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Un chaval de Getafe se 'cuela' en un videojuego

Eduardo Morillo, de 24 años, se convierte en el primer jugador del mundo en contar con una réplica virtual para medirse con sus ídolos en Pro Evolution Soccer

Iván de Moneo
El jugador virtual Eduardo Morillo
El jugador virtual Eduardo Morillo

La formidable historia de Eduardo Morillo nace, como muchas otras, de una amistad. "A finales septiembre, mi mejor colega me comentó que me apuntara a un concurso para flipados del Pro Evolution como nosotros". Sin tiempo para pensarlo mucho -el concurso arrancaba en cuestión de días-, este joven de 24 años, que vive en Getafe, estudia Magisterio y reparte su tiempo libre entre la consola y los campos de tierra de su barrio, aceptó el reto de Konami, que buscaba al mejor jugador, aquel que dominara el Pro pero que también supiera jugar al fútbol. Eduardo encajaba en ese perfil: "Soy fan desde niño del Pro, no juego a otra cosa. Y desde los siete años llevo un balón pegado al pie, primero en la categoría de infantiles del Getafe y después en los equipos amateur de mi barrio, Perales del Río".

El ganador viajaría a Tokio, donde los creativos de Konami captarían sus movimientos y atributos físicos para después introducirlos en la última actualización del juego, disponible desde el 20 de diciembre. Una iniciativa inédita en el mundo de los videojuegos.

La gincana se celebró el 29 de septiembre en el Madrid Arena y a la llamada acudieron más de 100 chicos. "Primero pasamos pruebas físicas, como meter un balón por un agujero, driblar conos, pasar y rematar. Luego había que replicar esos mismos desafíos en la Playstation", explica Eduardo. Tras sucesivas cribas, el vencedor se dilucidaba a un solo partido. "Los dos finalistas elegimos el Real Madrid. Gané 6-1", recuerda con orgullo Eduardo, que reconoce que entonces  no fue muy consciente de que su gesta le daba el billete directo a Tokio, epicentro mundial de su afición a los videojuegos.

Traje de neopreno "con bolitas y luces"

Eduardo no es Cristiano Ronaldo pero el recibimiento que le brindó Konami en sus oficinas de Japón fue de auténtica estrella. "Me estaba esperando la plana mayor de la compañía a la entrada del edificio. Dos o tres jefazos y varios empleados alrededor haciendo fotos. Madre mía, pensé". En ese momento, confiesa, "fui plenamente consciente de la importancia que le conceden los japoneses a los videojuegos".

El punto álgido de su aventura, el que le hizo tocar con la punta de los dedos a sus ídolos, fue cuando los programadores de Pro Evolution digitalizaron sus movimientos. Enfundado en el mismo "traje de neopreno con bolitas y luces" que antes habían vestido Messi y Cristiano Ronaldo, Eduardo tuvo la libertad para recrear su estilo. "Tomé prestada la celebración del cangrejo que hacen en la serie La que se avecina", comenta.

El lifting prosiguió con una exhaustiva sesión fotográfica para dotar de rostro y perfil a su avatar. "Los amigos que lo han visto en Internet  me han dicho que estoy clavado". Para plasmar los puntos fuertes y débiles de su alter ego virtual el método fue mucho menos científico. Todo se despachó en una cena entre Kei Masuda, máximo responsable de PES 2013, y Eduardo. "Le pedí a Masuda que por favor no convirtiera a mi jugador en un paquete, que luego nadie querría jugar con él. Al final pactamos que tendría una media de 80 y que jugaría de mediocentro ofensivo, la posición que ocupo en la realidad"

Hacia un equipo de once fans

La aureola de estrella le acompañó a Eduardo los cinco días que duró su viaje a Tokio, planificado hasta el milímetro por la compañía de Osaka, que siguió a rajatabla el manual del perfecto anfitrión, con visita al barrio tecnológico de Akibahara incluida. Pero lo que recuerda con más cariño es la complicidad que entabló con Masuda. "El último día le reté a un partido en la consola, un Madrid-Barça que gané por 4-0", proclama, orgulloso. "Él es del Inter pero sus colegas de Konami le recomendaron coger el Barça para que tuviera alguna opción", revela entre risas. Más tarde sellaron la reconciliación en un bar a golpe de cervezas y con el Omar-Japón de clasificación para el Mundial de fondo. "Un plan muy japonés", resume Eduardo.

Pero el ocio nunca se impone al trabajo en un país como Japón. "Masuda y su equipo se quedaban en la oficina hasta las doce de la noche todos los días". Más de 100 personas, según sus cálculos, trabajando sin tregua, algunos optimizando el funcionamiento de los servidores en los que a diario se disputan decenas de miles de partidas y otros volcados en el futuro PES 2014. "No soltaron prenda de lo que tienen entre manos", lamenta. "Lo único que me dijeron es que van a renovar por completo el acabado gráfico y que el resultado será espectacular”. Eduardo solo tiene una súplica que hacer: "Que el juego siga siendo igual de divertido, porque a mí la escasez de licencias me da igual, ya que por Internet puedo actualizar plantillas y equipaciones".

Masuda, cerebro del PES, está convencido de que la aventura de su amigo español es solo el primer paso hacia una mayor implicación de los jugadores en futuras entregas. "Siempre ha sido algo que hemos fomentado. El año que viene espero que en lugar de un jugador sean al menos once fans para que puedan formar equipo y enfrentarse a las estrellas". Eduardo, por su parte, está encantado con la experiencia pero, puestos a pedir, le gustaría aprovechar su actual tirón mediático para conocer a los jugadores del Real Madrid, el club de su vida. "Me han dicho que será complicado, pero que todo se andará"

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Sobre la firma

Iván de Moneo
Es redactor en El Viajero desde 2019. Antes fue reportero de El País Semanal. Periodista de EL PAÍS desde el año 2000, ha ocupado distintos puestos de responsabilidad al frente de la Mesa Digital y ha colaborado con la sección de Tecnología, con reportajes sobre videojuegos.

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