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“Es más importante el desarrollo del menor que la consanguinidad”

La psicóloga Ángeles Hernández explica cómo tratar a los huérfanos por violencia machista y los pasos para decidir quién queda a su cuidado

Pilar Álvarez
Ángeles Hernández.
Ángeles Hernández.

Ángeles Hernández Pachón es psicóloga experta en igualdad y atención a las víctimas de violencia de género, entre las que están los menores. Ejerce en la red pública de atención a estas víctimas de Extremadura. Y es la fundadora de la Asociación de psicología y psicoterapia feminista.

Pregunta. ¿Cómo se debe abordar psicológicamente la atención a los menores huérfanos por violencia machista?

Respuesta. Hay que trabajar las consecuencias de haber sido víctimas. La muerte de su madre no es el momento único donde ha habido daños. Hay un repertorio anterior en violencia de todo tipo hacia ella y hacia los menores. Como víctimas directas, casi normalizan las pautas relacionales hacia sus padres. Hay que tener en cuenta las diferentes edades y momentos evolutivos y cómo se ha producido, además de analizar su entorno social.

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P. ¿El daño es muy diferente dependiendo de la edad del menor?

R. Aunque los objetivos son los mismos –en el caso de orfandad se tratan los duelos- la metodología y las estrategias serán diferentes según la edad del menor y la respuesta que muestre cuando todo sucede. Algunos no exteriorizan lo que están viviendo, muestran síntomas depresivos o de ansiedad, de aislamiento. Otros tienen rabietas o lloran con la conducta antisocial. Hay que acompañarles en el proceso.

P. En el caso de adolescentes, ¿es más dificultoso?

R. El problema añadido que tienen es que llevan muchos más años experimentando la violencia y normalizando el estilo relacional de control y sumisión de su padre hacia su madre. En muchos casos hay que trabajar qué tipo de roles han asumido: si ejercieron una protección hacia sus madres, si tienen hermanos o hermanas más pequeñas, cómo los protegen, siendo confidentes. Otras veces son confidentes del agresor, asumiendo pautas de que la mujer se merece la agresión como forma de castigo. Otras veces también adoptan el papel de niños o niñas perfectas que no quieren potenciar o agrandar esos problemas. Son menores con un alto grado de exigencia hacia sí mismos.

 P. ¿Qué hay que valorar para decidir qué personas se quedan a su cuidado?

R. Hay que hacer una intervención coordinada entre diferentes servicios, ver la situación global del menor. Lo más importante son los vínculos que tiene. Se debe elegir a quien garantice la seguridad, el desarrollo evolutivo y las necesidades básicas, tanto económicas como afectivas y de pertenencia, para que puedan sentirse queridos y valorados. Es importante revisar si los vínculos que tienen con los menores son seguros o van a seguir con la violencia, si son o no conscientes del daño o se van a posicionar con una de las partes. Se trata de una valoración contextualizando al máximo la situación.

P. ¿La familia del maltratador es buena candidata?

R. Podría serlo pero siempre que nos aseguráramos de que no van a perpetuar la situación de control, sumisión o las actitudes violentas sexistas. El maltratador proviene de esa misma familia y es ahí donde ha desarrollado sus creencias. Me atrevería a decir que hay que valorarlo bien porque no sería lo más adecuado si no se dan condiciones que garanticen la seguridad, el afecto y el desarrollo evolutivo del menor.

P. ¿Y familiares con los que no tienen relación?

R. Tampoco la respuesta es sí o no. Priorizaría a personas con las que ya tuvieran algún vínculo, pero si estas personas no existen, se pueden generar esos nuevos vínculos. He tratado a niños con muchas dificultades que han aprendido una estructura de apego saludable y efectiva. Hay que tener en cuenta la resiliencia.

P. ¿Recomienda la acogida por pesonas que no sean familiares?

R. Hay personas no familiares que van a aportar a los menores todo lo que necesitan de afectos, cuidado y cariño. Esto no depende del grado de consanguineidad sino del desarrollo moral y social que pueden ofrecer al niño. No por ser familia es mejor.

P. ¿Las secuelas que dejan estos casos son para siempre o los huérfanos pueden recuperarse?

R. Estos traumas tan graves en edades tempranas tienen mucha repercusión a lo largo de toda la vida de la persona. Siempre quedan dependiendo del trabajo que se haga después, de la historia de vida que se desarrolla y del concepto de resiliencia. De cómo esa persona a pesar de la adversidad es capaz de cambiar, modificar su estilo de afrontarlo y desarrollar una personalidad sana y estable. Vamos a tener muchísimos tipos de adultos. Estos traumas en primera infancia permanecen. Yo que he trabajado mucho con mujeres adultas, vemos cómo las grandes patologías en salud mental tienen que ver con traumas de la primera infancia y de apego, de cómo se han generado vínculos que tienen que ver con sentirse queridos y cuidados.

P. ¿Con terapia mejora?

R. Una psicoterapia en un contexto adecuado es importantísima, la diferencia entre trabajarlo o dejarlo ahí y que se olvide con el tiempo es fundamental. Muchas veces no se ponen en valor las psicoterapias, cuando las propias víctimas valoran que las psicoterapias son una de las intervenciones que más les han ayudado a afrontar de nuevo sus vidas.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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