El Estado regularizará la situación de los dos senegaleses que trataron de evitar la paliza mortal a Samuel Luiz
Ibrahima y Makate echaron una mano a la víctima del grupo de jóvenes violentos y son testigos clave de la investigación judicial para identificar a todos los participantes en la agresión
Ibrahima fue el brazo amigo que tuvo Samuel Luiz en el último momento de su vida. No se conocían de nada, pero el hombre senegalés, de 38 años y sin papeles, pasaba por la zona de copas del paseo litoral de A Coruña cuando la víctima de la paliza mortal recibía los primeros puñetazos. Ibrahima y un compatriota suyo de nombre Makate fueron dos de las personas que mediaron para evitar el linchamiento perpetrado contra el auxiliar de enfermería de 24 años por un grupo de jóvenes violentos. Según el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones, estos dos extranjeros destacaron en la madrugada del sábado 3 de julio sobre los demás presentes por su “papel activo”. Por esto, su generosidad va a ser recompensada por el Estado, que trabaja para regularizar “en breve” su situación en España.
“Es un acto de reconocimiento y también de derecho”, ha defendido este martes Miñones. “El secretario de Estado de Migraciones se ha interesado personalmente por el caso”, ha asegurado el representante del Gobierno en Galicia después de ser preguntado por los periodistas en un acto. Desde la Secretaría de Estado que dirige Jesús Javier Perea confirman a EL PAÍS que se ha “iniciado el procedimiento” para enmendar “la situación administrativa irregular” de estos dos ciudadanos de Senegal que viven en A Coruña. Los trámites se han puesto en marcha, explican desde este departamento del Ministerio de Inclusión, en cuanto han “tenido constancia por fuentes de la investigación de la implicación de estas personas” a favor del joven fallecido en el crimen.
“Estamos a la espera de recibir la información que nos permita documentarles”, añaden desde la Secretaría de Estado. “El Gobierno reconoce así el compromiso ciudadano de dos personas que expusieron su propia vida para tratar de salvar la de Samuel. Una demostración de humanidad y civismo encomiables”, valoran.
“Existen disposiciones en el reglamento que nos permiten documentar por circunstancias excepcionales a personas en situación irregular y esta es una de ellas”, explican los mismos portavoces oficiales. “No tienen papeles y es en esto en lo que queremos actuar, para darles esa posibilidad, que puedan tener permiso de trabajo”, comenta por su parte el delegado del Gobierno en la comunidad autónoma. “Queremos que este tipo de actuaciones, de valentía y de ejemplo, se puedan premiar”.
Miñones no ha querido brindar más detalles sobre Ibrahima y Makate. Se ha referido a ellos con sus nombres propios, sin apellidos, pero ha dicho que no puede dar más información y ha recordado que las actuaciones siguen bajo secreto sumarial. Los dos testificaron el pasado lunes en la comisaría. Sus explicaciones de los hechos, al igual que las de las amigas de Samuel Luiz, están completando el puzle de una escena que no aparece recogida ni de forma íntegra ni con suficiente nitidez por las cámaras de seguridad.
Investigación
El delegado del Gobierno ha explicado también que esas grabaciones sirvieron a la Policía Nacional para identificar a los primeros seis detenidos, los “principales” presuntos implicados, por la matanza a golpes de Luiz. Pero ahora las pesquisas intentan atar con los testimonios el grado de implicación de otras personas “para ver si hay alguna nueva detención”. De los seis jóvenes apresados entre el martes y el viernes de la semana pasada, los cinco varones han ingresado en la cárcel de Teixeiro (A Coruña) o en un centro de menores (dos muchachos que aún no han cumplido 18 años). Todos ellos, y la chica de 19 años que también fue detenida, novia del primer agresor que se dirigió violentamente contra Samuel Luiz al creer que le estaba grabando con el móvil, están imputados de un delito de homicidio o asesinato que se concretará a lo largo de la instrucción.
Contactado por EL PAÍS, Ibrahima Shakur prefiere guardar silencio sobre sus circunstancias personales y las de su compatriota. Pero explica que recaló en A Coruña en 2018 y que sigue en esta ciudad gallega, donde se siente “bien tratado” a pesar de no encontrar empleo. Cuenta que “extraña mucho” a su familia, y que eso se le está haciendo muy “duro” y resta mérito a su arranque en defensa de Samuel Luiz la noche del suceso. No dudó ni un segundo en intervenir porque, según él mismo explica, no le gusta la violencia: “Esto le podría pasar a cualquiera. Y si fuese a mí y nadie irrumpe, también podría morir”.
Dos días después de la muerte de Samuel Luiz, al que sus agresores dejaron moribundo en el suelo, con el cráneo hundido por los golpes, Ibrahima se encontró con las amigas de Samuel en la manifestación convocada en la ciudad por colectivos LGTBI+. Allí, un amigo de la familia de la víctima y miembro, como Samuel y su padre, de una comunidad evangélica, grabó un vídeo de este reencuentro y de los abrazos de agradecimiento que recibió este hombre de Senegal. Mientras tanto, según ha dicho este lunes el delegado del Gobierno, la investigación sigue sin descartar que el linchamiento tuviera tintes homófobos, tal y como denuncian las amigas del fallecido.
Luiz fue atacado por sorpresa, cuando estaba manteniendo una videollamada con una amiga de Pontevedra, a las puertas de un local de copas. Eran las tres de la madrugada del sábado. Su agresor inicial se dirigió a él, según ha declarado la amiga que le acompañaba, al grito de “o dejas de grabar o te mato, maricón”. La víctima le respondió: “¿Maricón de qué?”. Inmediatamente recibió el primer golpe.
De nada le valió tratar de explicarse, y optó por escapar, pero fue perseguido por la pandilla de amigos del primer violento. A 150 metros fue definitivamente derrumbado y golpeado con saña, según describen fuentes de la investigación. En el lugar en el que quedó tirado cuando huyeron sus verdugos y donde fue asistido por los servicios de emergencias, crece en la acera un altar espontáneo alimentado con notas y flores de los vecinos de una ciudad conmocionada. Un movimiento ciudadano recoge firmas para que el Ayuntamiento cambie el nombre del vial, avenida de Buenos Aires, por el de la víctima de la brutal paliza.
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