Carballo, el político del silicio
Un ingeniero madrileño se presenta a concejal del distrito más rico de San Francisco
Tenía 17 años cuando escuchó por primera vez el término. Silicio. La profesora de química se deshacía al describir las bondades del material. Juan Antonio Carballo (Madrid, 1970) consagró su carrera a explorar lo que podía dar de sí. Desde hace 20 años vive en Estados Unidos, con una sola interrupción, un año Shanghái. Su última inquietud, presentarse a representante por el partido demócrata en el distrito 2, el más próspero y selecto de San Francisco, donde estableció su residencia hace 10 años y cría a sus dos hijos, de cuatro y seis años.
¿Qué le lleva a un doctor en ingeniería informática a meterse en política? “La desigualdad. Esta es la ciudad con mayor renta per cápita de EE UU, pero con unos servicios públicos muy deficientes, sobre todo si se compara con Madrid o Barcelona. También con Nueva York, donde es normal que el banquero vaya en el metro, porque es la mejor opción. Aquí sigue siendo una cuestión de clase social”, argumenta. En San Francisco, según los datos oficiales del ayuntamiento, solo el 30% de los habitantes se desplaza en transporte público. No es extraño que Uber naciese aquí.
Su propuesta política pasa por mejorar el transporte, con especial interés en modernizar el flujo del tráfico rodado: “Los semáforos se pueden optimizar según la cantidad de coches y la hora”. El gasto de papel en el ayuntamiento tampoco le parece acorde con los tiempos: “El ayuntamiento es lento y burocrático, como de hace 40 años. Tengo formación para cambiarlo y, sobre todo, se pueden ahorrar tres millones de dólares al año si se reducen los documentos impresos”. También propone buscar acuerdos entre empresas privadas y las organizaciones públicas. “Aquí es algo obvio, que puede ayudar a reducir el gasto. Se trata de dar derechos de adopción a comercios, bancos e instituciones para que cuiden de las calles, parques, centros de acogida. No se trata de vender la ciudad a las marcas, sino de tener tacto. La situación de las calles tampoco es demasiado halagüeña: “No es muy normal pasar por mansiones de más de 10 millones de dólares con socavones en la acera”.
Su libro, “Diseño de chips para no diseñadores”, se ha convertido en el manual de iniciación en varias ingenierías. A lo largo de su carrera siempre ha estado muy cerca de los procesadores. “Me hace ilusión decir que algunos de los chips en los que he trabajado hacían funcionar la PlayStation. O que formemos parte de la antena de wifi o del GPS de los iPhone”, proclama. Carballo cuenta con más de 40 patentes registradas y ejerce como ejecutivo de ventas en Broadcom, la empresa que compró Netlogic, donde trabajaba anteriormente.
Lo habitual es que, como signo de gratitud, a aquellos que les va bien en su carrera, escojan algunas empresas para invertir su dinero y hacer que continúe el ciclo. En su caso, forma parte de Band of Angels, un fondo de inversión para empresas que dan sus primeros pasos. En su cartera, además de una empresa de energía solar, destaca Faraday, una empresa local que hace bicicletas eléctricas: “Admiro su pasión por el diseño, con un toque clásico, pero con los últimos avances”.
Carballo no cree que se avecine una segunda burbuja tecnológica. “Pensaban que Asia ganaría la batalla, pero no, solo tienen la manufactura. La creatividad, ingeniería, diseño… todo sigue aquí. Si quitas Skype, nada se ha inventado fuera de aquí en los últimos 10 años”.
Volver a España no lo contempla como una posibilidad: “Quiero mucho a mi país, pero no puedo desarrollar mi carrera allí. Al menos por ahora”. Aunque él ya superó esa fase es consciente de las muchas trabas que tienen los inmigrantes para establecerse en Silicon Valley: “Tener un doctorado ayuda. Así conseguí un visado de científico, pero no todo el mundo está en esa situación. Lo importante es subrayar que no se quiere quitar ningún puesto de trabajo, sino aportar conocimiento y mano de obra muy cualificada que aporta riqueza a esta región".
El 4 de noviembre vivirá su primera noche electoral como protagonista. Entonces tendrá que decidir si cambia su despacho en el valle por uno en el ayuntamiento: “Me gustaría poder hacerlo compatible, pero no es sencillo. Si mis vecinos depositan su confianza en mí, les debo cierta dedicación. Si no gano, seguiré aportando para mejorar la ciudad”.
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