Qué dura es la vida del espía del siglo XXI
Cold winter te invita a recorrer el mundo de conspiración en conspiración.
James Bond ha muerto. Viva Andrew Sterling. Y es que, al menos en el mundo de las consolas, lo del 007, su dichosa licencia y su traje bien cortado queda muy anticuado e infantil. El espionaje digital va por otros caminos en este nuevo milenio: los que marca el protagonista de Cold winter, lo último en shooter. O sea, en dispara sobre todo lo que te salga al paso. Se mueva o no se mueva.
Viene a ser lo que piensa (aunque él lo ponga en un educado inglés) Julian Widdows, el entusiasta director de proyectos de Swordfish Studios, una pequeña empresa británica que ha desarrollado este juego europeo que, por cierto, cuenta con un protagonista con cierto aire a lo MacGyver —ese agente manitas y goma de chicle siempre dispuesta a frenar la bomba más pintada— que tenemos de nuevo en la televisión de pago, con sus inventos del TBO en plan más agresivo. Porque uno de los puntos clave aquí es "combinar elementos inofensivos para crear armas artesanales", dice su creador. Y es que en el mundo de Cold winter casi cualquier cosa resulta manipulable y aprovechable. Prácticamente, cada objeto que te sale al paso tiene entidad propia y se puede reutilizar.
Todo comienza en una prisión china de alta seguridad en la que ha caído, para su desgracia, nuestro agente secreto británico. A salir de allí le ayudará una especie de Lara Croft a lo oriental. Luego, a enfrentarse con el terrorismo internacional y los nuevos retos para espías sin escrúpulos ni el lenguaje correcto del siglo XXI.
Con nuestro apoyo, claro. Y con un realismo aplastante. Que es, junto con un desarrollo en plan cinematográfico a través de los vídeos que unen cada escena, otra de las virtudes decisivas del juego para Julian Widdows. "También, conseguir que el jugador llegue hasta el final. Porque está comprobado que en el 80% de los videojuegos nos cansamos antes de terminarlos. Eso no pasa en Cold winter, donde podemos cambiar sin problemas de escenario o volver a la lucha sin daños después de un tropiezo. Nadie se siente frustrado ni se aburre en un callejón sin salida. La jugabilidad está garantizada para cualquiera". Escabechinas incluidas, porque aquí lo del realismo no se detiene ni ante los aspectos más sanguinolentos (es un título para mayores de 18 años). Disparos y explosiones tienen un efecto devastador y despedazador. Sobre el enemigo, eso sí, sea éste un avieso rojo de ojos rasgados o un orondo traficante de armas para terroristas internacionales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.