la mayor adecuación de espacios como las series a la menor capacidad de atención, en tiempo, de las nuevas generaciones, según añade Caffarel.

A la libertad de visionado se ha sumado un precio de suscripción asequible y la mayor adecuación de espacios como las series a la menor capacidad de atención, en tiempo, de las nuevas generaciones

Almansa no ve negativas las nuevas formas de consumo que ha traído la era digital: “Debemos quitarnos los prejuicios. Es posible que potencie cierta forma de individualismo, pero antes se ponía todo el mundo frente a la tele y la criticaban porque decían que afectaba a las relaciones familiares”.

Xavier Coller, sociólogo de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, también ve aspectos positivos y negativos: “Cuando cada uno ve programas distintos se elimina algo que antes compartían todos y el salón pierde su carácter de centro familiar. Pero no es mejor ni peor. Ahora hay familias que se reservan momentos sin conexión o que pueden disponer del tiempo de ocio porque, si quieren ver algo, lo pueden programar cuando ellos quieran y hacer otra cosa juntos, aunque sea en horario que aún se considera de máxima audiencia. A la generación que creció con dos canales y donde el mando a distancia era el más pequeño de la familia, le puede costar adaptarse, pero las nuevas tecnologías están permitiendo otro tipo de relaciones”.

Hay jóvenes que organizan quedadas para ver una temporada o que comparten la suscripción a un canal de pago

Caffarell añade un ejemplo: “Hay jóvenes que organizan quedadas para ver una temporada completa de una serie”. Santiago Velázquez, un adolescente de 16 años de Sevilla, comparte la suscripción a Netflix con otros tres amigos y cada uno lo ve en las cuatro pantallas permitidas con la misma cuota. “Por menos de cuatro euros, vemos lo que queremos cuando queremos”, justifica.

Incluso en los espectáculos en directo, donde la televisión mantiene su hegemonía, los usuarios han incorporado otras plataformas complementarias. Es el caso del reciente festival de Eurovisión, que ya no se concibe sin Twitter u otra red social en activo, o de las finales deportivas, que se siguen con los comentarios en directo de otros medios. Según un estudio encargado por Google, dos de cada tres espectadores consultan otro dispositivo durante las pausas publicitarias en televisión.

También cambia el modelo de negocio

La incorporación de Internet no solo ha alterado el uso de la televisión y las relaciones personales, también ha modificado el mercado publicitario y el modelo de negocio.

La televisión de pago, sin anuncios, ya habla cara a cara con el antiguo modelo. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) calcula que la primera obtuvo en el último cuatrimestre del pasado año 564 millones de euros, con un crecimiento del 14%, frente a los 560 millones de las plataformas abiertas.

En cuanto a la publicidad, que no es el eje central de los canales por suscripción, los ingresos solo representaron para estos 24 millones de euros, mientras que la televisión en abierto acaparó 513 millones.

“Los anuncios en los medios convencionales siguen teniendo mucho peso, pero el futuro es digital”, advierte la catedrática Carmen Caffarel.

YouTube se ha sumado a esta afirmación y va a incorporar a la pantalla de televisión sus plataformas publicitarias AdWords y al DoubleClick Bid Manager.

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Sobre la firma

Raúl Limón
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, máster en Periodismo Digital por la Universidad Autónoma de Madrid y con formación en EEUU, es redactor de la sección de Ciencia. Colabora en televisión, ha escrito dos libros (uno de ellos Premio Lorca) y fue distinguido con el galardón a la Difusión en la Era Digital.

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