Emprendimiento ligero: construye, mide y aprende
Interpreta el mercado y tendrás éxito. Esta es la promesa del 'lean startup', una apuesta por la presentación inmediata del producto para recabar la opinión del usuario
Eric Ries tuvo la fortuna de estar en el momento y lugar apropiados. Su nombre está asociado al dinero fácil que rodea a las startups de éxito en Silicon Valley, pero, tras un traspié, Ries recogía velas en la universidad. Atrás dejaba una sólida reputación como organizador de alocadas fiestas en las que cuentan que dilapidó una cifra escandalosa. Sin embargo, la suerte no lo había abandonado. Allí conoció a dos de los mayores teóricos en modelos de gestión, así que Ries no dejó pasar la oportunidad y aunó sus enseñanzas: nacía el lean startup o emprendimiento ligero.
Se trata de una de las muchas leyendas que alimenta ese hervidero de creación que desde California está cambiando el mundo. Lo constatable es que Eric Ries, hoy con 35 años, publicó El método lean startup (Deusto Ediciones, 2012), y que en su breve recorrido se ha transformado en una auténtica brújula para el lanzamiento de negocios. Por cierto, los dos influyentes teóricos de Ries son Steve Blank, creador del customer development methodology (metodología del desarrollo de clientes), y Kent Beck, uno de los impulsores del agilismo empresarial, según cuenta Mario López Ávila, consultor y profesor de IE Business School, que se ha convertido en un apasionado divulgador de la teoría.
El lean startup apuesta por el uso de la metodología científica centrada en el interés del consumidor para facilitar la que quizá sea la gran enseñanza de Ries: el empresario que triunfa es el que aprende más rápido. “Cuando se trabaja en un producto muy novedoso se genera incertidumbre, lo que hace imposible trazar un plan empresarial a un año”, explica López Ávila. “Debes moverte dando pasos cortos y saliendo a la calle para recabar el feedback de tu potencial cliente. Se trata de ofrecer el producto lo antes posible y analizar la respuesta del mercado a través de test, encuestas o entrevistas que validen o invaliden tus hipótesis. La información recabada en este proceso servirá para seguir trabajando”.
Siéntate con tu cliente
De una revista online para cicloturistas a una aplicación para jugar mientras se pedalea. Así se resume el recorrido del joven Santiago Casado, quien ha seguido las teorías del emprendimiento ligero para implantar RiderState, una app con usuarios en 55 países tras su validación a través de cientos de encuestas y entrevistas. "Probamos muchas cosas y nos equivocamos muchas veces, pero si algo he aprendido en este proceso es la importancia de sentarse a hablar con quien va a utilizar tu producto; da igual que aún sea una idea, lo importante es saber qué te cuenta el cliente", defiende este emprendedor madrileño de 28 años.
Este modelo, que se puede sintetizar en “construye, mide y aprende”, resulta de especial interés para los proyectos empresariales “con un fuerte componente de innovación”, explica López Ávila. “No hay otras experiencias a las que mirar, por eso es tan útil construir algo barato y rápido que se pueda presentar”. Es el producto mínimo viable sobre el que empezar a trabajar. En el caso de Arash Ferdowsi y Drew Houston, creadores de Dropbox, se utilizó un sencillo vídeo en el que se presentaba la propuesta de almacenamiento en la nube. Las miles de interacciones que se consiguieron en las primeras 48 horas confirmaron que la propuesta interesaba. “Lo importante es cerciorarse de que cubres una demanda real, analizar el uso que da tu cliente y mejorar tu oferta”, sintetiza López Ávila.
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