“Viviremos en naciones automatizadas”
Científico de la computación. Voz respetada en Silicon Valley, es la conciencia de un mundo que avanza sin freno. Dice que no hay que temer a la inteligencia artificial
Jerry Kaplan es, en muchos aspectos, la conciencia de un mundo que avanza sin freno. Autor y profesor de la Universidad de Stanford, se ha convertido en una de las voces más reconocidas de Silicon Valley. Fue uno de los primeros en contemplar e impulsar el fenómeno de las start-ups. Y, popularmente, se le reconoce como la persona que vaticinó y conceptualizó las tabletas mucho antes de que el iPad fuese una realidad.
Kaplan (Nueva York, 1952) recibe a EL PAÍS en su casa de San Mateo, en la bahía de San Francisco, una mansión de 1904 cuyas cenas reúnen a lo más granado de la zona. En la entrada tiene un recuerdo especial, una foto de la visita de Hillary Clinton a su hogar el pasado 24 de marzo, cuando parecía tener todo a su favor para ser presidenta de Estados Unidos. En septiembre, publicó en España Abstenerse humanos (editorial Teell), un ensayo en el que analiza el impacto de la inteligencia artificial en nuestras sociedades.
PREGUNTA. ¿El avance de la inteligencia artificial es una amenaza para el mundo en que vivimos?
RESPUESTA. Me temo que hay demasiados malentendidos. Va a llevar tiempo y muchas demostraciones cambiar esa concepción. En el mundo occidental siempre hemos relacionado la inteligencia artificial con el entretenimiento, pero va a traer muchos avances y cambios positivos.
P. ¿Qué ocurrirá con el empleo en el futuro?
R. Habrá una continuación del proceso de automatización que ya vivimos. No será tan distinto, pero la sociedad siempre reacciona con miedo. Pasó con la revolución de los motores, con la máquina de vapor, con la llegada de la electricidad, con la electrónica y, ahora, con la robótica.
P. ¿Cómo afectará económicamente?
R. Estaremos rodeados de máquinas que producirán más rápido, a un coste menor, con mejor uso de los recursos. En un plazo medio superarán las capacidades humanas. En la primera era de la informática, cuando se hicieron cálculos y se dio por buena la ley de Moore [la potencia de los ordenadores se duplica cada dos años], bajó el precio de los componentes y se aumentó su capacidad de cálculo. Eso va a seguir ocurriendo. Por ejemplo, en el caso de los coches, los humanos no los van a fabricar, ni a conducir. Lo harán las máquinas y nos transportarán con inteligencia artificial.
P. ¿Qué pasará con los ciudadanos? ¿Ya no tendrán trabajo?
R. Viviremos en naciones automatizadas. Mi percepción es que seremos más ricos, habrá más dinero disponible en el sistema y se creará más empleo. No solo en el sector de servicios y entretenimiento, porque la gestión del tiempo será diferente, sino también en el tipo de trabajo. Será necesario contar con diseñadores, gente que piense en las experiencias de uso, programadores, expertos en la relación entre máquinas y humanos…
P. A pesar de sus palabras, el coche sin conductor sigue generando desasosiego en muchas personas.
R. Esos miedos son una prueba de que aún estamos lejos de que sea una realidad. En ciertas condiciones, ya sea por clima, por el tipo de carretera o por un tráfico denso, todavía tiene algunas complicaciones, pero será lo normal. Lo que se está probando hoy es el comienzo de lo que tendremos de manera habitual dentro de 20 años. Esto va a cambiar las ciudades y las relaciones de manera profunda. Por ejemplo, tendremos un coche automatizado para viajar, pero quizá prefiramos alquilarlo solo para ese viaje. Y, muy probablemente, estaremos suscritos a uno compartido para nuestros trayectos en el día a día. Se fabricarán coches diferentes, pero quizá ya no sean un símbolo o una posesión. Mis nietos no van a tener que aprender a conducir. Si lo hacen será por diversión, para competir en carreras entre humanos.
P. Veo que usa un Apple Watch Nike+, la versión para los que salen a correr. Usted que vaticinó la tableta, ¿qué opina de estos pequeños ordenadores de pulsera?
R. Lo tengo desde hace muy poco. No soy, como dicen por aquí a los que se compran todo los primeros, un early adopter, pero sí creo que la combinación de hardware y software en la muñeca ha dado grandes pasos. Tengo este modelo por estética, más que por ser deportista. Resulta muy práctico. Han conseguido el milagro de que yo vaya un poco a la moda.
P. ¿Estos aparatos tienen sentido desde el punto de vista de la salud?
R. Si sirven para educar, para prevenir y para conocernos mejor, sí.
P. ¿Cómo afectará la inteligencia artificial en el terreno militar?
R. Se hará más daño con un coste menor. Todo será mucho más dirigido, y más letal.
P. La educación es uno de los temas que más ha tocado en sus libros, ¿cómo será en el futuro?
R. La educación me interesa como vector de cambio. Combinada con la tecnología va a constituir una oportunidad de ofrecer mejor formación a más personas y a un coste menor.
P. Pero usted es profesor en Stanford, el faro de la Costa Oeste…
R. No exactamente. Soy profesor visitante, pero no tengo una plaza, y lo prefiero así. Tengo una postura muy crítica, a la vez que admiro la institución.
P. ¿En qué sentido?
R. Aquí se habla mucho de diversidad, porque en todo Silicon Valley es un problema. Y es cierto. Stanford es el lugar más diverso en sexo, raza, nacionalidad… Pero se ha conseguido crear la mayor concentración de gente privilegiada y diversa porque es una institución muy cara y solo tiene acceso quien puede pagar. La consecuencia es que tienen la élite más diversa del mundo, con los más ricos de Japón, Hong Kong, China, familias poderosas de todo el mundo…
P. Como precursor del movimiento start-up, ¿cómo ve su impacto?
R. Tiene dos vertientes. Por un lado, ha convertido este rincón del mundo en el centro de diseño de productos, el que da reputación; como Nueva York con las finanzas. Ha sido un factor de desarrollo. Al mismo tiempo, ha dejado a muchos de lado; el coste de la vida es altísimo.
P. ¿Cree que se puede aplicar el modelo en todo el mundo?
R. Se puede ser emprendedor y no serlo al estilo de Silicon Valley. Eso está bien también. Aquí tenemos un método peculiar que busca un crecimiento muy alto y muy rápido, pero hay una gran tolerancia con el error. Se invita a cambiar rápido si algo no funciona. Por ejemplo, aquí se dejó caer a los bancos, mientras en otros países todavía se está pagando el rescate. Aquí fue doloroso pero rápido.
P. En la entrada tiene una foto de Hillary Clinton, ¿qué opina del triunfo de Trump?
R. No voy a hablar de política.
P. Digámoslo de otro modo, muchos han culpado a Facebook del resultado electoral. De repente, nos hemos dado cuenta de que vivimos en burbujas con nuestros amigos. ¿Qué opina?
R. Yo soy el primer sorprendido con el resultado. La política no es entretenimiento, no puede serlo. Hemos terminado con un presidente que no está preparado para serlo. Estamos ante una situación peligrosa para todo el planeta. Nadie conoce su punto de vista. Vamos a ser menos importantes en el resto del mundo.
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