Los datos se hacen arte
La información generada por objetos y personas esmateria prima de algunas instalaciones
Fachadas de hotel que cambian en relación con el tráfico, esculturas que se iluminan según la polución del aire, e instalaciones nutridas por las conversaciones de anónimos internautas. Son algunos ejemplos de una nueva tendencia artística, que ya se puede ver en diversos países. El artista sigue teniendo la idea y creando la pieza y sus premisas, pero el funcionamiento de esta ya no depende de él, sino de los datos generados, casi siempre de forma no consciente, por personas y elementos urbanos o naturales.
Rodeados por un alud cada vez mayor de datos, estadísticas e informaciones, el ciudadano medio experimenta frecuentemente una sensación más cercana al agobio que a la claridad de ideas. Entonces ¿por qué no tomarnos un respiro y utilizar esta masa de números, a menudo ininteligibles, para crear algo hermoso? La idea se plasma en una serie de obras, creadas para museos y galerías, pero sobre todo, para el espacio público y especialmente el aire libre.
Es el caso de The living, realizada por Soo-in Yang y David Benjamin con la colaboración del Ministerio del Medio Ambiente coreano. Se trata de una escultura pública, instalada en un parque de Seúl, que representa un bosque luminoso cuyo follaje reproduce el perfil de los distritos de la ciudad. Gracias a una serie de sensores, que miden la polución y envían en tiempo real la información a la pieza, las hojas de los árboles se iluminan más o menos intensamente según la gravedad de la contaminación.
También el tráfico puede tener una vertiente creativa, como demuestra Pulse, del colectivo Electroland, fundado por Cameron McNall y Damon Seeley. La obra, que se estrenó en la fachada de Los Angeles Fashion Center y ya ha sido pedida por varios hoteles estadounidenses, consiste en un sistema formado por 45 metros de luces led azules, que se activan y modifican su patrón según del paso de los vehículos.
Al paso de los transeúntes reaccionan los 20 metros de una calle en el corazón del Soho londinense, donde Cinimod Studio ha colocado una larga serie de varitas luminosas y dinámicas, cuyos movimientos sorprenden y acompañan a los peatones.En cambio, el último trabajo de Jason Bruges responde al entorno natural y no a quien lo habita. Showtime es una instalación creada para la fachada del W Hotel en Leicester Square de Londres, que captura, a través de cámaras montadas en la azotea, todo lo que la rodea y lo recrea con 600 luces, que cambian color e intensidad según la hora del día, el clima y las actividades del barrio. Para los espacios cerrados, el inglés Stanza ha creado Sensity, una escultura que convierte en animaciones y sonidos, la luz, el ruido y la humedad de la temperatura del museo que la acoge.
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