Fin a los cuatro “noes” de WhatsApp
No a la publicidad, no a los juegos, no a las redes sociales y no a conservar los datos
"La publicidad no es la mejor manera de monetizar un servicio de mensajería". La frase es de Mark Zuckerberg delante de los trabajadores de WhatsApp, en el momento de anunciarles la compra, según ha informado a EL PAÍS fuentes de la reunión.
Con esa frase, el fundador de Facebook se comprometía a respetar uno de los principios de WhatsApp, que ha sobrevivido simplemente con el cobro a sus 430 millones de usuarios de un dólar al año.
Pese a la promesa de Zuckerberg, más pronto que tarde los abonados a WhatsApp se acordarán de cómo era el servicio antes del 19 de febrero de 2014. Los quejicas por tener que pagar 0,85 céntimos de euros al año llorarán por lo que fue y por lo que pronto va a dejar de ser.
De momento, los dos fundadores de WhatsApp se han comprometido a seguir con el servicio de mensajería que fundaron en 2009, que se mantendrá, según Zuckerberg, consejero delegado de Facebook, como un servicio independiente de la red social.
Pero las dudas se acrecientan al comprobar lo que ha sucedido con Instagram en menos de dos años desde su compra. Efectivamente su fundador ha seguido al frente del servicio, le ha añadido vídeo, ha crecido en usuarios, pero intentó -y no lo logró por el escándalo popular- quedarse con la propiedad de las fotos insertadas. Abortado el intento, sí que ha puesto en práctica el envío a sus abonados de fotos patrocinadas, que estima que son interesantes para los gustos de su abonado; es decir, que conoce sus gustos.
Si Facebook repite lo que ha hecho con Instagram -y en el caso de WhatsApp tiene más argumentos, pues ha pagado 20 veces más- romperá con la máxima del servicio de mensajería: no a la publicidad, no a los juegos, no a las redes sociales, no a la conservación de datos. Este último mandamiento les será imposible de cumplir en cuestión de semanas.
Zuckerberg, que se evadió de algunas preguntas en el encuentro con los empleados de WhatsApp, sí que anunció que los ingresos tenían que ir más allá del pago anual de un dólar. Lo más fácil, y ya medio en marcha, es la implantación de tarifas más altas para las empresas, y servicios especiales para ayuntamientos, como el caso de alertas o seguimientos puntuales de acontecimientos.
También extenderán sus funciones al mundo del ordenador, pese a su decadencia, y así dejar de ser un servicio exclusivo para móviles y, de esta forma, contrarrestar otros servicios de mensajería, como Line, que valen para todos los entornos.
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