Valérie Bacot, la francesa que mató a su marido maltratador, no irá a la cárcel
El tribunal que ha juzgado a una mujer por el asesinato del hombre que la violó de niña, la maltrató y obligó a prostituirse la ha condenado a cuatro años de cárcel, solo uno de ellos firme, que ya cumplió en detención preventiva
Valérie Bacot ya es una mujer libre. Un tribunal ha declarado este viernes culpable de asesinato a la francesa de 40 años acusada de matar al hombre que la violó cuando era su padrastro y ella una niña de 12 años y del que siguió sufriendo todo tipo de maltratos y abusos cuando se convirtió después en su marido, cuando también la obligó a prostituirse. Pero la pena emitida evitará que vuelva a prisión, ya que el fallo impone cuatro años de cárcel, solo uno de ellos firme, tiempo que ya cumplió Bacot durante su detención preventiva. La sentencia sigue así las recomendaciones de la propia fiscalía, que había solicitado “clemencia” para una mujer que afrontaba hasta la cadena perpetua, pero que era “claramente una víctima” y no una asesina, según destacó en su alegato final.
“Puede salir libre de esta sala de audiencias”, le ha dicho la presidenta del tribunal, Céline Therme, en la tarde del viernes a una emocionada Bacot, en medio de aplausos del público, según periodistas presentes en el tribunal penal de Saône-et-Loire en el que se ha celebrado el juicio esta semana, en medio de una gran atención mediática. Las ovaciones continuaron cuando Bacot, sostenida por sus abogadas, salió del tribunal. Una petición para que esta mujer no volviera a la cárcel había recibido más de medio millón de firmas antes de que comenzaran las audiencias, el pasado lunes.
La pena final es levemente menor a la que había pedido la fiscalía, aunque también esta había solicitado este viernes un castigo que no implicara que Bacot, cuyos cuatro hijos “necesitan a su madre”, dijo, tuviera que volver a la cárcel. Nada más comprender que lo más probable era que no volvería a poner un pie en prisión, Bacot sufrió un desmayo en la sala, de acuerdo con testigos.
Una Bacot “vaciada física y psicológicamente”, como se declaró nada más concluir el juicio, salió del tribunal entre aplausos y vivas de un abundante público que la esperaba a la puerta. Ahora comienza “un nuevo combate para todas las mujeres maltratadas”, dijo brevemente la mujer que se ha convertido en símbolo de la violencia machista en una Francia sacudida en las últimas semanas por varios feminicidios especialmente brutales. También una de sus abogadas, Nathalie Tomasini, se declaró “satisfecha” tanto por el hecho de que su defendida no tenga que volver a la cárcel como porque los jueces “hayan retenido” los argumentos de la defensa, especialmente la alegación del síndrome de la mujer maltratada. Tomasini también participó en la defensa de otro caso simbólico en Francia, el de Jacqueline Sauvage, la mujer condenada a diez años de prisión por matar a su marido, tras 47 años de maltratos, y que acabó indultada por el presidente François Hollande en 2016. Un paso que no ha sido necesario en esta situación porque hoy “se ha hecho justicia”, ha valorado ante las cámaras.
Bacot dijo basta a casi un cuarto de siglo de malos tratos —casi dos tercios de su vida— la noche del 13 de marzo de 2016. Después de que su marido, Daniel Polette, la amenazara una vez más tras haberla obligado a acostarse con uno de los clientes con los que la prostituía en un área de descanso de la autopista local, cogió la pistola que escondía en el coche familiar y le descerrajó un tiro en la nuca. El detonante final fue la amenaza velada de Polette de empezar a abusar sexualmente de la hija de ambos, de 14 años. Bacot sabía que no eran palabras vacías: ella misma fue violada por primera vez por Polette, un hombre alcohólico 25 años mayor que ella y con un largo historial de maltrato y abusos familiares, cuando tenía 12 años y él era el nuevo novio de su madre, también alcohólica. A los 17 quedó embarazada de un Polette que, tras cumplir dos años y medio de cárcel por abusar de ella, regresó al hogar sin que ninguna institución lo evitara o vigilara y comenzó de nuevo a violarla. Sin ver otra salida en un entorno marcado por la desidia de una familia disfuncional y de unas autoridades que fracasaron una y otra vez ante un caso claro de incesto y de abusos reiterados de una menor, Bacot se mudó con quien años después se convertiría en su marido, y que desde el primer momento fue su maltratador constante y hasta su proxeneta.
Durante el juicio, la defensa de Bacot había resaltado, tal como también adelantó en entrevista con este periódico en vísperas del proceso, los “errores enormes” del sistema y las instituciones estatales francesas a lo largo de la vida de esta mujer que solo ahora podrá empezar a recomponer su vida. “¿Cómo puede exigirle la sociedad una reparación a Valérie Bacot cuando no supo protegerla”?, preguntó Tomasini en una de las audiencias, durante las cuales los cuatro hijos de la acusada relataron también toda una vida de amenazas y malos tratos ignorados por unas autoridades que los ignoraron cuando, hasta en dos ocasiones, acudieron a la gendarmería a denunciar a su padre. Ahora, lo único que desea Bacot es, como ha declarado, “volver a casa” para estar con sus hijos y con su primera nieta. Ya sin el miedo a nuevas amenazas.
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