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El feminismo toma de nuevo la calle pese a la bronca política

Miles de mujeres sacan sus reivindicaciones en decenas de manifestaciones. A la división dentro del movimiento vivida hace un año por la ‘ley trans’ se le suma ahora el conflicto en el seno del Gobierno de coalición por la ‘ley del solo sí es sí’

Manifestación mayoritaria del 8-M, en Madrid. Foto: ANDREA COMAS

Las mujeres han vuelto a llenar las calles este 8 de marzo. Desde las grandes capitales a municipios más pequeños de España, las reivindicaciones feministas —como el fin de la violencia machista, de la brecha salarial y los techos de cristal— han resonado otra vez con fuerza. Miles y miles de personas han respaldado las convocatorias. Pero, como ya ocurrió el pasado año y en el último Día Internacional contra la Violencia de Género, las consignas no han salido de una voz unida. Porque el movimiento feminista, en algunas de las principales ciudades del país, incluida la capital, ha estado dividido y no ha podido repetir aquellas ya históricas fotos de las masivas y conjuntas protestas de 2018 y 2019, que marcaron el camino para avanzar más rápido en las políticas feministas en España. A la ley trans, que ya provocó el cisma en 2022, se le une en esta ocasión la bronca política por la modificación de la ley del solo sí es sí tras las rebajas de penas y excarcelaciones de más de 700 condenados por delitos sexuales.

Pese al clima de tensión política, las protestas han vuelto a ser numerosas y han reunido a miles de voces. 27.000 personas en Madrid; 40.000 en Barcelona; 20.000 en Bilbao; 16.000 en Valencia... Estos datos son los facilitados por las distintas policías y delegaciones del Gobierno; las organizaciones convocantes han multiplicado por bastante las cifras de asistencia.

“El feminismo lo está cambiando todo, está avanzando y por eso queremos celebrar las victorias, nuestras victorias y también nuestras conquistas”, ha explicado Ana Hernando, portavoz de la Comisión 8M, organizadora de la protesta mayoritaria celebrada en Madrid. En ella han coincidido, pese a los encontronazos de las últimas semanas, varias ministras del Gobierno del PSOE y de Unidas Podemos. María Jesús Montero, ministra socialista de Hacienda, ha marchado junto a otras compañeras de partido, como la vicepresidenta Nadia Calviño y la ministra de Justicia, Pilar Llop. “Todas las mujeres que defendemos la igualdad vamos juntas en esta manifestación. Hoy es un día bonito para celebrar que hemos conseguido muchas cosas de la mano y que tenemos que conseguir muchas más juntas”, ha señalado María Jesús Montero. Eso sí, las ministras y altos cargos de PSOE y Unidas Podemos han ido por separado, a unos 100 metros de distancia y cada una con sus propios lemas, como en años anteriores.

Manifestación del 8-M en Barcelona.
Manifestación del 8-M en Barcelona. ALBERT GARCIA

La celebración del 8-M ha estado precedida el martes por una sesión del Congreso de los Diputados en la que los socios de Gobierno votaron enfrentados en la reforma de la ley del solo sí es sí. Y el suflé no había bajado este miércoles. En los pasillos de la Cámara, la ministra de Igualdad, Irene Montero, declaraba por la mañana: “Lo que está en riesgo en este momento no es el Gobierno de coalición, son los derechos de las mujeres. Es una muy mala noticia para las mujeres de este país que el PSOE se haya dado la mano con el PP para iniciar el camino que puede llevarnos a volver al Código Penal de la violencia o la intimidación, al Código Penal de La Manada”. Unas horas después, en el acto central organizado por su ministerio, Montero se tuvo que enfrentar a un pequeño grupo de feministas contrarias a la ley trans que habían acudido al acto en el Teatro Pavón. Al contrario de lo ocurrido en años anteriores, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no acudió a esta cita del 8-M organizada por el Ministerio de Igualdad.

Enfrentadas

Una de las imágenes más evidentes de la división se ha vivido en Madrid, donde se han celebrado dos manifestaciones con recorridos diferentes, aunque las dos han partido de Atocha. La primera en salir ha sido la del Movimiento Feminista de Madrid, abolicionistas y con una marcada posición contraria a la ley trans y en la que se ha pedido la dimisión de Montero. Las organizadoras de esta marcha también han cargado contra la “chapuza” de la ley del solo sí es sí. Carmen, de 73 años, ha explicado que es el primer año que decide no acudir a la manifestación oficial, que ha salido media hora después desde el mismo punto. Ella no está de acuerdo con lo que ha sucedido con la ley del solo sí es sí. Pero también se lamentaba de que esta división esté deteriorando al movimiento feminista. Y no comparte que se haya pedido la dimisión de la ministra Montero. “Este no es el lugar para ello”. A esta protesta han acudido 35.000 personas, según las convocantes; 10.000, según la Delegación del Gobierno.

La segunda convocatoria en Madrid ha sido la más numerosa: la Delegación ha cifrado la asistencia en 17.000 personas, mientras que las organizadoras han calculado 700.000. Ana Hernando, de la organización, ha recordado: “Esta manifestación es un espacio de encuentro de todos los feminismos, en la que cabemos todas, cabemos todes sin exclusión, porque somos feministas y no dejamos a nadie atrás”. “Somos el grito necesario. El feminismo lo está cambiando todo”, era el lema de esta protesta. En la marcha, al ritmo de batucadas y gritos festivos, los colectivos feministas iban de la mano de otros por el clima o contra los desahucios. Se han escuchado gritos como “Patriarcado y capital”; “El feminismo será antirracista o no será”; o “Quiero ser libre, no quiero ser valiente”. En la marcha, había muchas reivindicaciones a favor del movimiento LGTBI y la inclusión del movimiento trans dentro del feminista.

Algunas de las manifestaciones se mostraban ajenas a la escisión. Bajo paraguas rojos, en esta marcha también ha estado representado un colectivo contra la abolición de la prostitución. “Con la abolición estamos más desprotegidas y se criminaliza nuestro trabajo. Pero, por desgracia, la mayoría del movimiento feminista está en esta línea”, decía una de las manifestantes que, como muchas compañeras, llevaba el rostro cubierto.

Manifestación convocada por el Movimiento Feminista de Madrid.
Manifestación convocada por el Movimiento Feminista de Madrid.Álvaro García

En Valencia, también ha sido una jornada de cisma, como demostraban los gritos de las dos convocatorias. En la más madrugadora, liderada por la Asamblea Feminista, las consignas defendían que el “trabajo sexual también es trabajo” y que “la transfobia no es feminismo”. En la otra marcha organizada por la Coordinadora, se pedía la dimisión de la ministra Montero justo detrás de la pancarta y se calificaba de “violadores” a los clientes de la prostitución. No han sido gritos unánimes ni generales, pero sí representativos. Ambas manifestaciones han reunido a decenas de miles de personas, siendo más numerosa la segunda, la institucional, en la que están integrados los sindicatos y los partidos políticos. Según la Delegación de Gobierno, la manifestación de la Coordinadora ha reunido a más de 15.000 personas, si bien la organización ha elevado esa cifra a 50.000. Unas 5.000 personas han acudido a la otra marcha, según las convocantes: la Delegación lo ha rebajado a 1.000.

Unitarias

Sin embargo, en otras ciudades, como Barcelona o las capitales vascas, sí se ha hecho un esfuerzo por la unidad y solo ha habido una convocatoria. La consejera de Igualdad y Feminismos de la Generalitat, Tània Verge, ha reivindicado desde la protesta de la capital catalana: “Es urgente tumbar el patriarcado”. A esa marcha han acudido miles de personas —60.000, según las plataformas convocantes, y 40.000, según la Guardia Urbana—. Ha sido la protesta feminista más mayoritaria de toda Cataluña. Ha ido precedida por una pancarta con el lema: “Huelga feminista contra el sistema cishetero-patriarcal, racista y clasista”. Y, como en muchos otros lugares, la creatividad de los mensajes ha sido la tónica general. Una niña sujetaba un cartel con el ingenioso mensaje: “No quiero ser princesa, quiero ser alcaldesa”. También había escritos como: “No estamos todas, faltan las asesinadas” o “Si mi perro entiende no tú, también puedes”.

Ana Tostado, una de las asistentes, tiene 50 años y lleva ya varios bajando desde Sant Cugat (Barcelona) hasta la capital catalana cada 8 de marzo: “Hemos ganado muchas cosas, pero ahora el feminismo está totalmente dividido y eso nos perjudica. Por suerte, en Barcelona la manifestación es unitaria”.

En el País Vasco, miles de personas han salido a las calles a reivindicar un trato digno para las mujeres que se dedican al cuidado de personas y protestar por “la situación de opresión” que sufren. En Bilbao, la Policía Municipal ha estimado unos 20.000 asistentes. La defensa de los derechos de las cuidadoras ha sido el gran eslogan elegido para este 8-M. Una de estas trabajadoras es Deisy Santana, nicaragüense de 28 años y residente desde hace dos en la capital donostiarra. Dice que cobra 950 euros mensuales por el cuidado de un jubilado y la limpieza de la vivienda de este: “No tengo contrato, trabajo ocho horas y solo tengo fiesta los domingos. Espero que estas movilizaciones sirvan para que se valore nuestro trabajo. Somos muchas personas llegadas de fuera las que vivimos en precario”.

Las manifestaciones han discurrido tras una pancarta, la misma en las tres capitales vascas, con el lema en euskera: “Revolucionar los cuidados para cambiarlo todo”. No se han escuchado gritos de dimisión y sí a favor de un sistema público de atención que regularice la situación de muchas mujeres cuidadoras. Tampoco se han registrado incidentes. Algunos manifestantes —ni los convocantes ni la Guardia Municipal donostiarra han ofrecido datos de asistentes— han exhibido carteles que censuran la violencia machista: “Con ropa, sin ropa, mi cuerpo no se toca” o “El feminismo salva vidas, el machismo mata cada día”. Elena Martínez, limpiadora de 45 años, ha acudido a la cita para exigir “respeto, respeto y respeto”. “No pedimos nada imposible. Queremos vivir sin mirar atrás, sin complejos”.

Manifestación en Sevilla del 8-M.
Manifestación en Sevilla del 8-M. Alejandro Ruesga

El puente sevillano de Chapina ha temblado este miércoles más que nunca mientras todas las manifestantes bailaban al son de la música de Rigoberta Bandini en la cabecera de una de las dos manifestaciones convocadas en la capital andaluza, la de la Asamblea Feminista. La otra estaba organizada por el Movimiento Feminista. “¿A qué mujer de tu vida cercana tienen que asesinar para que te importe la violencia de género?”, rezaba una llamativa pancarta en el cierre de la primera de las marchas, a la que han acudido más de 2.000 personas, según fuentes policiales. Mari Loli Mellado, de 70 años, aclaraba: “He venido a muchas manifestaciones y antes no se contaban las muertas y ahora sí. Hemos venido por nosotras y por las mujeres de tantos países que están peor con tanta represión”, contaba acompañada de dos amigas.

Protestas estudiantiles

Por la mañana, las estudiantes fueron las que tomaron las calles de muchas ciudades del país. “Vuelvo a casa con ropa ancha para que no me digan nada”, explicaba Ana Sánchez García, estudiante de la Universidad Autónoma de Barcelona. Es la primera vez que se manifiesta en el 8-M: “Puedo reivindicarme como mujer en el día a día, pero hoy tengo una oportunidad especial para alzar la voz”. Entre gritos de “sola, borracha, quiero llegar a casa” Sánchez se quejaba de la inseguridad en la calle que padecen las mujeres. “Cuando vuelvo a casa es terrible. Vivo en las afueras de la ciudad y cuando salgo voy con ropa ancha aposta para que no me hagan ni me digan nada”.

Pero las manifestaciones de estudiantes tampoco fueron ajenas al clima de enfrentamiento dentro del feminismo. “Nos quieren convencer de que la ley [del solo sí es sí] está mal hecha”, cuando el verdadero problema son “unos jueces fascistas” y “una justicia patriarcal”, exclamaba desde los altavoces una de las organizadoras de la manifestación estudiantil feminista liderada por el Sindicado de Estudiantes. Esa marcha terminó frente al Ministerio de Justicia y con la lectura de un manifiesto en el que se cargó contra el estamento judicial por “impulsar una ofensiva, no solo contra la ley del solo sí es sí, sino contra todo el movimiento feminista”. “Estamos furiosas porque en 2023 tengamos que seguir luchando contra esta mierda patriarcal”.


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