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“Tus hijos te volverán a encontrar en Facebook aunque estés muerto”

La experta analiza las formas en las que los fallecimientos reales se manifiestan en la Red

Cristina Galindo
Stine Gotved.
Stine Gotved.

Internet es un mundo en el que cada vez más gente pasa, durante más tiempo, su vida (en modo virtual). Y donde, por supuesto, también se muere o, según se mire, se vive para siempre. Stine Gotved, cibersocióloga y profesora en la IT University de Copenhague, estudia las formas en las que los fallecimientos reales se manifiestan en la Red. En 2012, impulsó una red internacional de investigación sobre la muerte online que agrupa a 60 expertos de todo el mundo volcados en esta nueva realidad en la que los hijos heredan los perfiles de Facebook de sus padres, se puede acceder de forma automática a información virtual sobre el difunto a través de códigos incrustados en las lápidas y los libros de condolencias tienen formato electrónico.

Pregunta. ¿Cómo está Internet cambiando el duelo y el recuerdo de los muertos?

Respuesta. La actividad online marca un cambio en la forma de enfrentarse a la muerte y la cultura que la rodea. Cada vez más gente tiene activos digitales, un legado virtual y un perfil personal en la Red. Los enfermos buscan información sobre cuidados paliativos en Internet, se puede planear un funeral a través de la Red... Las redes sociales están canalizando la cultura de compartir lo que es emocionalmente importante. Cuando experimentamos algo, queremos compartirlo, y queremos compartirlo inmediatamente. Y cada vez más, sobre todo entre los más jóvenes. Cuando Facebook empezó, todo consistía en dar me gustas. Ahora también nos gusta compartir emociones, aunque sean sentimientos de tristeza por haber perdido a alguien cercano.

P. ¿Esas emociones compartidas en el mundo digital son auténticas?

R. Sí, sí. Hoy en día un montón de gente socializa de forma online. Tienes a tus amigos online, contactas con ellos online y compartes tus emociones con ellos online; y offline también por supuesto. Es más importante el mensaje que el medio. Para los adolescentes sobre todo es otra forma de estar con sus amigos, una más. Son, simplemente, amigos compartiendo.

P. Parece que el mundo real y el virtual se funden, ¿y se confunden?

R. Especialmente en Facebook. En esta red social, tus amigos suelen ser amigos en la vida real, o conocidos al menos. En Instagram, Twitter, es diferente. Porque no conoces a muchos de tus seguidores. Así que, cuando se trata de Facebook, sí creo que se confunden, es lo normal.

P. Usted afirma que hay una intersección creciente entre lo público y lo privado en las cuestiones relacionadas con la muerte. ¿Puede poner algunos ejemplos?

Nos gusta compartir emociones, aunque sean sentimientos de tristeza por haber perdido a alguien cercano

R. Cuando hablo de ello me refiero, entre otras cosas, a los códigos QR que se colocan en las tumbas y permiten acceder a información online sobre el fallecido a través del móvil o un portátil. Allí, en un cementerio, en un espacio público abierto, accesible para todo el mundo. Cualquiera puede acceder a ese código y ver la información, a veces muy íntima. Esa es una intersección poco habitual entre lo público y lo privado. Mucha gente no se da cuenta de que la información que está en la Red es pública.

P. El acceso público a la información privada de gente fallecida genera dilemas éticos. ¿De qué tipo?

R. Tenemos un caso muy ilustrativo en Dinamarca. Una persona creó una de esas webs que mandan una invitación a los allegados para que escriban frases online que recuerden al difunto. Los homenajeados eran dos chicos jóvenes. Pero en realidad era todo una estratagema de ese individuo para atraer tráfico. Las personas contactadas ni siquiera conocían a los muertos. También están los trols que cuelgan mensajes ofensivos en las páginas de Facebook que recuerdan a una persona muerta.

P. Hubo una polémica a raíz de una nueva tendencia: los selfies en funerales.

R. Creo que se trata de un uso cultural. Esos selfies son tomados en funerales, pero no suelen enseñar el ataúd ni el fallecido. Es una forma de comunicación de algunos jóvenes. Es más una forma de declarar un estado de ánimo. De decir “estoy triste”.

P. Todos estos nuevos servicios online relacionados con la muerte, ¿cómo ayudan a la gente?

R. Compartir significa mucho en las redes sociales. Es una forma de conexión, de saber que formas partes del grupo, de que no estás solo. Eso, sobre todo en la adolescencia, es muy importante.

P. ¿Es tan importante nuestro legado digital?

R. Depende de qué tipo de material. Hay fotos de familia que tienen mucho valor. Esas cosas pueden ser muy importantes, sobre todo para tus descendientes. Hay que pensar qué es valioso en la Red. Por ejemplo, el perfil de Facebook. Cuando muramos, ¿qué más nos da qué pase con él? No nos importa. Pero puede ser realmente valioso para tus hijos, porque a través de tu muro pueden verte, ver qué hacías, qué compartías, qué pensabas. Te vuelven a encontrar. Es tu recuerdo y lo pueden convertir en un homenaje.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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