Los pediatras asumen diagnosticar los trastornos por las pantallas, pero reclaman medios para derivar a los niños
Los sanitarios ven pertinente la medida incluida en el anteproyecto de ley para la protección de los menores en el entorno digital, aunque advierten de la saturación de la atención especializada en salud mental
“Di que estamos asustadas”. Ese es el mensaje que un grupo de pediatras de Atención Primaria le transmitió a María Ramírez, enfermera del dispositivo de adicciones comportamentales del Hospital Gregorio Marañón, cuando se enteraron de que iba a participar en un encuentro con la prensa para pedir apoyo a las administraciones para abordar los crecientes problemas en los menores derivados del uso de las tecnologías. En la revisión del niño sano —que incluye visitas desde el nacimiento hasta los 14 años y en la que participan matronas, enfermeras y pediatras de los equipos de atención primaria— están detectando alteraciones desde los 11 años de edad como consecuencia de un uso inadecuado de los dispositivos.
Es lo que quiere abordar el anteproyecto de ley orgánica para la protección de los menores en los entornos digitales, que el Consejo de Ministros aprobó este martes, e incluye un chequeo específico para detectar adicciones y usos problemáticos de las tecnologías en menores. Esto ya es una recomendación de las sociedades científicas y debería, de una u otra forma, estar incluido en sus rutinas. “Cuando vienen a las revisiones hay unos items sobre este tema: uso de pantallas o dispositivos, cuánto tiempo, si es positivo o negativo, si impide otro tipo de actividades, como ejercicio físico”, asegura Guillermo Martín, vicepresidente de Atención Primaria de la Asociación Española de Pediatría.
Sobre la evidencia científica y la correlación entre el uso de las tecnologías y su impacto en la salud, el texto del Gobierno expone que, aunque existen numerosos estudios, “sus resultados son a veces contradictorios o poco concluyentes”. “No obstante, existen evidencias de que pasar un tiempo excesivo frente a las pantallas y la exposición a contenidos inapropiados pueden afectar la salud mental y aumentar el riesgo de ansiedad, depresión, adicción, problemas de autoestima, trastornos del sueño, problemas en el desarrollo del lenguaje y habilidades sociales, así como en la capacidad de concentración y resolución de problemas”, detalla. También se ha encontrado evidencia, prosigue el documento, de que las personas adolescentes con alta exposición a medios y entornos digitales “podrían tener más probabilidad de desarrollar síntomas de trastorno por déficit de atención e hiperactividad”. Además, los menores “pueden exponerse a discursos de odio, violencia y contenidos que incitan a la autolesión o al suicidio, o que tienen un impacto negativo en su bienestar emocional y psicológico”.
Los profesionales consultados por EL PAÍS dan la bienvenida a que se incluya por ley, como un paso más para la protección al menor, este chequeo relativo al uso de la tecnología, pero reclaman más medios: muchos centros de salud a duras penas soportan la carga de trabajo que ya tienen, y los recursos para salud mental son más que exiguos. Reforzar estos diagnósticos tiene una parte positiva, pero de poco sirve si no hay psicólogos o psiquiatras especialistas que puedan tratar con rapidez a los niños que lo requieren.
Más recursos
Irene Maté, pediatra en Madrid, se queja de añadir más tareas a los pediatras sin añadir recursos, y pone un ejemplo: “Hace cuatro meses diagnostiqué a una niña con una anorexia, la derivé por la vía de urgencia, y le dieron cita para julio. ¿Con las tecnologías va a haber medios para poder hacer lago? Igual identificamos una adicción, pero le tenemos que decir a los padres que se busquen la vida en la privada porque no hay recursos de psiquiatras que manejen adicciones”.
Yolanda Martín, pediatra del centro de salud de Goya (Madrid), también pone voz al problema. “Son los propios padres los que usan la tecnología como un elemento pacificador, veo en consulta como intentan calmar a sus lactantes con imágenes en el móvil”, aseguró en una rueda de prensa convocada el pasado mayo por la Unión Interprofesional de la Comunidad de Madrid ―que integra a 42 colegios profesionales sanitarios y a unos 400.000 médicos―, para exigir al Gobierno un protocolo específico para detectar posibles adicciones y prevenir e intervenir desde la atención primaria. “Me llegan muchos casos con riesgos para la salud, la mayoría de familias han normalizado el uso y no ven que las consecuencias en etapa infantil son muy diferentes”, recalcó la pediatra. Ha visto casos de menores con sobrepeso, con problemas en el neurodesarrollo y para avalar su experiencia se refiere a datos de Unicef: “A los 10 años acceden a su primer móvil, el 58% de los adolescentes duermen con su móvil, y el 94% se conectan más de cinco horas al día… solo el 29% de las familias utilizan herramientas de control parental”.
La vicepresidenta del Colegio Oficial de Médicos de Madrid, Luisa González, que también participó en ese encuentro, consideró que España afronta “un problema de salud pública de enormes dimensiones”. Basándose en experiencias reportadas por médicos de familia y pediatras de la atención primaria, trasladó que “la digitalización descontrolada” daña a los menores a nivel psicoemocional, neurocognitivo, y también produce síntomas físicos y retrasos en el aprendizaje. “El uso de dispositivos debe pautarse como el antibiótico, cada ocho horas, y a las 12 de la noche, toque de queda: se apaga el router en casa”.
“Todo lo que sea poner el acento en problemas como estos es positivo, así que impulsar una ley es algo bueno, porque la pediatría ha cambiado. Antes nos centrábamos en las enfermedades infecciosas, antes los niños se morían por tuberculosis, pero ahora está mucho más en lo social, y esto es algo que hay que hacer desde la Atención Primaria”, explica Pedro Gorrotxategi, presidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria.
Gloria Bellido, miembro de la Sociedad Española de Psicología Clínica especializada en niños, también da la bienvenida a esta iniciativa legislativa, pero considera prioritaria la prevención: “Yo empezaría explorando otras cosas que sabemos que pueden ser factores de riesgo para esto y para otros problemas de salud mental, como el estado de ánimo, las relaciones familiares y sociales, la falta de límites en las familias. No significa que estas sean las causa, pero sí que el adolescente tiene más papeletas para desarrollar una adicción o un trastorno mental cuando suceden”.
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