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Botellones y fiestas privadas: así contribuyeron los viajes de fin de curso a la “explosión” de contagios de la quinta ola de covid

Un estudio aporta datos inéditos sobre el impacto que tuvo la estancia de miles de estudiantes catalanes en Menorca en su comunidad de origen

Decenas de viajes de estudios llegaron a las Baleares en el verano de 2021 ante el levantamiento de algunas restricciones de la pandemia. En la imagen, una calle de Mallorca en junio de ese año.
Decenas de viajes de estudios llegaron a las Baleares en el verano de 2021 ante el levantamiento de algunas restricciones de la pandemia. En la imagen, una calle de Mallorca en junio de ese año.FRANCISCO UBILLA
Oriol Güell

El verano de 2021, el segundo de la pandemia, fue un momento clave en la gestión de la peor crisis sanitaria del último siglo. Tras más de un año de duras restricciones a la libertad de movimiento y reunión, y con buena parte de la población vulnerable vacunada —uno de cada tres españoles empezó la estación con la segunda dosis puesta—, llegó el momento de tantear el regreso a la normalidad.

Los viajes de fin de curso fueron durante el mes de junio una especie de ensayo general del periodo vacacional que estaba por abrirse, aunque, según la hemeroteca, la cosas no salieron como estaba previsto. Se desató una enorme oleada de contagios, la quinta —la de la variante delta—, que casi nadie esperaba. Aunque la mortalidad fue mucho menor gracias a las vacunas, los hospitales se llenaron otra vez de pacientes. Volvieron algunas restricciones y los encontronazos políticos fueron frecuentes, lo que agudizó el debate ya abierto sobre los límites de la libertad individual, la responsabilidad y la solidaridad.

Un estudio, publicado en la revista Plos One, analiza ahora con datos inéditos un episodio clave de aquellos momentos: el enorme brote ocurrido en Cataluña tras los viajes de fin de curso de miles de estudiantes de secundaria de esta comunidad a la isla de Menorca en junio de 2021. Con 760 positivos, se trata de la mayor agrupación de casos de estas características recogida en la literatura científica. Y muestra un cambio social y demográfico observado por primera vez en la pandemia, con la población más joven y de clase social elevada siendo la más afectada al inicio de la ola.

“No esperábamos un brote de esas dimensiones. Era un momento de cambio de la situación legal, en el que se empezaban a relajar medidas y Baleares, que disfrutaba de una mejor situación epidemiológica, iba por delante. Estábamos vigilantes y todo parecía bajo control. Pero de repente, en muy pocos días, los casos empezaron a dispararse en Barcelona y otras partes de Cataluña”, explica Gloria Pérez, jefa de servicio de vigilancia de la covid en la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) y coautora del estudio, elaborado por una quincena de responsables de la agencia y de la red de vigilancia epidemiológica de Cataluña.

Las alertas saltaron el miércoles 23 de junio de 2021. Ese día, según el artículo, varios centros de salud de Barcelona identificaron 21 casos entre jóvenes de edad similar, en torno a los 17 años. Muchos acababan de llegar de viaje de fin de curso a Menorca. Pronto llegaron avisos de casos parecidos en localidades del resto de Cataluña. En solo unos días, una avalancha de trabajo cayó sobre los servicios de salud pública de toda la comunidad para rastrear contactos.

Entre el 15 de junio y el 10 de julio fueron diagnosticados un total de 515 “casos primarios” entre jóvenes que habían viajado a Menorca (57,5% mujeres, 42,5% hombres). Mediante las encuestas epidemiológicas, fueron identificados 2.289 contactos estrechos (amigos, familiares...), de los que 245 dieron positivo (el 11%).

En apenas unas semanas, la situación de la pandemia dio un vuelco en Cataluña. El 13 de junio, “la incidencia acumulada a 14 días llevaba dos meses de descenso” y se situaba en 93 casos por 100.000 habitantes. “Solo cuatro semanas después, Cataluña tenía una de las mayores incidencias de Europa”, con 1.092 casos. Entre quienes tenían de 10 a 19 años, esta cifra se había disparado hasta los 1.684 casos y a 3.640 entre los veinteañeros.

No todo este incremento se debe a los viajes de fin de curso, ya que la relajación de medidas y el incremento de interacciones sociales fue generalizado. Además, el enorme esfuerzo de los servicios de salud pública logró “identificar y cortar muchas cadenas de transmisión”. Pero los autores dan por seguro que muchas otras no fueron detectadas, lo que permitió al virus extenderse. “Teniendo en cuenta la evolución posterior, los datos sugieren que el brote contribuyó a la explosividad de la quinta ola en Cataluña”, concluye la investigación.

Una de las razones que facilitó el incremento de contagios fue el “incumplimiento” generalizado de “las medidas de precaución frente al virus” durante los viajes, algo que se vio favorecido por el hecho de que cerca de la mitad de los jóvenes planificó por su cuenta la estancia en Menorca. “La mayoría durmió en apartamentos o casas alquiladas, y muchos participaron en fiestas privadas y botellones”, sigue el trabajo.

Estas fiestas fueron descritas por los chicos entrevistados como “multitudes de cientos de personas en casas privadas de toda la isla, donde la gente no se conocía y había música y alcohol”. La gran mayoría de fiestas privadas se celebraron entre el 12 y el 20 de junio convocadas a través de las “redes sociales y aplicaciones de mensajería”. Posteriormente, la noche de San Juan se convirtió en un “gran botellón en el puerto de Ciutadella seguido de decenas de fiestas en bares y discotecas de la zona”.

La red de vigilancia epidemiológica detectó pronto un perfil común entre la mayoría de los contagiados: “Se observa una clara relación entre la distribución de casos y el Índice Socioeconómico Compuesto (ISC)”, un indicador de desigualdad utilizado en la sanidad pública, recoge el estudio. La mayor parte de los casos del brote residen en zonas de elevada renta de Barcelona capital y en municipios cercanos (Sant Cugat del Vallès) o zonas similares de Girona y Tarragona. Muy pocos casos son diagnosticados en zonas rurales.

El estudio ilustra la magnitud del brote con varios datos. Los casos del brote suponen el 9% del total registrado en Cataluña entre el 15 de junio y el 10 de julio, proporción que “se eleva al 25-30%” entre los estudiantes de secundaria de toda la comunidad autónoma (el 50% en algunas áreas básicas de salud). Ninguno de los afectados sufrió un cuadro clínico grave, lo que los autores atribuyen a la juventud de los estudiantes y al hecho de que sus familiares mayores ya habían sido vacunados. “No detectamos cadenas de transmisión más largas, seguramente porque todos los afectados cumplieron las medidas de aislamiento”, explica Gloria Pérez.

Pedro Gullón, profesor de salud pública en la Universidad de Alcalá, destaca la elevada tasa de ataque detectada, indicador que se obtiene al dividir el número de afectados entre el total de expuestos (casos primarios y sus contactos). “Es elevadísima, por encima del 27%. Lo que vemos en el estudio, y es preocupante, es cómo en un momento de relajación de las restricciones se produce una sucesión de eventos supercontagiadores encadenados que contribuyen a una transmisión generalizada del virus”, afirma.

Los autores destacan algunas lecciones para el futuro. Una es la necesidad de diseñar y ejecutar “estrategias específicas” por grupos de población “teniendo en cuenta la edad y clase social”: “Este brote no siguió el componente socioeconómico [observado] en las cuatro primeras olas en Barcelona, en las que las zonas menos favorecidas económicamente habían sido las más afectadas. Esta vez afectó a gente joven de las zonas de mayor renta”.

Baja percepción del riesgo

La baja percepción del riesgo es otro factor determinante sobre el que es necesario actuar. Los autores destacan las características de las Islas Baleares, “un destino muy popular de vacaciones, donde se encuentran miles de personas de varios países”, algunas de ellas atraídas por su oferta nocturna en la que es habitual el consumo de alcohol. “No es fácil seguir las medidas de prevención en estos ambientes”, algo que favorece la propagación del virus con el regreso de los viajeros a sus lugares de origen.

Por último, la investigación incide en “la necesidad de anticiparse a estos grandes brotes y preparar a los sistemas sanitarios para hacerlos frente”. “La organización informal de las fiestas y la ausencia de una lista de asistentes dificultó mucho el rastreo de contactos y la identificación de las fuentes de contagio”, sostiene el texto. Frente a ello, proponen un liderazgo claro desde las administraciones que haga posible informar y coordinar a todas las partes para prevenir y actuar ante este tipo de brotes.

Gullón destaca “los mensajes contradictorios” que en esos momentos se transmitían a la sociedad. “Desde algunas administraciones se animaba a recuperar la normalidad y desde otras a mantener las medidas de prevención. Si los mensajes no mantienen una coherencia, se pierde todo el potencial comunicativo. El resultado fue una polarización en los debates y el comportamiento, con una parte de la sociedad actuando como si la pandemia ya hubiera pasado y la otra casi como si aún estuviéramos en confinamiento”, sostiene.

El epidemiólogo Quique Bassat valora especialmente el esfuerzo de los investigadores para conjugar en el estudio “datos cuantitativos y cualitativos”. “Es algo encomiable, que permite conocer las claves de un brote que se produjo en el inicio de la quinta ola y ofrece algunas evidencias relevantes. Es importante tener estos casos bien documentados para el futuro, aunque hubiera sido de gran ayuda haberlos podido realizar antes. Es un ejemplo de la necesidad de aumentar los recursos y herramientas en salud pública, como la agencia estatal que impulsa el Ministerio de Sanidad”, concluye.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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