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El arzobispo de Oviedo llama “leyenda del beso” al caso Rubiales y arremete contra la Agenda 2030 y las “corrientes ‘ecolojetas”

La homilía de Jesús Sanz Montes en Covadonga ha molestado a muchos representantes políticos e institucionales

Nacho Poncela
Jesús Sanz Montes arzobispo de Oviedo
El Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, a comienzos de agosto durante la inauguración y acto de acogida de la peregrinación europea de jóvenes en Santiago de Compostela.César Arxina (Europa Press)

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, ha vuelto a utilizar el púlpito eclesial para efectuar declaraciones polémicas. El prelado se ha referido este viernes sin mencionarlo expresamente al beso no consentido de Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, a la futbolista Jenni Hermoso, por el que la Fiscalía se ha querellado contra Rubiales por agresión sexual y coacciones, y lo ha reducido al título de una zarzuela. Además, ha insinuado que es una maniobra para desviar la atención: “Dejemos la Leyenda del beso para la preciosa zarzuela de Reoyo, Silva y Paso con la música de los maestros Soutullo y Vert. Mejor esta zarzuela que los recientes sainetes jaleados con estrategias calculadas. ¿Dónde quedan las frivolidades teledirigidas durante días y días en noticias amañadas para distraer la atención, eclipsar las vergüenzas o manejar bajo cuerda pretensiones y apaños a cualquier precio y con la habitual mentira como arma política?”.

Asturias celebra el 8 de septiembre el día de la comunidad, que es el de Covadonga, nombre de la santina que, en el santuario más visitado de España, reúne en su basílica en este día a las principales autoridades del Principado en una misa en la que el arzobispo Sanz Montes no defraudó en las expectativas puestas sobre su homilía. Como suele ser habitual, y desde su tableta, cargó contra casi todo sin aportar nombres, pero dejando claro contra quién o quiénes iban sus palabras.

Citando a Unamuno, Sanz Montes quiso expresar su dolor por la situación política que vive España y el riesgo de que el país se convierta en una “república de banana”. Para cuestionar el feminismo más combativo, Sanz Montes lo contrapuso con la historia de Irina, una mujer ucraniana que conoció y que perdió a su esposo y a uno de sus hijos durante el bombardeo de Kiev. “Su testimonio cristiano llegó a conmoverme profundamente por la hondura de una mujer no manipulada en su condición femenina, cuando tiene que afrontar los zarpazos más hirientes no dejándose arrastrar por tanto postureo, tanto empoderamiento y tanta zafia mediocridad”.

Y continuó: “Su entereza humana y creyente como mujer fuerte, su falta de odio y de venganza, en medio de su tremendo dolor señalaba la esperanza que quiere transmitir a sus dos hijos más pequeños, sin la amargura estéril de un llanto cuyas lágrimas ella seca en silencio y con plegarias. ¡Qué secreto puede tener una mujer, madre y viuda, cuando ante un escenario así de cruel, es capaz de mostrar a sus hijos el horizonte de una vida que sigue siendo bella a pesar de estar manchada por la sangre más querida, de mostrar una vida que sigue siendo bondadosa más allá del envilecido desgarro!”, proclamó el arzobispo.

No salieron mejor tratados en su discurso el movimiento ecologista y la Agenda 2030. Como entremés para su argumento, citó la actitud del millón y medio de jóvenes reunidos en Portugal durante las Jornadas Mundiales de la Juventud. “En aquel millón y medio de jóvenes no se dieron borracheras, ni destrozos urbanos, ni violaciones en manada, ni toneladas de basura tras su marcha. Tratamos de tantas cosas. También de la ecología de la que tantos hablan, pero sin la carga ideológica de la Agenda 2030, ni el paseíllo manido por las pasarelas de tanta monserga vacía, aunque tan bien subvencionadas que terminan siendo subversivas”.

Y ya de paso, el arzobispo empleó la ecología para volver a arremeter contra leyes como la del aborto o la de eutanasia. “Porque hablar de ecología es hablar de que nos importa la vida, toda la vida, evitando caer en la trampa engañosa de salvar solo algunas floras y faunas clasificadas por ciertas corrientes ecologistas que acaban siendo ecolojetas [juego de palabras entre ecologista y jeta], mientras dejamos al pairo la vida humana más vulnerable, la no nacida aún, o la que precipita su final con la ayuda matarife de una eutanasia letal sin la asistencia paliativa censurada, o la vida de quien sigue su camino con mil dificultades al perder el trabajo, al no estrenarlo todavía o al extraviar el sentido de las cosas hermosas como es el amor que no caduca, el perdón que no claudica o la paz que no trafica con inconfesables intereses y clandestinas divisas”, sentenció Sanz Montes

Críticas políticas

La homilía del arzobispo de Oviedo ha molestado a muchos representantes políticos e institucionales, entre ellos la secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez. Tras escuchar las declaraciones se ha mostrado “anonadada”: “Desde luego nos sorprende el papel de la Iglesia católica en nuestro país en demasiadas ocasiones en contra de los derechos humanos, también por supuesto en contra de los derechos de las mujeres y cómo se ha normalizado”.

Por su parte, la vicepresidenta del Principado de Asturias, Gimena Llamedo, ha criticado que Jesús Sanz Montes haya utilizado Covadonga “como una caverna reaccionaria para lanzar un discurso machista que es más propio de Vox”. En la misma línea, la delegada del Gobierno en Asturias, Delia Losa, ha pedido al arzobispo que “deje los hábitos y se meta en un partido político que parece que es lo que le gusta. Hay un partido que defiende sus propios postulados”, ha señalado.

Mientras, la vicesecretaria general de Acción Política e Institucional de la FSA-PSOE y diputada por Asturias, Adriana Lastra, considera que la homilía del arzobispo de Oviedo estuvo cargada de un “odio y machismo propio de reaccionarios y de otra época”.

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