Polémica en Francia por los menús sin carne para escolares en Lyon
La medida, impulsada por el alcalde ecologista, ha sido tachada de “ideologizada” y “elitista”, en una disputa que divide hasta al Gobierno
Servir en los colegios un menú único, sin carne, ¿es una medida adecuada en tiempos de pandemia, para evitar las aglomeraciones en los comedores escolares a la hora de elegir plato? ¿O constituye una deriva política de ecologistas que aprovechan la crisis sanitaria para imponer su ideología o, incluso, ceder ante extremismos religiosos? La polémica está servida —y nunca mejor dicho— en Francia desde que la ciudad de Lyon, en manos del partido ecologista EELV, anunció que a partir de esta semana propondrá un menú único casi vegetariano —sigue incluyendo huevo y pescado— en los colegios.
La medida es solo provisional y además ya fue implementada la primavera pasada, sin controversia alguna, por el entonces alcalde Gérard Collomb, miembro del círculo más íntimo del presidente Emmanuel Macron, para quien sirvió como ministro del Interior. Aun así, la misma decisión tomada ahora por el nuevo regidor, el ecologista Grégory Doucet, ha desatado la enésima polémica política nacional y ha abierto incluso una fisura en un Ejecutivo donde los ministros de izquierdas y derechas han sufrido en los últimos tiempos múltiples roces.
La controversia surge además cuando Francia discute sobre un presunto “islamo-izquierdismo” en las universidades y tras la aprobación de una ley para combatir el “separatismo islamista”, que también ha arrojado acusaciones de “derechización” del Gobierno de cara a las elecciones de 2022. Qué se sirve —o se deja de servir— en un país donde estudiantes de confesiones como la musulmana o la judía no comen cerdo y las demás carnes solo si son tratadas de una manera determinada puede convertirse fácilmente en un arma arrojadiza política, y algunos sectores ya la están agitando. Aunque como, en el caso de Lyon, ya antes de la crisis sanitaria, cuando los estudiantes podían elegir entre dos platos principales diferentes, uno de ellos a base de carne o pescado, la mitad de los alumnos de primaria no seleccionaba nunca el de carne por gusto, tradición familiar o precepto religioso, según Le Monde.
“Ni siquiera soy vegetariano”, aseguraba este martes el alcalde de Lyon —patria chica del inspirador de la nouvelle cuisine Paul Bocuse— en la cadena BFM TV. El regidor, que ha denunciado una polémica que solo “desvía las miradas de las crisis sociales y medioambientales” actuales, insistió en lo que lleva repitiendo desde que estalló la bronca: que la medida es estrictamente “sanitaria” y temporal. Busca “acelerar el servicio y, así, reducir la congestión” en los comedores respondiendo al endurecimiento del protocolo sanitario del Ministerio de Educación, que impone ahora distancias en el comedor de dos metros para grupos de alumnos diferenciados. Aunque por ahora ninguna otra localidad haya optado por un menú único como solución, este tampoco durará mucho —en principio, hasta Semana Santa— y en ningún momento se ha previsto eliminar totalmente la carne del menú, que volverá progresivamente aunque, puntualizó Doucet, con una visión más ecologista: menos cantidad, pero de mayor calidad y de ganaderos locales.
Unas garantías que no han aplacado los ánimos ni en Lyon ni en París, donde la polémica ha estallado de lleno en un Gobierno que busca imprimir su propio sello ecológico y que, en las últimas elecciones europeas y municipales, vio cómo avanzaban sus rivales ecologistas en feudos como Lyon.
“Además de ser un insulto inaceptable para los agricultores y carniceros franceses, vemos que la política moralista y elitista de los verdes excluye a las clases populares. Muchos niños no tienen a menudo más que el comedor para comer carne. Es una ideología escandalosa”, abrió la guerra de declaraciones el ministro del Interior, Gérald Darmanin, haciéndose eco de las acusaciones de la oposición conservadora de Lyon y también de la nacional. También el ministro de Agricultura, Julien Denormandie, ha pedido “dejar de meter ideología en los platos de nuestros niños”. “El ecologismo político, hoy en día, ha perdido su dimensión social”, lamentó. El domingo, pidió a la prefectura del Ródano que estudie si el menú único de Lyon cumple las reglas alimentarias. En respuesta a una pregunta de este diario, la prefectura confirmó este martes que realizará un “control de la legalidad de la medida”. Durante el fin de semana, otros ministros se unieron a las críticas, como el de Cuentas Públicas, Olivier Dussopt, que consideró la medida como “antisocial y doctrinaria”.
El quiebre interno llegó el lunes, cuando la ministra de Transición Ecológica, Barbara Pompili, se desmarcó de sus colegas y lamentó que estos hayan caído en un “debate prehistórico, donde se usan viejos tópicos como que la alimentación vegetariana sería desequilibrada”. Justamente, la ministra estaba promoviendo el proyecto de ley de lucha contra el cambio climático que acaba de presentar el Gobierno y que, como recordó mientras visitaba un colegio donde los niños degustaban un “delicioso y equilibrado” menú vegetariano, también prevé “experimentar una opción vegetariana cotidiana en los comedores” infantiles.
Sin aludir explícitamente a la polémica y los ataques de sus ministros, el presidente Macron, de visita este martes a un complejo agro-ganadero, defendió un “modelo completo de alimentación” y subrayó que la necesaria transición agrícola para adaptarse a los nuevos tiempos y necesidades no podrá hacerse “sobre la base de invectivas, prohibiciones y demagogia”.
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