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Vacunar a embarazadas es seguro y evita graves complicaciones si la gestante contrae la covid

La EMA destaca que las vacunas de ARN mensajero no causan graves efectos adversos para las madres ni para los bebés. Los expertos invitan a las mujeres en estado a recibir la pauta vacunal y la dosis de refuerzo para minimizar el riesgo de hospitalización y muerte

Nuria Ramírez, que recibió las dos dosis de la vacuna ya embarazada, en su casa de Esplugues de Llobregat.
Nuria Ramírez, que recibió las dos dosis de la vacuna ya embarazada, en su casa de Esplugues de Llobregat.Albert Garcia
Jessica Mouzo

La evidencia científica disponible avala cada vez más la vacunación a embarazadas contra la covid. Cuando España empezó a recomendar la inyección contra el virus a las gestantes, el pasado mayo, la información disponible era más limitada, aunque favorable al pinchazo desde el primer momento. Pero el tiempo y la experiencia han remado a favor de la comunidad científica: hay una evidencia “robusta” de la seguridad de las vacunas en este grupo de población, insisten todas las voces consultadas. De hecho, tras revisar varios estudios que incluyeron unos 65.000 embarazos en diferentes etapas, la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) ha concluido que hay una “creciente evidencia” de que las vacunas de ARN mensajero (las de Pfizer y Moderna) no causan complicaciones en el embarazo, ni a las gestantes ni a sus bebés. Los expertos invitan a las embarazadas a vacunarse con la pauta completa y recibir también la tercera dosis y recuerdan que el riesgo de hospitalización y muerte si contraen la covid es mucho mayor.

Nuria Ramírez, de 40 años, se vacunó con la primera dosis de la vacuna de Pfizer en septiembre, cuando estaba en la semana 14 de embarazo. “No me vacuné antes, cuando me tocaba por mi grupo de edad, porque justo me coincidió con un tratamiento de fertilidad y me dijeron que esperara a que terminara”, explica. Al principio, le recomendaron vacunarse en la semana 20 de embarazo, pero, tras cumplir el primer trimestre, ya le llamaron para darle una cita: “No tuve ninguna duda. Todos mis ginecólogos me recomendaron que me vacunase”. Y lo celebra: pasó la covid en diciembre, pero de forma leve, “con algo de mocos, tos” y una febrícula. Nada más. Ella, que tiene un embarazo de riesgo, con preeclampsia (tensión alta) y diabetes gestacional, superó la enfermedad infecciosa sin más sobresaltos.

De lo que los ginecólogos no tenían ninguna duda desde hace tiempo es de que las gestantes tienen más riesgo de complicaciones si se infectan. La probabilidad de que se contagien es la misma que la de la población general, pero si enferman de covid, el escenario pinta más feo que para una persona que no está embarazada. El estudio internacional Intercovid reveló que el coronavirus aumenta un 50% el riesgo de complicaciones durante el embarazo para las madres y los bebés. La investigación, publicada en la revista Jama, concluyó que las embarazadas con diagnóstico de covid tenían un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad materna y neonatal, señala Anna Suy, jefa de la sección de Obstetricia del hospital Vall d’Hebron (Barcelona): “Si tienen covid, es más frecuente que acaben ingresadas, que entren en cuidados intensivos (UCI), que tengan un parto prematuro por indicación médica [para mejorar el estado de salud de la madre] o que sufran la hipertensión del embarazo”, enumera.

José Villar, profesor de Medicina Perinatal de la Universidad de Oxford y uno de los autores de Intercovid señala que, actualmente, “no hay ninguna duda de que en las embarazadas no vacunadas con covid el riesgo para la madre y el feto aumenta considerablemente respecto al resto de embarazadas”. Y esto se explica por varios motivos. Empezando porque “hay un componente mecánico, ya que al final del embarazo, con el aumento del tamaño del útero se produce un efecto sobre el pulmón y una alteración respiratoria”, apunta Villar. Óscar Martínez, ginecólogo en el Hospital Puerta del Hierro de Majadahonda (Madrid) e investigador principal del registro Obscovid, que analiza el impacto del virus en las gestantes, agrega también que “al virus le gusta mucho el endotelio [las células que recubren la cara interna de los vasos sanguíneos] y produce muchas alteraciones vasculares, y la placenta está tremendamente vascularizada, por lo que hay preeclampsias más graves”.

La quinta ola cristalizó el pasado verano los riesgos que dibujaban los estudios científicos. Fue “la ola de las embarazadas”, como la llamaron en algunos hospitales, por el número de gestantes en la UCI que tuvieron que atender. “Fue terrorífico. El 50% de las que ingresaban por covid acababan en la UCI”, recuerda Suy. En su hospital, de referencia para atender embarazadas con covid, ingresaron 74 mujeres en cuidados intensivos. Entonces, la vacunación todavía empezaba a llegar a las mujeres en edad de gestar y había una fuerte controversia entre los profesionales, que incluso lanzaban recomendaciones contradictorias. Por ejemplo, el Ministerio de Sanidad recomendaba la vacunación a todas las embarazadas, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) matizaba la recomendación a “cuando los beneficios de la vacunación para la mujer embarazada superan los riesgos potenciales”. Guillermo Antiñolo, jefe del servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, recuerda aquellos días como “una tormenta perfecta”: “La delta era más contagiosa, la tasa de vacunación era baja aún y muchas embarazadas no estaban vacunadas, había una reacción contraria sin fundamento de algunos profesionales y faltó una respuesta coherente”.

Ahora hay menos discrepancias, apunta Toni Payà, jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital del Mar: “Ya no hay tantas resistencias, ni de profesionales ni de pacientes. Hay muy poca embarazada no vacunada, es casi anecdótico”, resuelve el especialista. Coincide Martínez: “Se ha reducido la falta de información y hay más unanimidad por parte de las autoridades. La información es homogénea y, aunque quedan nichos menos permeables a los cambios, la mayoría está concienciada”.

Si bien todavía no se han publicado los datos de un estudio aleatorizado con la vacuna de Pfizer en embarazadas, los estudios prospectivos y observacionales avalan las bonanzas de la vacuna. Por ejemplo, una investigación publicada en la revista Nature confirmó, tras comparar a más de 10.800 gestantes vacunadas con otras tantas de las mismas características sociodemográficas no vacunadas, que el medicamento de Pfizer tiene una alta efectividad —por encima del 90%— en embarazadas, similar a la que se prevé en la población general. Otro estudio en Israel, publicado en la revista Vaccine, constató que la vacunación durante el embarazo “no tiene efectos adversos en el curso y los resultados del embarazo”. Y en esta línea, otro análisis estadounidense reportó que el riesgo de aborto espontáneo no es mayor tras vacunarse.

La EMA también recoge en su análisis de la literatura científica publicada que no se ha encontrado “ningún signo de un mayor riesgo de complicaciones del embarazo, abortos espontáneos, partos prematuros o efectos adversos en los fetos después de la vacunación” con fármacos de ARN mensajero. Y los efectos secundarios son similares a los de la población general, agrega: cansancio, cefaleas, dolor, enrojecimiento o hinchazón en el lugar de la inyección, dolor muscular y escalofríos.

Terceras dosis

Ahora, los recelos y “las preguntas recurrentes de las gestantes en la consulta”, explica Martínez, se centran en la tercera dosis. El Ministerio de Sanidad la recomienda, aunque en la Estrategia de Vacunación admite que la información sobre dosis de recuerdo en embarazadas es “muy limitada”. Los expertos consultados matizan, sin embargo, que no hay de qué preocuparse. “Lo que es seguro para la segunda dosis, es seguro para la tercera. No hay ningún argumento objetivo que ponga en duda la seguridad de la tercera dosis porque es un fármaco al que la mujer se ha enfrentado ya”, zanja el ginecólogo del Puerta del Hierro.

La Federación de Asociaciones Científicas y Médicas de España (Facme), que asesora al Gobierno en la campaña vacunal, avala la inmunización en embarazadas y también las terceras dosis: preferiblemente, pinchazos con vacunas de ARN mensajero y la dosis de recuerdo, a los seis meses de la segunda. Cristina Avendaño, vocal de Facme, recuerda que la vacuna protege contra la infección grave y en plena sexta ola, cuanta mayor protección, mejor: “Hay que recordar, en este momento de infección desatada, que la tercera dosis mejora la protección contra la ómicron”. La experta llama a la calma con las suspicacias respecto a la dosis de recuerdo: “Nada indica que la tercera dosis tenga más riesgo que la segunda. Es una dosis que se administra durante el embarazo y nos beneficiamos de la experiencia que ha dado la inyección de las primeras y segundas dosis. No se necesitan datos específicos de seguridad de la tercera dosis”.

La única sugerencia que hace Facme es que, si bien no hay contraindicación alguna para inyectar la tercera dosis en cualquier trimestre del embarazo, lo “preferible” es administrarla a partir de la semana 14 de gestación. Por “un principio de prudencia”, apuntan los expertos consultados, más que porque se haya detectado o sospechado de algún daño a causa del pinchazo en el primer trimestre. Avendaño señala que los primeros tres meses de gestación son “el momento de mayor vulnerabilidad en el desarrollo del feto” y se intenta evitar “cualquier fiebre o factor de estrés” que incida en ese momento. Coincide Payà: “Lo que nos interesa es que las embarazadas lleguen vacunadas al tercer trimestre, que es donde más problemas se han dado si se infectan”.

Pero la tercera dosis genera dudas, incluso entre las embarazadas convencidas de la vacunación. Sobre todo, si han pasado la covid recientemente. Según Sanidad, en estos casos, se administrará la dosis de refuerzo “al menos cuatro semanas después de la infección”, pero algunos expertos lo consideran demasiado pronto. Nuria Ramírez, por ejemplo, acaba de cumplir el mes tras infectarse de covid, pero como está en la semana 34 de embarazo y, previsiblemente, le provocarán el parto en la 38, prefiere esperarse a dar a luz: “Quiero que todo vaya bien en el parto y no quiero un pinchazo más antes. Voy a esperar un poco”. Y lo mismo piensa Olivia (nombre ficticio), de 39 años: se infectó en Navidad y ya le han mandado el aviso para pedir cita para la dosis de refuerzo: “Soy provacunas, pero no me acaba de convencer lo de la tercera dosis tan seguido. Voy a esperarme un poco más”, resuelve. A propósito de estos casos, Martínez defiende seguir la estrategia vacunal para evitar riesgos: “La reinfección era rara tras la covid hasta que apareció la ómicron”, avisa.

Sobre las terceras dosis en general, los expertos consultados son tajantes. Las vacunas son “extremadamente efectivas”, insiste Villar: “La evidencia es clara. Estas vacunas han sido estudiadas en más de 250.000 mujeres y no se ha encontrado ningún efecto alterado. Además, no tienen ningún agente viral que pueda producir ninguna cosa. La evidencia lógica indica que no hay ningún elemento de riesgo, tampoco con la tercera dosis”. El Gobierno británico ha lanzado una campaña para incentivar los pinchazos entre las gestantes y ha advertido de que los datos del Sistema de Vigilancia Obstétrica del Reino Unido muestran que el 96,3 % de las mujeres embarazadas ingresadas en el hospital con síntomas de covid entre mayo y octubre de 2021 no estaban vacunadas, un tercio de las cuales requirieron asistencia respiratoria.

A pequeña escala, Suy señala también que las pacientes que ingresan ahora en estado grave no están vacunadas. Antiñolo agrega que en estos momentos “hay muchos contagios, pero no enfermedad grave, y muchos ingresos con covid, pero no de covid”. Sin las vacunas, coinciden los expertos, el escenario hubiese sido muy distinto. Y mucho peor.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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