Entre el fracaso de Zune y el éxito de Xbox
Microsoft necesita estar presente en los aparatos del futuro, y el pecé no lo es
Office y Windows en una tableta de Microsoft con teclado físico. La jugada parece redonda. No hay nada igual en el mercado. No puede decirse que con Surface, Microsoft se haya lanzado por la ventana, que se haya colocado a la vanguardia del consumo electrónico, pero sí que llega esta vez a tiempo y, sobre todo, con decisión.
Vanguardia no, porque el fenómeno de las tabletas, que previsiblemente superará a las ventas de portátiles en cuatro años, lo creó Apple hace dos con el iPad, pero tras el fracaso de los que llegaron por detrás con más tabletas (HP, aliada a Microsoft, por cierto, o Blackberry, por citar solo a dos) hay sitio para alguien con el dinero y la determinación de Microsoft. El reto de Surface, a simple vista, parece bastante más fácil que introducirse en el dominio japonés de los videojuegos, y lo logró con la consola Xbox. No solo eso, en algunos aspectos, como el juego online o el detector de gestos Kinect, se puso por delante.
Pero también hay que recordar el sonoro fracaso de Zune, un reproductor musical que salió tarde (tan tarde como ahora el Surface) para competir con el iPod. A diferencia del caso Zune, Microsoft rellena el Surface con un paquete al que la gente está muy acostumbrada: el sistema operativo Windows (versión 8 en el otoño) y también Office. Y lo completa con una carencia del iPad que, por otra parte, le aporta a Apple mil millones de dólares cada año en venta de accesorios: el teclado físico y la funda. Por lo anunciado ayer, parece que Microsoft se plantea la tableta más como un aparato para el trabajo, mientras que el iPad nació para el entretenimiento. “Un tableta que es un gran pecé; un pecé que es una gran tableta”, definió en la presentación del aparato Steven Sinofsky, presidente de Windows. Veremos.
Aparte de las apariencias, poco se sabe de sus características de funcionamiento, ni de su precio ni de su fecha exacta de salida. ¿La batería durará 10 horas como el iPad, o solo 5 como la mayoría de los ultraligeros? Parece claro que participará de su tienda de aplicaciones de Microsoft, que ha superado a la de Blackberry, pero necesitará atraerse a los desarrolladores de aplicaciones para que el aparato tenga éxito de salida. Pero no Microsoft no es un novato, ya antes lo consiguió con los estudios de videojuegos para Xbox.
A falta de detalles técnicos, lo cierto es que el show de Surface no fue una presentación más de Microsoft. Suena a un antes y un después, a un intento clave de colocarse en el futuro, y entrar en la dinámica de los ecosistemas (Android, Apple…). Es un cambio radical en la estrategia de Microsoft y en su forma de encarar el mundo de Internet móvil. Lo fabrica Microsoft, lo diseña Microsoft que por un lado es una ventaja y por otro alimenta la incertidumbre de cómo se lo tomarán los fabricantes a los que hasta ahora vendía su software.
Surface no llega solo a la movilidad, ya tiene los teléfonos de un fabricante reputado como Nokia, a quien le ha chupado la sangre (eliminado su sistema operativo Symbian por el propio Windows Phone). De momento es un fracaso, pero pocos dudan que se hará tarde o temprano con un 20% del mercado; tiene el mundo de la Xbox, cada vez más ligado a Internet y a Windows, le faltaba la tableta. Ya la tiene y, esta vez no quiere caer en manos de terceros para su fabricación. Microsoft echa el resto con Surface. Steve Ballmer recuerda cada vez más a Steve Jobs diciendo aquello de hardware y software es un todo, tienen que ir juntos. Lo van a ir y Microsoft, tarde o temprano, sí o sí, debe, tiene, que triunfar en el mundo de la tableta, aunque no necesariamente con su primer modelo.
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