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Veladas de 'Halo' en iglesias protestantes

Primero llega el sonido percusivo del fuego de los francotiradores y la emoción del asesinato. Luego la doctrina de la paz. Por todo Estados Unidos, cientos de ministros y pastores desesperados por llegar a jóvenes fieles generan preocupación y críticas por su uso de una herramienta de reclutamiento inusual: el absorbente y violento videojuego Halo. La última entrega de este juego épico espacial inmensamente popular, Halo 3, fue puesta a la venta en septiembre por Microsoft y sus ventas ya han sobrepasado los 210 millones de euros.

Sus compradores deben tener al menos 17 años, ya que su calificación es M, es decir, para un público maduro. Pero eso no impide a los responsables de templos y centros juveniles de varias confesiones protestantes, entre ellas iglesias evangélicas que desaconsejan el ocio violento, celebrar veladas de Halo, que gozan de gran aceptación, y abastecer sus centros con múltiples consolas de videojuegos para que docenas de adolescentes puedan agolparse en torno a enormes pantallas y disparar a tipos malos.

Los líderes eclesiásticos que apoyan a Halo lo alaban por considerarlo una herramienta moderna y en ocasiones singularmente eficaz. Es crucial, dicen, llegar al público esquivo integrado por niños y jóvenes.

Pero algunos padres, moralistas religiosos y pastores dicen que Halo podría tener una influencia corrosiva. "Si quieren conectar con los adolescentes y arrastrarlos a la iglesia, pueden conseguirlo con alcohol y películas pornográficas gratis", dice James Tonkowich, presidente del Institute on Religion and Democracy, un grupo sin ánimo de lucro que evalúa las políticas de las diferentes confesiones. "En mi opinión, se puede hacer algo mejor".

Un domingo reciente, en el sótano de la Colorado Community Church, situada en la zona de Englewood, en Denver, Tim Foster, de 12 años, y Chris Graham, de 14, están sentados frente a tres televisores, absortos en un violento combate virtual mientras manejan personajes en pantalla que disparan ráfagas letales con sus pistolas. Tim explica el atractivo del juego: "Es divertido hacer saltar a la gente por los aires".

Una vez que vengan por los juegos, asegura Gregg Barbour, el ministro de jóvenes de la iglesia, se quedarán para escuchar su mensaje cristiano. "Queremos reducir la posibilidad de que los adolescentes vayan al infierno", escribía Barbour en una carta a los padres que pertenecen a la congregación.

Daniel R. Heimbach, catedrático de ética cristiana en el Southeastern Baptist Theological Seminary de Carolina del Norte, cree que las iglesias deberían rechazar Halo, en parte porque asocia placer y excitación con asesinato. "Justificar los asesinatos que se producen diciendo que son sólo píxeles es una ilusión", dice.

Caben pocas dudas de la relevancia cultural de Halo. El primer Halo y su secuela vendieron casi 15 millones de copias entre los dos. Según Microsoft, Halo 3 "va camino de convertirse en el juego número uno de todos los tiempos".

Cientos de iglesias utilizan Halo para conectar con la gente joven, explica Lane Palmer, especialista en ministerios juveniles de Dare 2 Share Ministry, una organización sin ánimo de lucro de Arvada, Colorado, que ayuda a las iglesias en cuestiones sobre jóvenes. "Es muy omnipresente", dice Palmer.

En la Sweetwater Baptist Church de Lawrenceville, Georgia, Austin Brown, de 16 años, señala: "Jugamos a Halo, nos tomamos un descanso, comemos algo y asistimos a una clase", explicando que el pastor intenta establecer paralelismos entre "Dios y el demonio".

Los jugadores de Halo 3 controlan el destino de Master Chief, un duro infante de marina que lucha contra sus adversarios con misiles, láseres, pistolas que disparan clavos, explosiones de energía y otras armas fantásticas. También pueden jugar en equipo, algo que, según las iglesias, ofrece oportunidades de compañerismo.

El trasfondo apocalíptico y religioso de la trama complica el debate sobre la idoneidad del juego como herramienta de proselitismo eclesiástico. Los principales antagonistas del héroe pertenecen a Covenant, un ferviente grupo religioso que adopta la destrucción de la Tierra como la senda para su ascensión. Microsoft afirma que Halo 3 es un "juego épico espacial" sin ánimo de hacer referencias religiosas concretas o ser alegórico de un modo más general. Jugar a Halo "no es distinto de salir de acampada", afirma Kedrick Kenerly, fundador de Christian Gamers Online, una página de Internet cuyos temas centrales son los videojuegos y la religión. "Es un camino hacia el compañerismo".

El hermano de Kenerly, Ken Kenerly, de 43 años, es un pastor que recientemente fundó una iglesia en Atlanta, y con anterioridad la Family Church de Albuquerque, Nuevo México, donde las veladas quincenales de Halo se convirtieron en un acontecimiento social tan importante que tuvo que alquilar más televisores.

Ken Kenerly cree que el juego podría resultar útil para conectar con gente joven a la que en su día quizá habría llegado por sistemas más tradicionales, como practicar deportes. "No hay tantos chicos fuera como dentro de casa", observa. "Con los jugadores, ¿de qué otro modo puedes entrar en su vida?".

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