Las migraciones de aves silvestres por el frío incrementan los casos de gripe aviar en Europa
España detecta 20 infecciones pero ninguna en corrales, donde Sanidad pide “extremar las medidas de bioseguridad” ante el virus que las autoridades sanitarias internacionales vigilan como posible desencadenante de una pandemia
El virus de la gripe aviar, el H5N1, lleva años en el foco de las autoridades sanitarias internacionales como el mayor candidato a causar una nueva pandemia. Es un riesgo que puede no materializarse nunca, pero que da motivos de preocupación: cada vez hay más infecciones entre mamíferos y saltos esporádicos a humanos. El Ministerio de Sanidad alerta en un informe de esta misma semana de que el frío y las migraciones de aves silvestres están incrementando la circulación en Europa, y pide “extremar las medidas de bioseguridad” en las explotaciones avícolas.
Por el momento, España está técnicamente libre de la enfermedad: en más de dos años no se han detectado brotes en granjas avícolas. La situación, por ahora, es mucho más “tranquila” que en las grandes olas que hubo entre 2020 y 2022, aclara Elisa Pérez, Viróloga veterinaria en el Centro de Investigación en Sanidad Animal. Desde julio de 2024 se han localizado 20 casos en aves silvestres y uno en cautivas gracias al programa de detección que implementaron las comunidades autónomas. Casi todos se concentran en Galicia (19); Cataluña y Castilla y León han reportado un caso cada una.
En Europa se han notificado 99 detecciones en las últimas semanas en 14 países; 23 casos en aves cautivas en siete países, y 33 focos en aves de corral en ocho países, la mayor parte de ellos concentrados en Centroeuropa. “Con las migraciones de aves desde estos países, pueden ir bajando al sur”, explica Pérez.
El pasado 3 de enero, las autoridades de Portugal confirmaron el primer foco de influenza aviar altamente patógena en aves de corral de esta temporada. Se trata de una explotación de 55.427 gallinas ponedoras, localizada en São João das Lampas e Terrugem (municipio de Sintra, distrito de Lisboa), cuya sospecha se inició tras la detección de síntomas y un incremento anormal de la mortalidad.
Las autoridades lusas adoptaron de forma inmediata las medidas de la UE para el control del foco, que incluyen entre otras la inmovilización de la explotación afectada, el sacrificio de las aves, con destrucción de cadáveres y otros productos que puedan vehicular el virus, y el establecimiento de una zona de protección y vigilancia de tres y diez kilómetros respectivamente alrededor del foco. Afecta a dos explotaciones comerciales de aves de corral y 148 de traspatio (no comerciales o de pequeño tamaño, generalmente ubicadas en zonas rurales o residenciales, donde las aves de corral se crían para consumo doméstico o como actividad secundaria).
Estas precauciones son importantes porque, aunque el virus todavía no ha desarrollado la capacidad de transmitirse entre humanos, sí lo ha hecho entre mamíferos: en Estados Unidos ya se han identificado, al menos, 282 rebaños de vacas lecheras con el virus. Y está a una sola mutación de desarrollar esta misma capacidad entre humanos, algo que no tiene por qué suceder, pero que será más probable cuanto más se propague el virus, tanto entre aves como entre mamíferos.
Las consecuencias de esta mutación son difíciles de prever. Se han registrado decenas de casos en humanos (66 en Estados Unidos desde marzo), que se han infectado por el contacto muy directo con aves de corral. La mayoría de ellos han presentado síntomas leves ―cuadros de conjuntivitis y algunos problemas respiratorios―, pero EE UU ha reportado esta misma semana la primera muerte, la de un hombre de 65 años en Luisiana. Los médicos creen que el virus mutó dentro del enfermo, lo que pudo haber agravado el padecimiento.
Por el momento, es en Estados Unidos donde la situación es más preocupante, porque ha llegado a las vacas y nadie sabe bien cómo. “La pregunta del millón es por qué todavía no lo ha hecho aquí, algo que podría suceder”, explica Pérez. “De momento tenemos muy buenos sistemas de detección y hay que extremar los controles para que las aves de corral no entren en contacto con las silvestres”, añade.
Margarita del Val, viróloga e inmunóloga en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa en Madrid, cree que aunque hay motivos para estar alerta, hoy por hoy estamos lejos de un verdadero problema para la salud humana: “La OMS califica el riesgo por gripe aviar de bajo, mientras ahora tenemos una alerta sanitaria internacional, que es el Mpox”. Hay, en su opinión, motivos de preocupación, como que el virus se expanda entre rumiantes ―algo que no había conseguido ningún patógeno gripal―, o que prolifere entre visones, que son a menudo un foco de contagio para los humanos. Pero, por otro lado, los casos en personas son por el momento muy leves en la gran mayoría de las ocasiones y ese salto que dio de aves a vacas parece ser un suceso único, lo que muestra que es muy complicado que ocurra.
Vacunas y preparación en España
España ha ajustado los niveles de alerta ante el incremento de infecciones. El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, explicó el miércoles en un desayuno informativo que se está revisando todo lo relacionado con existencias, “no solo de respiradores, mascarillas, elementos de protección, sino también de posibilidades de diagnóstico y se está participando muy activamente a nivel europeo para toda la vigilancia de la respuesta”.
Sanidad también está en conversaciones con los socios de la Unión Europea para sumarse a la compra de las próximas vacunas contra la gripe aviar, dos medicamentos que fueron aprobados en marzo por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés). Son inyecciones que están destinadas sobre todo a personas que están en contacto muy estrecho con animales, y que protegen frente a las variantes que circulan entre ellas, ya que es imposible determinar cómo sería el patógeno que potencialmente podría propagarse entre humanos.
España declinó sumarse a una primera compra en la que participaron 15 países europeos. Padilla justificó que la “evidencia disponible sobre la efectividad en términos de inmunogenicidad ―ya que no hay casos reales en los que testarla― era tremendamente baja”. Admite que ahora la situación epidemiológica ha cambiado: “Sobre todo en población expuesta a ganado y aves probablemente infectadas, especialmente en Estados Unidos. Sin embargo, seguimos sin el elemento fundamental que determina el potencial pandémico, que es la transmisión entre humanos. Sí que sabemos que cuantas más papeletas compremos, cuantos más casos haya tanto a nivel animal como de salto de animal a humano, más probabilidades hay de que se produzcan algunas mutaciones de adaptación en el virus que produzca ese salto”.
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