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Tres décadas de abusos en la enfermería de los jesuitas de Vigo, el colegio de ‘Salvados’

La orden se niega a revelar el resultado de sus investigaciones en un centro donde han sido acusados 11 docentes desde los años cincuenta a los noventa

Un momento de la entrevista de Gonzo con Fernando, uno de los denunciantes de abusos de los jesuitas de Vigo.
Un momento de la entrevista de Gonzo con Fernando, uno de los denunciantes de abusos de los jesuitas de Vigo.
Íñigo Domínguez

EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.

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El reportaje de Salvados sobre los abusos de menores en los jesuitas de Vigo, emitido este domingo y que surgió a raíz de las investigaciones de EL PAÍS, incluía el testimonio en primera persona del propio presentador, Fernando González Gonzo, que conoció un episodio en su clase en 1987, en sexto de EGB, con 11 años. Un niño había ido a la enfermería y al volver la profesora descubrió aterrada que tenía restos de semen en la mano. Luego contó a sus compañeros que, al entrar, el enfermero se estaba masturbando, le cogió la mano y siguió haciéndolo con ella. La profesora le acompañó a que se lavara y fue a avisar al director, cuya primera reacción fue entrar en el aula y decir: “Esto no puede salir de aquí”. La docente, que aparece en el reportaje recordando la escena, exigió que ese jesuita, cuyas acciones eran vox populi y al que todos llamaban El Pajillero, no volviera al colegio. Fue enviado a Gijón. En el programa, un responsable de los jesuitas asegura que luego dejó la orden: “En 1988 ya no figura, lo que quiere decir que se le expulsó”. Es el único caso sobre el que la Compañía de Jesús da alguna explicación en el reportaje, pero hay más, sobre los que guarda silencio.

Este diario ha entregado a la congregación testimonios contra un total de 10 jesuitas y un profesor laico de ese centro en su primer informe sobre abusos en la Iglesia de diciembre de 2021, y en el segundo, de junio de 2022, remitidos a la Conferencia Episcopal y al Vaticano. La información es pública y se puede consultar en la base de datos de EL PAÍS, la única existente sobre los abusos en la Iglesia española y que contabiliza en este momento 1.026 acusados y 2.196 víctimas. Muchos nombres de los jesuitas de Vigo ya han sido publicados: Modesto Vázquez, Padre Labat, Pedro Pablo Requejo, el hermano Vizarro, padre Fuentes, padre Rivero. Sin embargo, más de un año después y ante la emisión del programa, la orden no ha querido responder sobre el resultado de sus investigaciones, ni aclarar uno de los aspectos más inquietantes: lo que ocurría en la enfermería del colegio. Hay tres testimonios de diferentes épocas contra los abusos de quien se encargaba de gestionarla. Uno es de 1962; otro, entre 1976 y 1980; y, por último, el que ha desvelado Salvados en 1987. Los dos primeros exalumnos no recuerdan el nombre del religioso. El que fue finalmente expulsado en los ochenta se llamaba González Llanderal. La duda es si se trata de la misma persona en todos los casos, que habría actuado impunemente durante 25 años, y en todo caso los testimonios señalan que la enfermería fue un foco de abusos durante tres décadas, en las que pasaron por el colegio miles de alumnos. Los jesuitas no han querido aclarar si puede ser o no la misma persona.

Hay más. El alumno que ha denunciado los abusos del enfermero en los setenta, Fernando R., que aparece en el programa, relató a este diario que su padre informó al colegio. Este jesuita había abusado de él y de su hermano pequeño, que un día lo contó en casa: “Mi padre intentó montar un lío, pero en el colegio le dijeron que se callara, que los jesuitas tenían mucho poder y lo podían arruinar”. Según su relato, fue en 1981 o 1982 y el rector en ese momento era el padre Requejo, otro de los acusados, que abusaba de Fernando R. en la confesión. Pederastas protegían a otros pederastas. En el caso de los colegios jesuitas de Barcelona, tras las investigaciones de EL PAÍS que han señalado 24 docentes acusados, la orden decidió en junio encargar una auditoría externa a un despacho de abogados.

Fernando ha necesitado casi medio siglo y ayuda terapéutica para poder contarlo y hacerlo público. “Ha sido un paso que tenía que dar. En 2021 falleció mi esposa y antes me dijo que tenía que contarlo, y le prometí que lo haría. También lo hice por los muchos compañeros que sucumbieron al horror del abuso sexual y físico. Compañeros que no se pudieron adaptar a la vida como yo me pude adaptar. Algunos terminaron mal, y sé de uno que se suicidó. Yo no busco nada más que se haga justicia, y que salgan a relucir los miles de casos ocultos. Vivo en el extranjero y no tengo miedo a represalias, como muchos de mis compañeros que no quieren hablar porque tienen miedo a las amenazas que pueden sufrir ellos y sus familias, ya que todavía residen en Vigo. Los casos son innumerables. Para mí esto es liberador, como debería ser para tanta gente, pero el miedo no les deja”.

Alumnos del colegio de los jesuitas en Vigo en los años sesenta, en un fotograma de un vídeo conmemorativo del centro.
Alumnos del colegio de los jesuitas en Vigo en los años sesenta, en un fotograma de un vídeo conmemorativo del centro.

Para Gonzo, tras hacer el reportaje, “la sensación es de estar en paz con esa parte de mi vida y con el niño y el adolescente que fui en el colegio. En lo profesional ha apuntalado la convicción de que no hay temas imposibles”. Explica que, por su implicación directa en la historia, es la vez “que más he tenido que trabajar la parte emocional antes de grabar y el programa en el que más reflexioné sobre cuál debía ser mi posicionamiento ante la historia”. “El proceso comenzó el año pasado cuando EL PAÍS publicó una actualización de su investigación que incluía a profesores que tuve. Antes ya había sacado a luz otros casos anteriores, y el equipo me animó a hacer el programa, pero no me vi capaz; no quería ser yo quien sacase a la luz lo que también pasó en los años 80 y 90. La aparición de esos nombres y esos cursos en EL PAÍS es un momento sobre el que se reflexiona en el programa: fue un giro de guion en nuestras vidas”.

El primer testimonio contra un enfermero del colegio es de 1962, de cuando aún era un internado —lo fue hasta 1971—. Es un exalumno que no desea identificarse, y cuyo testimonio figura en el segundo informe de EL PAÍS: “Tenía diez años, interno y en primero de bachillerato. En aquel enorme dormitorio de la tercera planta, me despertó una pesadilla en mitad de la noche. Me sentía muy mal, tenía mucho miedo. Entonces recordé que la enfermería estaba al final de aquel largo corredor y allí me dirigí como pude. Al llegar fui a la puerta del hermano enfermero y llamé rogando en aquel estado febril que me ayudara. Entonces él me abrió. Lo siguiente que recuerdo es que, dentro ya de la enfermería, me puso una inyección que me dejó medio atontado. Entonces metió su mano dentro del pantalón de mi pijama y comenzó a maniobrar con mi pene. Recuerdo que yo no entendía lo que estaba pasando, sentí un inmediato y profundo desagrado, a la vez que una total impotencia que desembocó en terror. Hasta que en algún momento dejó que volviera al gran dormitorio. ¿Cuántas veces hizo lo mismo? Se comentaba en los corrillos. Algunos niños no sé si olvidaban, pero callaban”.

El silencio de los jesuitas es el mismo que el de otras órdenes religiosas. Sin salir de Vigo, este diario publicó en junio de 2021 otro reportaje sobre abusos en los años sesenta en el colegio de los maristas en la ciudad gallega. Contactada la orden esta semana, más de dos años después, para saber los resultados de sus investigaciones, se ha negado a responder. La historia de los nueve exalumnos que dieron entonces su testimonio es muy significativa sobre cómo la Iglesia da la espalda a las víctimas. En este caso, los denunciantes se negaron a prestar declaración a los maristas y a que lo investigara la propia orden, porque desconfiaban de ella. Fueron al obispado de Vigo para que se investigara de forma externa, pero no querían saber nada: “No quisieron ni siquiera registrarnos el escrito de reclamación. Tuvimos que advertirle que si no lo hacían llamaríamos a EL PAÍS”, recuerda Javier Blázquez. “Lo hicieron y se inició el trámite, que fue resuelto por el obispo en unos meses, diciendo que no era competente en el asunto. Acudimos entonces al Vaticano, a la Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada, y al cabo de unos meses nos contestaron con lo mismo, que no tenían competencia y estaba todo prescrito. También fuimos a la Fiscalía general, y contestó que los hechos estaban prescritos. Finalmente, el Congreso encargó en 2022 una investigación al Defensor del Pueblo. Vinieron a Vigo a entrevistarnos. Fueron unas entrevistas muy provechosas e interesantes, realizadas por verdaderos profesionales. Tenemos la esperanza de que el Defensor del Pueblo dicte una resolución en la que se declare la certeza de los hechos que nosotros denunciamos. No pretendemos nada más que eso, porque hemos renunciado a cualquier indemnización”.

El Defensor del Pueblo aún está trabajando en su investigación, en marzo había entrevistado a 445 personas. Aún no hay fecha para el fin de sus trabajos. Solo en Galicia, según la contabilidad de este diario, hay al menos acusaciones contra 65 personas.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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