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Las mujeres y laicos votarán por primera vez en el sínodo de los obispos

El Papa ha aprobado el cambio de las reglas en la asamblea de transformaciones de la Iglesia católica

El papa Francisco, durante la audiencia pública de los miércoles.
El papa Francisco, durante la audiencia pública de los miércoles.Associated Press/LaPresse (APN)
Daniel Verdú

Las últimas reuniones del Sínodo, una suerte de cónclave de los obispos que se reúne con cierta periodicidad para avanzar en las reformas y análisis de las necesidades de transformación de la Iglesia católica, ya habían anticipado la apertura. Pero el Papa ha dado el paso definitivo este miércoles despejando el camino para la votación que se celebra al final de cada una de estas reuniones a laicos y mujeres. Hasta ahora solo se permitía participar en la aprobación del documento final que se redacta en cada uno de estos en encuentros a los prelados que habían participado en él, algo que ya suscitó las críticas en el último gran sínodo dedicado a la Amazonía. La medida supone un avance más en la lenta apertura de la Iglesia.

Los papas han convocado desde el Concilio Vaticano Segundo —los encuentros de los años sesenta que modernizaron la Iglesia— a los obispos a Roma durante unas pocas semanas cada vez para abordar temas concretos que requerían de un cierto consenso y análisis. Al final de cada una de estas citas, los obispos votan las propuestas concretas y se las presentan al Papa, que después emite un veredicto final teniendo en cuenta sus posiciones respecto a cada asunto que se trataba. La decisión de los prelados no es vinculante, pero sí resulta determinante para que el Pontífice de turno construya su opinión. Y cada vez más, los temas tocan asuntos fundamentales de derechos sociales que implican al mundo laico y, sobre todo, a las mujeres.

El Papa ya les había abierto esa puerta, pero como meras consultoras. Y mantenerlas al margen de las decisiones finales resultaba cada vez más extraño, aunque a la mayoría de los obispos les incomodase el cambio.

Los organizadores de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos anunciaron esta novedad ante el Sínodo sobre la sinodalidad que se está preparando en estos años y que culminará con dos reuniones en Roma en octubre de 2023 y de 2024. Se trata de una asamblea que pretende abrir la toma de decisiones de la Iglesia y convertirla en una estructura más horizontal. Especialmente teniendo en cuenta las exigencias de progreso que llegan desde la Iglesia alemana, una de las más ricas y poderosas del mundo.

La rama germánica del catolicismo, de hecho, ha tensado la cuerda en los últimos tiempos hasta niveles insólitos en su petición de abrirse a los homosexuales y a las mujeres, especialmente para que pueda reflexionarse acerca de su ordenación como sacerdotes. Una petición que hasta ahora ha caído en saco roto —en Roma se ha llegado a hablar de un posible cisma si no se atendía— y ante la que el Papa se ha sentido siempre incómodo.

La principal novedad ahora es que los 10 clérigos que participaban en dichas asambleas —personas que reciben las órdenes sagradas y cumplen funciones espirituales o religiosas— serán “sustituidos por cinco religiosas y cinco religiosos pertenecientes a Institutos de vida consagrada, elegidos por las respectivas organizaciones representativas de las Superioras Generales y de los Superiores Generales” y con derecho al voto. La reivindicación que encabezaban desde hace años las religiosas y las asociaciones de mujeres católicas reclamaba que, más allá de su presencia decorativa en los sínodos, pudieran tener voz y voto en la aprobación del documento final.

La otra gran novedad es que se eliminará la figura de los auditores, y se sustituirá por “otros 70 miembros, no obispos, que representen a otros fieles y que pueden ser sacerdotes, personas consagradas, diáconos o fieles laicos y que procedan de las Iglesias locales”. Serán elegidos por el papa de una lista de 140 personas indicadas durante las reuniones Internacionales de las Conferencias Episcopales y la Asamblea de Patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas. El Papa, de forma orientativa, espera que de ese nuevo grupo de 70 personas, al menos el 50% sean mujeres. ”Todos ellos tendrán derecho al voto”, se lee en el documento.

La aparente importancia del cambio contrasta con el frío anuncio de la medida realizada por sus responsables. Una tibieza que respondería a la necesidad de no incomodar a los obispos, que verán reducido su papel en la asamblea de ahora en adelante. Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y relator del Sínodo de la sinodalidad, de hecho, subrayó que “no es una revolución, pues la asamblea sigue siendo una reunión de obispos, con una participación de no obispos”, ya que cerca del 75 % de los participantes seguirán siendo obispos. También diluyó su relevancia el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, que agregó que “seguirá siendo un Sínodo de obispos, pero habrá esta participación como miembros de laicos”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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