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El cirujano francés acusado de 299 violaciones será juzgado en 2025

El médico anotó en varias libretas todos los detalles de las agresiones a las víctimas, cuya edad media era de 11 años y casi siempre se encontraban sedadas o inconscientes

Archivos con datos del caso Joël Le Schournec en una sala juducial francesa en marzo de 2020.
Archivos con datos del caso Joël Le Schournec en una sala juducial francesa en marzo de 2020.STEPHANE MAHE (Reuters / ContactoPhoto)
Daniel Verdú

El cirujano Joël Le Schournec era tan meticuloso operando como anotando una a una en sus libretas las violaciones a menores que cometía en la misma sala donde trabajaba. Gracias a toda esa documentación que él mismo almacenó, pudo descubrirse que entre 1989 y 2014 abusó impunemente de 299 pacientes en diferentes hospitales donde trabajaba. Según relató esta semana el fiscal encargado del caso, la edad media de las víctimas, 158 varones y 141 de sexo femenino, era de 11 años. Solo 14 tenían más de 20, y 256 eran en ese momento menores de 15. Se trata del mayor depredador de menores conocido en Francia y un caso —se juzgará a partir de 2025— que añade estupor a una sociedad conmocionada por el proceso de Gisèle Pelicot, víctima de un centenar de hombres con los que su marido contactaba por Internet ofreciendo violarla mientras se encontraba sedada.

El acusado se enfrenta a una pena de 20 años de reclusión, que se sumarían a los 15 por los que ya fue acusado en 2020 por la violación de la hija de unos vecinos. Fue durante esta investigación cuando los agentes entraron en el domicilio del cirujano y encontraron en unos cuadernos en los que iba anotando de forma cronológica la identidad de sus víctimas y los abusos cometidos sobre cada una de ellas. Gracias a los “dibujos y notas en la computadora” y otros relatos manuscritos incautados en la casa de Joël Le Scouarnec, los investigadores pudieron identificar a las víctimas.

Durante más de 25 años, en sus diarios íntimos, el médico enumeró cronológicamente y nombró a sus víctimas, narrando en sus escritos las agresiones sexuales y violaciones que cometió o intentó cometer en varios hospitales donde ejerció. “Estos escritos transcribían numerosos actos de tocamientos y penetraciones sexuales cometidos casi a diario, durante consultas pre o postoperatorias o durante intervenciones en el quirófano, a veces presentados como actos médicos o exámenes clínicos, especialmente cuando se realizaban en presencia de terceros: ya fuera personal médico o los padres del paciente”, señaló el juez en su auto, según publicó Le Monde.

El escrito definitivo del fiscal destacaba el sentimiento de “omnipotencia” del médico especialista en cirugía digestiva y visceral, señalado por los informes periciales, así como su necesidad de “transgredir de manera constante, de forma calculada, coqueteando con el peligro”, especialmente “durante la comisión de ciertos actos en el hospital”.

El caso recuerda en algunos aspectos al de Gisèle Pelicot. Primero por su extraordinaria magnitud y el citado sentimiento de impunidad del agresor. Pero también por el estado en el que se encontraban las víctimas y cómo tuvieron que descubrir lo que había sucedido. Muchas víctimas, en estado de anestesia, en proceso de despertar o sedadas, no fueron conscientes de los hechos cometidos sin su conocimiento hasta ser contactadas por los investigadores. “Algunas [de las víctimas] recordaron los hechos descritos; sin embargo, en la mayoría de los casos, no fue así. A menudo, mencionaron recordar tales gestos, aunque los habían interpretado como actos médicos”, relató en su escrito el juez de instrucción.

Muchas de las víctimas descubrieron que las habían violado cuando fueron citadas a comisaria para declarar, tal y como le sucedió a Gisèle Pelicot con los crímenes cometidos por su marido. Del mismo modo, el proceso a este cirujano reabre el debate sobre cómo pueden pasar inadvertidas este tipo de agresiones, especialmente habiendo ocurrido en instalaciones médicas o habiendo sido las víctimas controladas por algún tipo de médico tras las agresiones.

En los diferentes interrogatorios a los que fue sometido Le Schournec durante los cuatro años de instrucción, el acusado reconoció buena parte de los hechos, así como su modus operandi y las estrategias para evitar ser sorprendido. El cirujano admitió haber sido “completamente invadido, durante 30 años de su vida, por la pedofilia”, como señala el juez de instrucción, y se jactó de haber tratado de acumular el mayor número posible de víctimas. Siempre mencionó gestos “furtivos” o “fugaces”, realizados fuera de la vista de terceros, aprovechando, por ejemplo, que la enfermera había desviado la mirada o que los padres habían salido de la habitación. También indicó que a menudo actuaba bajo un falso pretexto médico para no alertar al joven paciente.

El acusado, al que Kellenberger describió como un individuo con “una personalidad atípica”, ya fue denunciado por sospechas en 2006, pero los diferentes servicios hospitalarios no tomaron ninguna medida, lo que ha llevado al fiscal a abrir una investigación criminal paralela por posible ocultación de delitos.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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