Omella, sobre los abusos en la Iglesia: “Hemos sido un poco lentos y no nos dimos cuenta de algunas cosas”
El presidente de la Conferencia Episcopal pide perdón a las víctimas y anuncia que está dispuesto a llegar “hasta donde haga falta” en la investigación de la pederastia en el clero español
Juan José Omella (Cretas, Teruel, 75 años), cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), baja las escaleras del Colegio Pontificio español, en el barrio romano de Monteverde, vestido ya de gris austero. Ha dejado en el armario el atuendo cardenalicio que llevaba en la visita al Papa hecha una hora antes junto al cardenal Carlos Osoro y al secretario de la CEE, Luis Argüello, para dar cuenta de distintos asuntos, entre los que destacaba el proceso de investigación de abusos a menores en el que se ha embarcado la Iglesia. Omella, durante la entrevista que concede a EL PAÍS, cuenta que Francisco ha aprobado el tipo de comisión que la Conferencia Episcopal ha encargado al despacho de abogados Cremades & Calvo-Sotelo. “El Papa lo ha visto bien y nos anima a seguir en esa línea. Es una comisión independiente, pero queremos colaborar y esperamos que aporte una buena síntesis”, apunta en una conversación de unos 30 minutos.
Cerca de cuatro meses después de la publicación del dosier de EL PAÍS que incluía 251 casos que afectaban a 31 diócesis y 31 órdenes religiosas, la Iglesia no ha llegado a ninguna conclusión, y muchas víctimas todavía no han sido contactadas. Pero la institución ha dado un importante giro en su acercamiento a la cuestión. Omella, en un tono conciliador, después de haberse reunido con varias asociaciones de afectados, explica algunos de los motivos de este cambio y asegura que está dispuesto a llegar “hasta donde haga falta”. Pero también hay matices. Se abrirán los archivos, apunta, hasta donde permita el respeto a la ley. Y solo aceptarán entrar en la comisión de investigación coordinada por el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, cuando conozcan la metodología y los objetivos.
Pregunta. La última vez que estuvo en Roma aseguró que no se haría ninguna comisión sobre los abusos a menores en la Iglesia porque no era necesario. Pero desde entonces han aflorado más de 500 casos, cuando reconocían solo unos 200, y hemos llegado a una situación donde hay dos comisiones. ¿Qué ha cambiado en estos meses?
Respuesta. Es de sabios saber rectificar, y uno no tiene siempre la solución en la mano. Hemos visto que quizá era bueno para potenciar las comisiones que creamos en cada diócesis que fueran acompañadas de una auditoría externa para ayudarnos a evaluar si vamos por el buen camino. Mientras tanto, el Parlamento hizo ese trabajo encargando [una investigación] al Defensor del Pueblo… en fin, todo lo que sea ayudar a las víctimas, cuanto más, mejor. Y solucionado el tema.
P. Y entonces, ¿por qué no se hizo antes?
R. Pues porque reflexionamos. Y te ayudan gentes externas, reflexiones que vienen de fuera, también la que tú haces. Creemos que quizá hemos sido un poco lentos y no nos habíamos dado cuenta de algunos elementos. Nos ayudan los periodistas, gente que quiere a la Iglesia… las ideas se acogen con cariño y nos ayudan a cambiar.
P. Da la sensación de que había división de opiniones en el seno de la Iglesia. El cardenal Osoro, de hecho, dijo en una entrevista con EL PAÍS que no había sido informado de la creación de la comisión del bufete de Cremades. ¿Cómo lo decidieron?
R. El cardenal Osoro dijo que no era conocedor del todo… Y hubo una parte de verdad, porque él estuvo en Roma los días que lo vimos en el Comité Ejecutivo, pero le informamos en los ejercicios de que queríamos trabajar en eso. Pero cuando se concretó, él estaba en Roma. Y cuando le preguntaron los periodistas, él contestó espontáneamente y dijo: “No estaba”. Después dices, “sí, le habíamos dicho”, pero él no cayó en la cuenta en ese momento. Pero no hay ninguna división, y participa de las decisiones colegiadas que tomamos.
¿La comisión independiente? Es de sabios saber rectificar, y uno no tiene siempre la solución en la mano”
P. Quizá desde fuera no se tiene en cuenta que la CEE es un órgano colegiado sin poder de decisión ejecutivo. Pero, ¿cómo se puede afrontar entonces un caso como el de los abusos para el que se necesita de una acción unitaria?
R. Al ser una confederación de obispados no es como en un partido político. En nuestro caso respetamos mucho la decisión de cada uno, que es autónomo en su diócesis. Y lo que hace el presidente es coordinar el trabajo y llegar a consensos. Nosotros comentamos, damos la opinión. En los casos graves y urgentes, toma la decisión uno y luego pide perdón si lo hace mal. Pero si no, esperamos, nos llamamos… Es colegiado.
Queremos saber cómo organizará el Defensor del Pueblo la comisión y qué metodología empleará. Cuando nos lo diga, decidiremos si entramos"
P. Y en el caso de la comisión que organiza el Defensor del Pueblo, ¿cómo y cuándo piensan decidir si participan en ella?
R. Queremos saber cómo quiere organizar él la comisión y qué metodología empleará. Y cuando nos lo diga, tomaremos la decisión de entrar. Pero lo que sí está claro es que colaboraremos en todo lo que pida, estemos o no dentro. Colaborar y aportar transparencia en todo lo que haga falta.
P. ¿Qué motivo podrían aducir para no participar?
R. Un tema que nos preocupa es que no se atienda bien el problema de fondo. El número mayor de abusos no se comete en la Iglesia, hay más en la sociedad. Como referentes morales, nos parece muy bueno hacer este cambio de actitud y pedir perdón. Y lo pido una vez más, por todo lo que hemos hecho mal. Pero me preocupa que suceda también en otros ámbitos y no se haga nada por solucionarlo. Tenemos un grave problema, porque son muchos los abusos sexuales denunciados fuera de la Iglesia. No es una excusa, ¿eh? Nos toca corregirlo. Es lo que nos pide el Papa y nos piden los cristianos y todo el mundo, pero nos gustaría que nuestra actitud sirviera para que no suceda en otros ámbitos.
P. ¿Quiere decir que lo que usted querría es que la comisión parlamentaria investigase la pederastia en otros ámbitos?
R. Lo desearía, sí. Pero bueno, no quiero que se interprete como excusa. Asumo como cristiano los defectos y fallos de la Iglesia.
P. ¿Qué modelo de comisión es el que les gusta más?
R. Pues el nuestro me parece el mejor; si no, no lo haríamos. Pero quiero ver el resultado al final.
P. El encargado de diseñar dicha comisión, Javier Cremades, pertenece al Opus Dei. Eso ha despertado algunas críticas al considerarse demasiado de parte. Especialmente se lo parece a las víctimas de abusos en colegios de dicha orden. ¿Lo han valorado?
R. Una cosa es pertenecer al Opus y otra es que eso le condicione. Él dijo enseguida que era del Opus Dei, como diciendo que no quería que le condicionara. Y fichando a asesores como [Manuela] Carmena o el exdirector de El PAÍS [Juan Luis Cebrián] muestra en su actitud que no quiere ser condicionado por su adscripción religiosa al Opus.
P. Algunas víctimas, insisto, no lo ven así.
R. Sí, lo sé. Es normal. Por eso yo cuando me reuní con ellos les dije que si tenían más confianza en otra institución o comisión, que fuesen allí y no se ningunearía nada de lo que dijesen, y se recogería.
P. ¿Piensan abrir los archivos de la Iglesia para esta comisión?
R. Vamos a ver lo que piden y lo que se puede dar según la protección de datos. Nosotros estamos dispuestos siempre a colaborar, pero hasta lo que la legislación permita.
P. No parece que haya otra manera de investigar que abriendo los archivos, ¿no?
R. Bueno, ¿qué significa abrir los archivos? Nombres, números… Bueno, hay que mirarlo bien por respeto a las víctimas y a la presunción de inocencia.
P. Y para la del Defensor del Pueblo, ¿aplicarán el mismo criterio?
R. Sí, evidentemente. Siempre hemos dicho que colaboraríamos, no oscureceremos nada. Pero hay un marco legal que respetar.
P. Desde 2001 había 220 denuncias en la Doctrina de la Fe. Pero luego en poco tiempo supimos de golpe de otras 300. ¿Cómo llevan la contabilidad?
R. Todo depende de cuándo se pone la denuncia, si se comunica o no. Primero hay que investigar, estar seguros, saber si está viva la persona… Y todo se va comunicando a la Doctrina de la Fe…
[Interviene el asesor de Comunicación de Omella, presente durante la entrevista, y puntualiza que las 220 eran denuncias del siglo XXI aportadas por la Doctrina de la Fe. Y que las otras son fruto de la investigación llevada a cabo por la Iglesia española desde 2018 en sus oficinas. “Lo hemos presentado ahora, que es cuando nos lo han trasladado”, apunta].
Zollner dice lo que él cree. Pero ¿qué datos tiene?”
P. A propósito de las cifras, el experto en prevención de abusos y principal asesor del Vaticano en esta materia, Hans Zollner, dijo hace poco que no hay motivos para pensar que las cifras de España serán menores a las de Alemania o Francia, donde alcanzan los centenares de miles. ¿Qué escenario esperan encontrar?
R. Yo no soy profeta. Puedo jugar a serlo, pero me equivocaría. Investiguemos y veamos. No echaremos balones fuera. Aunque fuese uno solo merecería la pena hacer un trabajo así, cada víctima merece todo el cuidado, respeto y petición de perdón por nuestra parte.
P. Ya, pero, ¿ven motivos para pensar que España es una isla en esta situación?
R. Zollner dice lo que él cree. Pero, ¿qué datos tiene? Ya lo veremos. Ahora trabajamos con la realidad.
P. ¿Por qué cree que las víctimas confían más en un periódico para denunciar sus experiencias que en la Iglesia?
R. Pues a veces es por una cierta desconfianza, o mayor confianza en EL PAÍS… pero yo le puedo decir que siempre que una víctima ha venido, la he escuchado con atención, y hemos hecho lo que teníamos que hacer según los protocolos que había, que no eran los mismos hace 20 años que ahora.
P. El problema ha sido justamente que muchos no han encontrado respuesta en ustedes.
R. Pues es posible. Hay que respetarlo y valorarlo.
P. Han pasado cuatro meses desde que entregamos el dosier al Papa, a la Doctrina de la Fe y a la Conferencia Episcopal. Las normas aprobadas dan 90 días para tener conclusiones e informar a Roma.
R. Nosotros mandamos inmediatamente los datos a cada diócesis y congregación afectada. Y cada uno lo asumió y comenzó a investigar. En algunos casos faltaba el nombre del abusador, faltaban algunas direcciones… Entonces hubo que contactar con EL PAÍS, y algunas veces tardaron un poco por la protección de datos, porque debían preguntar antes a la víctima. Por lo que sé se pusieron en marcha para investigar y pedir los datos.
P. Desde que lo entregamos, se han puesto en contacto con EL PAÍS 19 diócesis de las 31 afectadas, y gran parte de las víctimas no han sido contactadas. Parece difícil investigar sin hablar con la víctima.
R. Los datos habrá que dárselos a la comisión y ella investigará. Lo ideal es poder contactar con las personas, tener los datos e investigar…
Todo lo que se haga con buena intención para el bien de una víctima, guste o no guste, siempre es bueno. Yo agradezco el trabajo de EL PAÍS”
P. Cuando EL PAÍS publicó el dosier, la Iglesia contestó achacando falta de rigor. ¿Usted qué opina?
R. Todo lo que se haga con buena intención para el bien de una víctima, guste o no guste, siempre es bueno. Yo agradezco el trabajo que habéis hecho, y adelante.
P. ¿No comparte entonces aquella reacción?
R. A veces, todos somos un poco impulsivos y saltamos. Pero ya está.
P. Hace poco se reunió con las víctimas por primera vez, ¿qué sensación tuvo?
R. Quedé muy contento del encuentro e impactado por lo que han vivido. Y me afectó emotivamente, me sentía muy cerca de ellos y les dije que sigan el camino que deben seguir para explicar y denunciar. Lo importante para mí es estar cerca y ayudarles.
P. ¿Entiende que hasta ahora se hayan sentido solos y ninguneados?
R. Unos sí, pero otros no. He escuchado también en Barcelona a otros que dijeron que habían sentido muy cerca a la Iglesia. Depende de la experiencia de cada uno.
P. En la investigación de EL PAÍS y en el dosier entregado, aparecen una treintena de obispos acusados de encubrir o silenciar abusos que conocieron durante su ministerio. Ninguno de ellos está siendo investigado por negligencia, como obliga el código canónico. ¿Se hará?
R. Hay que verlo, a veces se acusa… y la persona tampoco se ha enterado.
P. Sí, pero aquí están los nombres en el dosier.
R. Hay que verlo y comprobarlo todo.
P. ¿Y quién les investigará? Porque resulta extraño que una diócesis se investigue a sí misma, ¿no? O un obispo a otro obispo…
R. Bueno, cuando llegue ya se lo diré.
P. Pero eso está regulado.
R. Si se puede demostrar que ha habido ocultamiento, sí. Pero hay que verlo. Son acusaciones fuertes que hay que ver. Pero no olvidemos que la actitud de hoy ante los abusos es muy diferente a la de hace décadas. Dentro y fuera de la Iglesia, donde también había denuncias y silencios. Entonces se trasladaba a la gente de un sitio a otro. No había otros protocolos. Hasta que la sociedad reaccionó. Eso pasó también con la esclavitud: hoy nos parece una barbaridad. Juzgar el pasado con la mentalidad actual es terrible.
P. Tiene razón. Pero este pasado es muy reciente.
R. Pues si es reciente ya diremos qué hay que hacer según marque la ley: de la Iglesia y civil.
P. ¿La Congregación para la Doctrina de la Fe les ha dado nuevas instrucciones para proseguir investigando los casos?
R. No, están muy contentos del camino que estamos llevando a cabo, esperando resultados.
P. Una de las reticencias de la Iglesia a investigar, lo vimos en EE UU, ha sido el miedo a la bancarrota y a pagar indemnizaciones millonarias que pueden comprometer las finanzas de cada diócesis. ¿Están dispuestos a resarcir a las víctimas económicamente?
R. Lo que digan los jueces se hará.
P. ¿Cuánto ha pagado la Iglesia hasta hoy a las víctimas?
R. No tengo ni idea, no le puedo responder. La Conferencia Episcopal nada, cada diócesis no le sé decir.
P. ¿Pero son datos existentes?
R. Pero no los conozco.
P. ¿Hasta dónde está hoy la Iglesia dispuesta a llegar en este asunto?
R. Hasta donde haga falta. Queremos el bien de las personas, de la institución y de la sociedad española. Queremos que las personas sean libres, vivan en paz y sean felices.
Si conoce algún caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escríbanos con su denuncia a abusos@elpais.es
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