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Luis Enjuanes: “Este virus se ha pasado tres pueblos”

El decano de la virología en España iba a jubilarse a los 75, pero la covid trastocó sus planes. Hoy augura que su vacuna estará en un año y servirá para controlar un patógeno que “ha venido a quedarse”

Luis Enjuanes cruza los dedos por el éxito de su vacuna contra el coronavirus. Foto: B.P. Vídeo: PAULA CASADO
Luz Sánchez-Mellado

El edificio del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC parece un barco varado en el secarral del campus de la Universidad Autónoma de Madrid. Dentro, en la sala de máquinas, Luis Enjuanes y su equipo de 16 especialistas cuentan los días y cruzan los dedos. Su vacuna contra la covid llegará de las últimas, pero confían en que sea de las definitivas. Vista su eficacia en ratones, les queda testarla en mamíferos superiores y, después, en ensayos clínicos en humanos. Aunque el “cabrón”, como llaman por aquí al coronavirus, con la confianza de quien lo trata de tú a tú, lo trae desvelado desde hace un año largo, el veterano virólogo recibe cual pincel sin pelo fuera de sitio, hecho un Quijote frente al virus. Bajo la bata blanca asoma un jersey de pico azul vivo y una corbata roja de topillos verdes. Tiene otra estampada con coronavirus, regalo de un docto colega americano, comenta cuando se la piropeo. Igual la reserva para cuando presente su vacuna al mundo.

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Acaba de cumplir 76 años. ¿Aquí cuándo se jubilan ustedes?

Bueno, yo ya cometí la osadía de, cuando cumplí los 65, apuntarme hasta los 70. Después seguí trabajando, porque me gusta muchísimo lo que hago. Este último año iba a ser el del slow down, el de irme despidiendo, pero entonces...

...¿Llegó el reto de su vida?

Pues sí, llegó cuando ya me iba. Pero, con una pandemia, causada por un virus con el que llevo trabajando 35 años, no me pareció bien bajarme del barco. Fuimos el primer laboratorio del mundo que consiguió hacer un coronavirus sintético humano, una herramienta de ingeniería genética con la que puedes convertir un gen virulento en atenuado, y en vacuna. Y con este virus, nadie la podía haber tenido antes porque tiene el genoma más grande que se conoce para un virus de ácido ribonucleico.

¿Este virus le quita el sueño?

Sí, por la presión del trabajo hay días que te desvelas. Pero me ha pasado siempre. Me despierto sobre las tres y ahí, en ese espacio entre la vida y la muerte, es donde más rindo. La cabeza vuela.

¿Ahí le vienen las grandes ideas?

Sí, pero los científicos tenemos un problema. La ciencia es experimental. Si no demuestras tu gran idea, aunque sepas que va a funcionar, no te dan el Nobel. Hubo un tío que iba a los meetings y decía: esto tiene que existir, estaba convencidísimo, llevaba toda la vida en ello. Pero luego llegó otro tío y lo sacó en un año. Y no es que sea más listo, es que logró comprobarlo. En eso estamos.

¿De dónde le viene ese tesón?

Siempre fui un chico de ciencias. Estudié Químicas en Valencia porque Medicina entonces era una carrera muy cara y mi familia no podía permitírselo. De pequeño hacía experimentos en mi cuarto, combustible para cohetes. Acabé en el Instituto de Investigaciones Biológicas, en Madrid, que llevaban Eladio Viñuelas y su esposa, Margarita Salas, donde aprendí a manejar virus. Fui su primer becario para investigar el virus de la peste porcina africana, que hacía estragos en España. Ahí aprendí a formar parte de un equipo. Y, mira, ahora tengo a gente buenísima trabajando en el mío. Porque ahora resulta que todo el mundo es coronavirólogo, y no.

¿Le preocupa el intrusismo en su gremio?

Lo que me preocupa es el intrusismo de la política en la medicina, en la sanidad y en la ciencia. Que gente que no sabe lo que es un virus se ponga a opinar y hablar de epidemiología. Como aquel juez que dijo que esto se aprendía con un cursillo. Eso molesta y, además no ayuda nada. Y luego están los políticos que creen que pueden tomar medidas incluso en contra de los dictámenes de expertos.

¿Los políticos han estado a la altura?

Unos sí, y otros han estado a la altura del betún. Preferiría no citar sitios concretos, pero hay presidentes o presidentas que creen que lo saben todo y dictan lo que hay que hacer sin tener el mínimo pudor ni tener en cuenta los números de su comunidad. Es muy lamentable ver que lo justifican por la economía, cuando la economía no va a arreglarse sin resolver el problema sanitario, particularmente en un país que depende del turismo.

En España hay tres equipos investigando vacunas. ¿Hay celos entre ustedes?

No. Hablamos todos bien del otro porque estamos todos sufriendo, al límite de nuestras posibilidades, haciendo lo humanamente posible. No competimos por el mismo pastel. Con Mariano Esteban y Vicente Larraga las relaciones son excelentes. Y con Adolfo García Sastre, que está en Estados Unidos, somos amiguísimos. Es un tío buenísimo, si yo soy bueno, él es 20 veces mejor, y siempre apoya a España. Esto para mí no es una carrera, ni una ambición. Sinceramente, ya paso de muchas cosas, y esta es una de ellas. Lo veo como una responsabilidad y un reto para lograr algo realmente original y fuerte.

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¿Qué tiene la suya que no tengan las otras? ¿Es una supervacuna?

Déjate de súper. Esto no va de ser Superman. Es una vacuna fuerte, biosegura, potente. Derivada del propio virus, autoamplificable: das una sola dosis y se multiplica por un factor de mil, e induce una inmunidad esterilizante fuerte. En ratones no permite al virus replicarse, en contraste con las vacunas de ahora, que le permiten prender y amplificarse, aunque no mate. Lo que necesitamos ahora es que no induzca efectos secundarios.

¿Le pondría su nombre, si de usted dependiera?

Nunca me he creído tan importante. Sí me gustaría que llevara el nombre de nuestra institución y que se sepa que se ha hecho en España y en Madrid. Eso, sí.

Usted, que lo mira a las espículas, ¿cómo ve a este virus?

Es muy distinto de otros coronavirus que conocíamos. Es un superestratega ambicioso que se ha pasado tres pueblos. Permanece días silente, en que puedes contagiar sin saber. Es pandémico, superpatógeno, causa hasta 50 patologías distintas, es politrópico, afecta a muchos órganos, deja secuelas. Este virus desafía a la Humanidad, a la ciencia, a la política.

Así no me extraña que lo llamen como lo llaman.

Es que es malo, malo, malo. Pero lo vamos a vencer.

¿Cuántas veces le han preguntado “cuándo” este año?

Miles. Esa es la pregunta number one.

Vale, pero ¿cuándo estará operativa su vacuna?

Los que tenemos una edad sabemos que la ciencia va despacio. Y siempre es igual: tienes dos meses de sufrir porque no te salen los experimentos y al tercer mes te sale, tienes una semana o dos de gloria, o más, pero no es lo normal, y luego a sufrir, hasta que salen. Sabemos que esto cuesta mucho, pero estamos entrenados física, psicológica y mentalmente para resistir. Así que te voy a decir que en un año: así no fallo.

¿Cuando ya estemos todos vacunados con alguna de las otras?

Es que esa es la cosa. Esto, seguramente, es para toda la vida. Este virus ha venido para quedarse, irá mutando y cada año, probablemente, tendremos que actualizar las vacunas y revacunarnos. ¿Dejamos de invertir e investigar en nuevos coches porque ya hay uno que nos lleva y nos trae? Dentro de poco, habrá coche sin conductor. Pues con la ciencia es igual. Siempre se puede mejorar.

¿Entonces colgará la bata blanca?

Mmm. Espero en este año resolver muchas cosas y marcharme cuando ya no sea necesario.

DE DISCÍPULO A MAESTRO

Luis Enjuanes (Valencia, 76 años) quiso ser médico, pero la carrera era prohibitiva para sus padres, empleado y costurera, y decidió estudiar Química. Los primeros experimentos los hizo en su cuarto, mezclando cosas para intentar volar cohetes de pólvora. Al final, sus dos pasiones se unieron. Comenzó a trabajar en el laboratorio de la facultad de Medicina, en el departamento de Anatomía Patológica, y su curiosidad le llevó a un instituto de Oncología en Madrid, y al Instituto de Investigaciones Biológicas donde trabajaban Margarita Salas y su marido, Eladio Viñuelas, que fue su maestro y mentor, antes de irse a Estados Unidos, donde acabó su formación. Decano de la coronavirología en España, el profesor Enjuanes apura sus penúltimos meses en el laboratorio, donde él y su equipo trabajan en la vacuna española contra el peor coronavirus con el que se las ha visto en su larga carrera. Divertido, socarrón y crítico, pero responsable, sospecho que con la lengua morada de mordérsela, ni confirma ni desmiente que en su entorno llaman "el cabrón" al virus que nos trae de cabeza a todos desde hace un año: "Solo diré que es malo, malo, malo", concede.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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