Se buscan mujeres creadoras de tecnología
Little Miss Geek quiere a convencer a las jóvenes de que la programación es un trabajo creativo y lucrativo
Isabelle Aleksander, de solo 16 años, pasa horas escribiendo códigos: quiere dedicarse a la ingeniería. Su pasión más reciente es el Raspberry Pi, un ordenador barato del tamaño de una tarjeta de crédito desarrollado para ayudar a enseñar programación.
Pero cuando comentó esta inclinación con su mejor amigo, la respuesta no fue la esperada. “Me dijo: ‘Un momento, ¿qué sabes tú de eso? Eres una chica...”, recuerda Aleksander con incredulidad.
Ella y otra amiga, Honey Ross, de 15 años, son dos de las pocas chicas de la King Alfred School, una escuela privada al norte de Londres, que muestran un profundo interés en la tecnología. Ambas dicen saber por qué: la programación puede parecer aburrida desde fuera, poblada sobre todo por chicos empollones. “Es una lástima”, comenta Ross entre clase y clase, en la sala de ordenadores. “Es un mundo increíble que está esperando la llegada de montones de chicas jóvenes”.
A Belinda Parmar le encantaría que eso ocurriera, sobre todo porque las estadísticas indican que las mujeres en el ámbito de la tecnología, que ya son relativamente infrecuentes, están a punto de escasear aún más.
El 24% de los puestos del sector tecnológico en EE UU están ocupados por mujeres, frente al 36% de 1991
Hace tres años, Parmar fundó Lady Geek, una asesoría que ayuda a las empresas de tecnología a contactar con clientas y a reforzar el número de mujeres en las plantillas. Convencida de que la falta de mujeres en el mundo de la tecnología tiene su origen en una vida anterior, el otoño pasado Parmar creó Little Miss Geek, una organización sin ánimo de lucro destinada a convencer a las jóvenes de que la programación no es un trabajo solitario y aburrido, sino creativo y, en última instancia, lucrativo. “Sueñan con utilizar el iPad mini y el último teléfono inteligente, pero no con crearlo”, se lamenta.
La consecuencia, señala Parmar, es que faltan mujeres en un sector que está cambiando el mundo, con buenos sueldos y en crecimiento.
El sector tecnológico en Gran Bretaña está integrado por un 20% de mujeres, según Eurostat; Parmar baja la cifra al 17%. Ninguna dista mucho de la media de la Unión Europea, situada en un 21,8%, o del índice estadounidense, según el cual, un 24% de los puestos del sector tecnológico están ocupados por mujeres, frente al 36% de 1991, de acuerdo con el Centro Nacional de Mujeres y Tecnologías de la Información de la Universidad de Colorado en Boulder.
Según Little Miss Geek, las jóvenes representan solo un 8% de los A-level, la selectividad de Gran Bretaña, en la especialidad de informática. En EE UU, un 19% de los alumnos de secundaria que realizan las pruebas de nivel avanzado son chicas, según el centro de Colorado.
Parmar atribuye parte del problema a la imagen. Cuando su equipo pidió a unos niños que dibujasen a una persona que trabajara en el mundo de la tecnología, todos pintaron hombres, a menudo con aspecto de frikis.
Parmar cree que algunas empresas se muestran condescendientes con las clientas al ofrecer aparatos de color rosa, y que las ofenden con modelos enfundadas en bikinis en las ferias tecnológicas. Cuando se matriculan en clases de informática, las chicas preadolescentes y adolescentes a menudo descubren que son las únicas en el aula. “Incluso aquellas a las que se les dan bien las matemáticas renuncian a ello. Lo único que quieren es integrarse”, asegura Marina Larios, presidenta de la Asociación Europea de Mujeres en la Ciencia, la Ingeniería y la Tecnología. Little Miss Geek dirige talleres escolares y organiza charlas de mujeres para los alumnos.
La situación es mejor en algunos países de Europa del Este y la región báltica que en Occidente. Según Eurostat, Letonia, con un 33%, presenta la proporción más elevada de mujeres en el sector de la programación en toda Europa, mientras que Rumanía tiene un 30,6%. Esto es un legado del comunismo, que apoyaba la igualdad entre sexos y formaba a mujeres como técnicos e ingenieros, explica Larios.
En el mundo en vías de desarrollo, el problema es más grave, señala Nigel Chapman, consejero delegado del grupo Plan International, dedicado al desarrollo. Muchas chicas no tienen acceso a la tecnología. Sin conocimientos informáticos, dice, “quedan excluidas de una de las principales armas para combatir la pobreza”
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