El banco central chino intenta controlar el uso de la Q-Coin, una moneda virtual
Más de 200 millones de usuarios de QQ, un programa de mensajería instantánea, pueden operar con esta divisa. Si su uso se generaliza podría dañar la credibilidad del Yuan
Hay un viejo debate seudo científico que se pregunta lo que le ocurriría a la órbita terrestre si todos los chinos saltasen a un tiempo. La respuesta parece sugerir que nada, ya que la enorme suma de masas no es más que un grano comparado con la montaña que es la Tierra. Pero millones de personas actuando a un tiempo sí pueden provocar otros efectos en sistemas menos redondos. Como el monetario.
Algo así es lo que parece estar vigilando el Banco Central chino, según informa hoy la agencia oficial del Estado post comunista. En este gigantesco país hay más de 200 millones de cuentas registradas en un sistema de mensajería instantánea desarrollado a imagen y semejanza del Messenger de Microsoft o Yahoo, y que se denomina QQ.
QQ no se diferenciaría demasiado del resto de programas de mensajería instantánea, si no fuese por el hecho de que permite realizar pagos virtuales directos a cambio de bienes o servicios, como ocurre, por ejemplo, con el sistema PayPal.
Divisa virtual, problemas reales
Para hacerlo, utilizan una divisa virtual, llamada Q-coin, que emite la compañía Tencent, uno de los operadores de telecomunicaciones líder del país. La Q-coin puede comprarse mediante tarjeta de crédito o a través del saldo de tarjetas de prepago telefónico, a un cambio fijo de un Yuan.
En teoría, esta moneda sólo es el resultado de transformar el Yuan en Q-Coin. Y sólo se puede utilizar en un sentido, desde el usuario que la compra hasta Tencent, que le da a cambio servicios en Internet o le vende software.
A la hora de la verdad, los usuarios de QQ han comenzado a utilizar la moneda para realizarse pagos entre ellos y para comprar bienes y servicios que dan otros sitios web, más allá de Tencent. De hecho, los administradores de algunos foros incluso reciben un pequeño salario por su trabajo... en Q-Coins.
Para colmo, algunos juegos on line premian a sus usuarios con puntos que se pueden intercambiar por Q-Coins. Y algunos de los jugadores que han recibido monedas virtuales por su destreza las han convertido en Yuan contantes y sonantes, al venderlas con descuento.
El problema, en un país cuya moneda apenas fluctúa contra el resto de divisas, y cuyas autoridades confían en el control monetario para mantener sujetas las riendas de un crecimiento económico desbocado, es que el uso masivo de esta moneda (aunque se limite a la economía on-line) acabe afectando al estatus del yuan como única moneda legítima.
Tanto más si se tiene en cuenta que se emite por una entidad privada o si, como reconoce el Banco Central chino, comienza a utilizarse para blanquear dinero negro con sólo hacer un clic.
Ante estos temores, la compañía Tencent ya se ha encargado de demandar el cierre de un sitio web que funcionaba como casa de cambio independiente, mientras que las autoridades del emisor de la moneda han abierto una investigación acerca de las posibles consecuencias del libre funcionamiento de las economías virtuales. Y para encontrar la manera de manejarlas.
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