¿Abrir la vacunación a todas las edades? Solo si baja el ritmo de los pinchazos
Los expertos coinciden en que en España está funcionando bien la priorización, aunque aconsejan liberar agendas a toda la población para poder planear las inoculaciones de los más jóvenes en verano
En el proceso de inmunización frente a la covid, todos los países empezaron por los más vulnerables, que por lo general son los más ancianos. Conforme fue avanzando, llegó un momento en el que muchos —Alemania, Francia, Italia, por citar algunos europeos— abrieron la veda para que se vacunara a quien lo pidiera, independientemente de su estado de salud o de su edad. España mantiene el criterio de la edad: conforme se va pinchando a los mayores, las franjas van bajando. El sistema ha funcionado bien, si se compara con el resto de la Unión Europea que, con el mismo acceso a vacunas, está ligeramente por detrás en porcentaje tanto de primeras como de segundas dosis. Mientras las inoculaciones sigan a buen ritmo, los expertos consultados no ven motivos para cambiarlo.
Cosa distinta es abrir las agendas para programar citas de personas más jóvenes. Esto, coinciden los expertos, puede tener sentido para ir planificando la vacunación de cara a unos meses complicados por las vacaciones. “El objetivo es pinchar todas las dosis que lleguen y vacunar lo más rápidamente posible. Para ello la estrategia puede ir adaptándose a las circunstancias”, resume Federico Martinón, asesor de la Organización Mundial de Salud en vacunación.
Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología, explica que la eliminación de la prioridad por edades se suele producir por la incapacidad de distribuir todas las dosis que llegan. “Los colectivos más jóvenes son más difíciles de alcanzar; al ponerlo en abierto te aseguras de pinchar lo que va llegando. En España no estamos teniendo ese problema. Seguimos pudiendo priorizar por edad y siempre es mejor administrar vacunas a personas con más necesidad”, afirma.
Abrir la vacunación a todas las edades puede sonar como una muy buena noticia, pero lo cierto es que las dosis siguen siendo insuficientes para inmunizar ya a todos los que quieran. Alemania levantó la priorización el 7 de junio en todo el país. Algunas regiones, como Berlín, ya se habían adelantado y llevaban tres semanas permitiendo que cualquiera, sin importar su edad, profesión o estado de salud, recibiera un pinchazo. El problema es que el optimismo que destila el anuncio se topa con la realidad. En la mayoría de centros de vacunación es imposible conseguir cita en junio, julio y agosto. Las dosis que se reciben estos días se destinan en su mayoría a segundos pinchazos, lo que provoca mucha frustración entre quienes tratan de inmunizarse.
El Gobierno de Angela Merkel decidió suprimir los grupos prioritarios cuando aún no los tenía completamente vacunados. La priorización funcionó muy bien al principio, cuando se empezó con el grupo 1: mayores de 80 años y sanitarios de primera línea. Al inicio solo se vacunaba en centros de vacunación creados específicamente para ello. El orden también se respetó con el grupo 2 (mayores de 70, enfermos vulnerables, policías, contactos de embarazadas, personas sin hogar), pero la entrada del grupo 3 (mayores de 60, otros sanitarios, trabajadores de sectores esenciales o de contacto como el educativo o el comercio minorista) coincidió con el permiso para que los médicos de cabecera pudieran vacunar directamente a sus pacientes, a principios de abril.
En ese momento empezaron a administrarse dosis a personas que no pertenecían a ningún grupo prioritario, sin que las autoridades sanitarias lo controlaran. Y empezaron los rumores y la picaresca. Las direcciones de las consultas en las que supuestamente se podía obtener cita empezaron a inundar grupos de WhatsApp y redes sociales como Reddit. Un periodista de Politico contó cómo consiguió vacunarse en Berlín cuando en teoría aún no podía: simplemente se enteró de que había un médico que administraba dosis sin cita previa y se presentó allí. El doctor además daba a elegir entre AstraZeneca y BioNTech-Pfizer. Mientras personas de grupos de prioridad se desesperaban intentando conseguir cita en los grandes centros de vacunación, el boca-oreja, la suerte o la buena relación con un médico de cabecera permitía a jóvenes sanos teletrabajadores pincharse antes que ellos.
El resultado de todo ello es que el porcentaje de mayores de 60 años con una dosis no llega al 80% en todo el país y tienen la pauta completa algo menos de la mitad. En España las cifras superan el 90% de vacunados con un pinchazo y el 53% con la pauta completa, no ya en mayores de 60, sino de 50. En opinión de Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, sí era muy importante esforzarse por inmunizar primero a los mayores de 50, incluso de 40. “Es cierto que por debajo de ese umbral priorizar por edad ya no tiene tanto sentido porque las diferencias de vulnerabilidad son muy pequeñas. La clave es cómo vamos a vacunar más rápido: si llamando a la gente y organizando para que vengan los grupos según las dosis que llegan o facilitando que busque una cita que a lo mejor no encuentra”, reflexiona.
El Ministerio de Sanidad alemán reconoció, a preguntas de EL PAÍS, que no sabe qué porcentaje de las personas con prioridad han sido efectivamente vacunadas. El único dato que maneja es el de mayores de 60 años, pero no sabe cuántos enfermos o cuántos trabajadores de sectores esenciales han conseguido vacunarse. El sistema ha provocado críticas entre asociaciones de pacientes, como la Fundación Alemana para la Protección del Paciente, cuyo presidente Eugen Brysch, decía a finales de mayo que al menos un 80% de todas las personas con prioridad deberían estar vacunadas cuando se levantara la priorización. A partir del día 7 ha aumentado la competencia, porque además de todos los adultos, también se permite que los niños y adolescentes de 12 a 16 años pidan cita. Además el Gobierno ha empezado a entregar vacunas a los médicos de las empresas, por lo que quienes trabajan en las que reciban dosis podrán inmunizarse primero.
La experiencia italiana
En Italia, otro país sin límites de edad para la vacunación, la experiencia es mejor que la alemana, pero no está exenta de contratiempos. La vacunación masiva para toda la población se abrió el 3 de junio y, aunque en la práctica depende de cada región, todos los mayores de 12 años pueden vacunarse cuando lo deseen. El objetivo es acelerar la campaña, evitar que las vacaciones estivales de agosto interfieran en las vacunaciones, y también inmunizar a los estudiantes de cara al próximo curso escolar. Además, el país está vacunando a los alumnos que afrontarán el 16 de junio el examen de selectividad.
Con este sistema, los ciudadanos pueden elegir también qué vacuna quieren suministrarse, en función de la disponibilidad. Aunque algunas regiones, como Lacio, han decidido continuar con el método diferenciado por edades para evitar sobrecargar el sistema de reservas, que funciona a través de una página web.
El nuevo sistema sin edades, con la posibilidad incluso de elegir tipo de vacuna, ha revelado algunos puntos críticos como la necesidad de reformular las recomendaciones para AstraZeneca. El Gobierno está estudiando, junto al Comité científico que lo asesora, un cambio en las indicaciones para suministrar este preparado de la farmacéutica británica. El Ministerio de Sanidad actualmente sugiere inyectar estas vacunas a los mayores de 60 años y el objetivo es pasar de mera recomendación a imposición para evitar que se suministre a los más jóvenes. De hecho, ya se han anulado algunas jornadas de vacunación de puertas abiertas, en las que todo el mundo podía inscribirse para recibir la primera dosis de la vacuna, en la mayoría de las ocasiones con el suero de AstraZeneca.
Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología y miembro del comité que asesora al Gobierno español, cree que sí puede tener sentido ir abriendo las agendas y que, aunque para adjudicar cita se tenga en cuenta la edad, cualquier persona lo pueda ir planificando. Es lo que sucede por ejemplo en Canarias, donde ya hay veinteañeros que saben la fecha de su pinchazo. Eso sí, no llegará hasta julio.
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