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Robots y humanos, por fin colegas

La producción industrial incluye máquinas más sofisticadas y programables

Henrik Christensen, investigador de robótica.
Henrik Christensen, investigador de robótica.

En las fábricas, los robots suelen estar encerrados y alejados de los humanos en la línea de montaje por miedo a que los poderosos brazos de acero de las máquinas asesten un golpe accidental.

Pero ahora, unos robots industriales más cuidadosos están saliendo de detrás de sus vallas protectoras para trabajar hombro con hombro con las personas. Es un adelanto que ha sido posible gracias a unos sofisticados algoritmos y a las mejoras en tecnologías de detección, como la visión por ordenador.

La clave de estos nuevos robots es su capacidad para reaccionar de forma más flexible. Eso contrasta con las generaciones anteriores de robots que a menudo requerían una programación considerable para cambiar hasta el más mínimo detalle de su rutina, explica Henrik Christensen, director del programa de robótica del Instituto de Tecnología de Georgia. “Hay investigadores en laboratorios de todo el mundo que están construyendo robots que pueden predecir lo que harás a continuación y que están listos para ayudarte lo más posible”, señala.

Uno de estos investigadores es Julie A. Shah, profesora auxiliar del departamento de aeronáutica y astronáutica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Shah enseñaba antes a los robots a realizar tareas a la vieja usanza: pulsando un botón que básicamente les decía “bien”, “mal” o “neutro” mientras hacían cada parte de un trabajo. Ahora ha añadido una técnica llamada formación combinada, en la que los robots y los humanos intercambian sus papeles y aprenden los unos de los otros.

En un estudio reciente, Shah y un alumno hicieron que unos equipos realizaran una tarea de la línea de montaje: los humanos colocaban tornillos y los robots taladraban. Los compañeros de equipo intercambiaron los trabajos y los robots observaron a los humanos mientras taladraban.

“El robot recopila información sobre la forma en que la persona taladra”, y “añade esa información a sus algoritmos”, explica Shah. “El robot no asimila la forma idónea de taladrar. En cambio, aprende las preferencias de un compañero de equipo y también a cooperar”.

Cuando los equipos de la formación combinada recuperaron sus papeles originales, tanto los robots como las personas realizaron su trabajo de forma más eficaz. El tiempo que los humanos estaban desocupados mientras esperaban que los robots acabasen una tarea disminuyó un 41%, y el tiempo que los humanos y los robots trabajaban simultáneamente aumentó un 71%, en comparación con los equipos que trabajaban con los robots formados a la antigua usanza.

“Al aprender el papel de los humanos, el robot puede anticipar mejor las acciones y ser mejor compañero”, explica Andrea Thomaz, profesor auxiliar de informática interactiva del Georgia Tech. Los humanos también mejoran su capacidad para trabajar en equipo, señala Illah R. Nourbakhsh, profesor de robótica de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh. “No estamos acostumbrados a aceptar el punto de vista de un robot. Pero este estudio ha demostrado que, con las señales adecuadas, podemos aprender”, indica.

Ahora están llegando al mercado robots más delicados y de gran ayuda. Rethink Robotics de Boston comenzó en enero a enviar a sus clientes uno de dos brazos llamado Baxter, que cuesta 22.000 euros y puede trabajar sin estar encerrado, moviéndose entre la gente. Baxter es capaz de levantar objetos de una cinta transportadora. “No le tienes que decir la velocidad exacta”, asegura Rod-ney Brooks, fundador, presidente y director de tecnología de Rethink. “Ve objetos, los coge y adecua su velocidad a la velocidad del objeto”.

Una empresa danesa, Universal Robots, vende un robot de un brazo por 33.000 dólares que también se puede usar sin jaula. Los nuevos aparatos tendrán pronto aptitudes más avanzadas, según Stefan Schaal, profesor de ciencias informáticas, neurociencia e ingeniería biomédica de la Universidad de Southern California. Los robots serán capaces de usar Internet e intercambiar información, lo que dará lugar a unas enormes mejoras en su rendimiento. “Tardaremos en llegar a eso”, pronostica Schaal, “pero llegaremos”.

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