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Las mujeres que reinventan el campo gallego

Una granja ecológica de vacas y una explotación de plantas en ecológico se unen para crear unos cosméticos innovadores

Las vacas de las que se extrae la leche para hacer los cosméticos de Muuhlloa. En vídeo, una nueva entrega de 'Dale una vuelta' en la que cinco gallegas cuentan cómo han ido innovando en el medio rural durante 20 años.Vídeo: Carlos Martínez

Mientras sus compañeros de Empresariales soñaban con pisar el parquet de Wall Street o lanzar una startup tecnológica, Marta Álvarez se dedicaba a todo lo contrario: guiar por la montaña a las vacas de sus padres. Fue durante unas vacaciones en su casa familiar, en Monterroso (Lugo) hace 20 años. Pero la experiencia no quedó en cosa de un verano, a esta urbanita de Vigo que ahora tiene 49 años le pareció tan fácil que decidió que ese sería su proyecto empresarial, una granja de vacas ecológica, la Granxa Maruxa. 

Ahí se terminaron las facilidades y también los conocimientos sobre ganadería de Marta: “No sabía que tenían que quedar preñadas para dar leche, no sabía andar con los tractores...” En una comunidad autónoma en la que hay 30.000 granjas de vacas, los más expertos de Monterroso no confiaban en su aventura. Los más optimistas auguraban que la Granxa Maruxa duraría unas dos semanas. 

Mientras Marta Álvarez empezaba su particular empresa, Chusa Expósito (53 años), farmacéutica y Carmela Valiño (52 años), bióloga, se peleaban con el plan de empresa del curso de 500 horas para hacerse emprendedor que estudiaban en Santiago de Compostela. Luego, cuando quisieron ponerlo en práctica en una explotación de plantas medicinales en ecológico en Palas de Rei (Lugo), se dieron cuenta de que hacerlo sobre el papel era mucho más fácil que fundar Milhulloa "Más que un trabajo era una superación de pruebas día a día", concreta Expósito. "Empezamos peleándonos con la administración, lo siguiente fue que todo que teníamos en el papel, nuestro proyecto de viabilidad, no se ajustaba con la metodología de trabajo que realmente requería nuestra empresa".

Los perfiles de estas emprendedoras eran distintos, pero tenían varias cosas en común, que estaban decididas a apostar por el medio rural gallego y que eran mujeres. Según el estudio Diagnóstico de la Igualdad de Género en el Medio Rural del Ministerio de Agricultura, en el rural también existe una discriminación salarial de género. Las mujeres cobran entre 400 y 1.000 euros y los hombres entre 1.000 y 1.400. Además, ellas suelen ocupar posiciones inferiores en la jerarquía laboral, mientras que los hombres ocupan los puestos de poder y responsabilidad. En los casos de estas emprendedoras gallegas es justo al revés. Los empleados que hoy tiene Marta Álvarez a su cargo con las vacas son dos hombres.

Durante estos 20 años han vivido muchos sinsabores que han ido superando con tenacidad y creatividad. En el caso de Milhulloa, se les ocurrió deshidratar grelo, una de las verduras más usadas en la gastronomía gallega. Con el método de Milhulloa, medio kilo de esta hortaliza ocupa unos 60 gramos en un envase. Marta pensó en hacer galletas con la nata de la leche de sus vacas. Fueron un éxito, pero otra vez tuvo problemas con la socia con la que compartía aquella aventura: "Me quedé sin ellas, otro golpe y otra vez volver a empezar".

En ese punto, en 2015, Marta necesitaba una nueva idea que la hiciera diferente al resto de decenas de miles de granjas gallegas, Chusa y Carmela, a la que se había unido una nueva socia, Anxos Orgueira (50 años), algo que les diera un empuje más allá del grelo deshidratado. Los 20 kilómetros que separaban ambos negocios no fueron obstáculo para que se juntaran y con la mediación de la hermana de Marta, María Álvarez (56 años), fundaron Muuhlloa, una empresa de cosméticos especial, en lugar de usar proteína de leche en sus formulaciones emplearían la leche recién ordeñada de las vacas de la Granxa Maruxa y los oleatos e ideas de Milhulloa.

Hoy es el proyecto que más ilusión les hace, aunque también requirió de superar obstáculos adicionales, como un crowdfunding al que tuvieron que acudir para recapitalizar la empresa el año pasado o un crédito de 30.000 euros para poder iniciar su actividad. De hecho, su última lucha es la renovación de este préstamo, una negociación en la que, como durante estas dos décadas tienen que seguir peleando cada año.

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