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Daniel, consumidor de ‘popper’: “Por un subidón que solo dura 10 segundos, casi me quedo ciego de un ojo”

Los expertos alertan del riesgo que tiene para la vista el consumo recreativo de esta sustancia, utilizada por su efecto euforizante y afrodisiaco

Consumidor de ‘popper’
Daniel (nombre ficticio), que sufrió graves daños en la retina por consumir 'popper', muestra en la pantalla del ordenador una retina dañada por un agujero macular.Mònica Torres
Oriol Güell

A Daniel le gusta salir de fiesta con sus amigos. Una vez al mes, aproximadamente, se sumerge en la noche de Valencia para bailar entre ritmos electrónicos y destellos láser. “La verdad es que me encanta: las sensaciones, el movernos todos juntos... Lo pasamos muy bien y en este ambiente suele haber popper. Me gusta el subidón que te da. Es corto pero divertido, aunque tampoco le daba demasiada importancia. Es algo que está ahí, forma parte de la noche y, como nunca has oído que sea peligroso, pues todos lo tomamos”, cuenta este economista de unos 30 años.

Daniel no se llama en realidad Daniel —ha pedido dar su testimonio desde el anonimato—, pero lo que sí es verdad es que él y sus amigos han tenido “un susto para toda la vida” con lo ocurrido este mes de agosto. “Por la mañana, tras una noche de fiesta, no podía leer ni ver nada de forma nítida con el ojo izquierdo. Luego me dijeron que tenía un agujero en la retina. Me han tenido que operar. Por un subidón que solo dura 10 segundos, casi me quedo ciego y sin poder ver por un ojo para siempre. Estamos todo el grupo de amigos aún un poco en shock. No vale para nada la pena correr el riesgo”, asegura ahora.

El conocido como popper es un líquido amarillo formado por nitrito de amilo u otros compuestos similares. Es muy volátil y suele llevarse en pequeños frascos, desde los que se aspiran los vapores que emana. Tiene un efecto vasodilatador que se traduce en unos breves instantes de euforia que también son afrodisíacos. Es asimismo un relajante muscular, por lo que es utilizado en algunas prácticas sexuales. Aunque su venta en España está prohibida, es muy fácil de conseguir en algunas discotecas, locales de ambiente LGTBI e Internet.

“Es una droga que está muy banalizada. Nadie piensa que su uso entraña riesgos y realmente los tiene, como hemos visto en este caso”, cuenta el oftalmólogo Enrique Alfonso Muñoz, especialista en cirugía de retina de la clínica privada Rahhal de Valencia que ha intervenido a Daniel.

Tomografía de coherencia óptica (OCT) de la retina en el ojo izquierdo de Daniel, donde pueden verse las diferentes capas con un agujero de su espesor completo de la retina, cedida por su oftalmólogo..
Tomografía de coherencia óptica (OCT) de la retina en el ojo izquierdo de Daniel, donde pueden verse las diferentes capas con un agujero de su espesor completo de la retina, cedida por su oftalmólogo..

Según los datos del Informe EDADES del año 2022 del Plan Nacional sobre Drogas, el 0,9% de la población residente en España de 15 a 64 años —casi 400.000 personas— contesta haber consumido alguna vez inhalables volátiles, grupo dentro del que se incluyen los poppers. Uno de cada cuatro lo ha hecho en los últimos 12 meses. Un dossier informativo específico publicado hace dos años alerta sobre el consumo de esta sustancia : “Como euforizante y estimulante sexual, sus efectos secundarios pueden ser peligrosos, e incluso irreversibles”.

“El consumo se concentra en algunos grupos de población, donde es frecuente y elevado. Una gran encuesta en Estados Unidos revela que el 3,3% de los adultos había tomado popper alguna vez, pero este porcentaje aumenta hasta el 35% en los varones homosexuales”, avisa Alfonso Muñoz. Entre estos consumidores, las alteraciones visuales son habituales. “Hasta el 12% de los encuestados dice que es seguro o posible que las haya sufrido, mientras el 88% contesta que no. La mayor parte de las veces, estas alteraciones desaparecen, pero en otras pueden ser graves y permanentes, requerir cirugía y causar pérdidas de visión en uno o los dos ojos”, añade este especialista.

Además, destaca el oftalmólogo, la literatura científica recoge cada vez más casos de daños asociados al consumo del popper. “Una revisión de todo lo publicado realizada en 2022 incluía 64 pacientes, mientras en otra hecha un año más tarde la cifra ya había subido a 113″.

Daniel recuerda como “muy desagradable” la sensación que empezó a tener al despertar. “Al mirar el envase del zumo del desayuno, no podía leerlo. Allí donde fijaba la mirada, se ponía todo borroso. Era rarísimo, tenía que intentar fijarme hacia los lados. También me molestaba mucho la luz. No podía mirar a nada fijamente y acabas mareado”, recuerda. Tras algunos días de molestias y al ver que los síntomas no remitían, decidió buscar asistencia médica.

El oftalmólogo Enrique Alfonso Muñoz, esta semana en un congreso de la especialidad celebrado en Madrid.
El oftalmólogo Enrique Alfonso Muñoz, esta semana en un congreso de la especialidad celebrado en Madrid. Jaime Villanueva

“Cuando llegó a la consulta, derivado por una compañera, tenía las lesiones típicas de estos pacientes, llamadas maculopatía por popper”, precisa Alfonso Muñoz. Estas lesiones afectan a la visión central, en la fóvea, “que es la parte de máxima visión del ojo, la más sensible, donde detectamos los colores, vemos las caras, podemos leer las letras…”.

Daniel tenía lesiones en los dos ojos. “En uno era leve, una alteración de los fotorreceptores que ya ha remitido. Pero en el otro tenía un agujero macular, que es una lesión que produce pérdida del campo central de la visión y que precisó cirugía”, sigue este especialista. La operación consiste en eliminar la capa más superficial de la retina y en llenar el glóbulo ocular con un gas que facilita que se regeneren los tejidos. “El postoperatorio es rarísimo, porque tienes que estar todo el día cara abajo para que el gas entre en contacto con la retina. Así durante una semana”, explica Daniel.

La intervención ha tenido éxito y Alfonso Muñoz confía en que la recuperación sea prácticamente total, aunque “quizá haya que intervenirle de cataratas, que suele ser un efecto secundario habitual en este tipo de cirugía”.

Emilio Salgado, médico especialista de la Unidad de Toxicología del Servicio de Urgencias del Hospital Clínic (Barcelona), afirma que, en su origen y como otras muchas drogas ilegales, los popper fueron utilizados como medicamento. “A finales del siglo XIX se usaba como vasodilatador coronario para tratar la angina de pecho. El problema era que sus efectos duraban poco y su peligrosidad era muy relevante, así que dejaron de utilizarse pronto”, explica.

El mayor riesgo de los nitritos de amilo y compuestos similares es que impiden que la hemoglobina de la sangre pueda realizar correctamente su función de transportar el oxígeno de los alveolos pulmonares a las células del organismo. “Esto puede dañar algunos tejidos, como en este caso los de la retina”, añade Salgado. Este especialista cuenta que también se han atendido algunos casos de daños causados por popper en personas que, por error, se beben el líquido en lugar de inhalarlo. “Produce quemaduras en las mucosas porque se trata de un líquido que es corrosivo”, concluye Salgado.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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