El 8-M más duro de Irene Montero, en tres actos: “Está fuerte. Va a por todas”
La ministra de Igualdad acude al Congreso de los Diputados, a un acto del ministerio en un teatro de la capital y, tras comer con su círculo de confianza, finaliza la jornada en la gran manifestación de Madrid
El coche oficial aparca a las puertas del Teatro Pavón de Madrid. Irene Montero sale sonriente de la puerta trasera. Se adentra en el luminoso patio de entrada. Los fotógrafos disparan a diestro y siniestro. El Ministerio de Igualdad ha convocado aquí a todas las televisiones, radios y periódicos nacionales para su gran acto del 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer. Montero, relajada, al fin sonríe. Está en casa. Apenas queda rastro del vacío parlamentario que vivió el martes en el Congreso de los Diputados. Sola, a varios metros de los socialistas, simbolizó las horas más duras de la coalición de Gobierno con la reforma de la ley del solo sí es sí impulsada por el PSOE, su socio en el Ejecutivo. Aquí, en el teatro, estaba junto a su círculo de confianza y de trabajo. La secretaria de Estado del ministerio, Ángela Rodríguez Pam; la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, y la directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI, María Dolores García Rodrigo, entre otras. Montero las mira a todas. Sonríe. Las besa:
―¡Hola, chicas!, ¿qué tal?, ¿cómo estáis?
Y se funde en un gran abrazo con Rosell y con Rodríguez. “Tía, perdón, vengo del Congreso”, le dice a Rosell. “No pasa nada”, le responde la delegada del Gobierno, consciente de que el retraso era ya de 30 minutos. La ministra saluda entonces al único ministro que ha venido al evento, Joan Subirats, el jefe de las Universidades. “Gracias por venir”, le susurra. Unos minutos antes ―esos segundos previos en que los agentes de seguridad avisan a las autoridades de que se acerca la verdadera autoridad― se ha producido una conversación cordial entre el propio ministro y la secretaria de Estado de Igualdad. “Mañana aprobamos la ley”, le ha dicho Subirats (en referencia a la Ley Orgánica del Sistema Universitario). Rodríguez, irónica, sonriente, le ha soltado:
―¡Qué bien! Ojo, que igual te la tiran.
Diez minutos después, con las más de 600 butacas ocupadas por alumnos de dos institutos públicos de Madrid, además de público en general ―mayoritariamente femenino y joven―, ha comenzado el acto, que ha tratado de ser un programa de televisión en directo, moderado por la presentadora de Telecinco Carlota Corredera. Pasados los primeros 45 minutos, dos mujeres jóvenes de unos 20 años se han levantado de sus butacas desde las últimas filas del teatro:
―¡Manipular el feminismo, perjudica a las mujeres!, ¡el feminismo es de todas!
Montero ha tomado entonces la palabra: “Se pueden tener visiones diferentes, pero mi obligación es hacer cumplir los derechos. Decir que una mujer trans no es una mujer, es ir en contra de los derechos fundamentales. Lo que amenaza a las mujeres es la falta de educación sexual, los agresores sexuales. Que viva la lucha feminista”. El público ha aplaudido entre vítores: “¡Brava, Irene!”. Corredera, la presentadora, ha seguido con el acto con cierta guasa:
―Pues se ha quedado una buena mañana.
Quienes han convivido con Montero en los últimos días trazan una imagen de fortaleza, visible también en esta jornada clave para ella. “Está fuerte. Va a por todas”, cuenta un alto cargo del partido que habló con ella pasadas las diez de la noche del martes por teléfono. Montero ha vivido una de las jornadas más duras desde que accedió al ministerio de Igualdad y a la política. Su ley, la ley del solo es sí, ha dado el primer paso para ser modificada. Más de 700 delincuentes han visto sus penas reducidas por la norma. Consciente de la dureza del momento, decidió no hacer declaraciones a la salida del Congreso. Su único mensaje fue compartir en su perfil de Instagram una foto de la diputada de Podemos y amiga personal, Lucía Dalda, que defendió así la postura del partido desde la tribuna: “El PSOE se ha aliado con el PP y con Vox para volver al Código Penal de La Manada, para que vuelvan a preguntarnos si cerramos bien las piernas”.
Es su tercer 8 de marzo desde que es ministra. Probablemente, el más dividido y polarizado. Montero ha vuelto al Congreso este miércoles por la mañana. Y ha sido, de nuevo, el blanco de todas las miradas. Inés Arrimadas, la portavoz de Ciudadanos: “Lo suyo no es feminismo, es sectarismo. Lo suyo no es feminismo, es incompetencia”. Montero, con una camisa morada, ha contestado también a una parlamentaria de Vox: “Tratan de criminalizar a las personas trans diciendo que son potenciales agresores sexuales que van a entrar en nuestros espacios seguros. Ningún hombre necesita hacerse pasar por una mujer para agredir a una mujer”. Y esta vez, sí, ha contestado a los periodistas: “Lo que está en riesgo en este momento no es el Gobierno de coalición, son los derechos de las mujeres. Es una muy mala noticia para las mujeres de este país que el PSOE se haya dado la mano con el PP para iniciar el camino que puede llevarnos a volver al Código Penal de la violencia o la intimidación, al Código Penal de La Manada”.
Inmediatamente, ha tomado el coche oficial y se ha dirigido al Teatro Pavón. Sobre las dos de la tarde, y tras finalizar el acto, ha acudido a la sede del Ministerio de Igualdad, en la calle de Alcalá. Allí, en una sala, ha comido unos táperes junto a su núcleo de confianza. Sobre las 18.30 ha salido de nuevo. Se ha dirigido hacia la manifestación feminista. Allí la esperaba, otra vez, su gente: la secretaria de Estado de Igualdad, la secretaria de Estado contra la Violencia de Género. Hasta Juan Carlos Monedero, con el que se ha fundido en un abrazo. “Vamos a seguir conquistado los derechos para todas las mujeres”, ha dicho ante los medios. “Ser una mujer es tener más riesgo de pobreza”. Tres minutos después, ha suspirado. Ha sonreído. “Sí, está fuerte”, recalca una de sus personas de confianza durante la manifestación.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.