Coronavirus | Cuarentena voluntaria en Madrid tras viajar a China: “Me encierro por responsabilidad”
Al menos 61 chinos se aíslan voluntariamente en España tras haber visitado su país de origen
Cuando Nan Yong aterrizó en Madrid este miércoles, sus familiares le esperaban con mascarillas y las llaves de dos coches. En el primero volvieron todos los que le dieron la bienvenida tras haber pasado varias semanas en Wenzhou (Zhejiang, China). En el otro volvió Nan solo rumbo a la casa en la que pasará encerrado al menos dos semanas. "Es la única forma de prevenir una posible infección", cuenta este mayorista de 49 años. Aunque no cree haberse infectado del coronavirus, la epidemia que ha causado más de 560 muertes y que afecta a más de 28.100 personas, dice que es lo más sensato. "Me encierro en mi casa por responsabilidad. Si estoy enfermo, no quiero contagiar a nadie", explica Nan por teléfono. En su calendario tacha en negro el segundo día de cuarentena voluntaria. Como él, decenas de chinos permanecen aislados en sus hogares durante 14 días, el tiempo de incubación que estiman los científicos. Son al menos 61, según una lista que manejan los propios afectados, la mayoría en Madrid. Por ahora, ninguno ha presentado la sintomatología del virus.
A Nan aún no le ha dado tiempo a aburrirse, cuenta desde su piso en el centro de Madrid. A diario lee todo lo relacionado con el coronavirus, se mide la temperatura tres veces al día, come y descansa. Se fue a China para visitar a sus padres, de edad avanzada, cuando la noticia aún no había llegado a las portadas de todos los medios. Una vez allá, las ciudades comenzaron a blindarse y reinó el caos. Para volver a España, donde vive desde hace 30 años, tuvo que pedir tres permisos. "Avisé a las autoridades de que ni siquiera había salido de Wenzhou, pero no fue suficiente. Lo tuvieron que corroborar mis vecinos. Y me hicieron un test antes de subir al avión".
En ese momento se dio cuenta de "la magnitud" de la epidemia y decidió movilizar a sus familiares afincados en Madrid para que lo prepararan todo. Mascarillas, comida y termómetro: todo listo para una cuarentena casera. En su maleta, libros y ropa para las próximas semanas. ¿Y si necesita comprar algo? "Estoy en contacto virtual con mi familia", responde. "Me lo pueden dejar en la puerta, como harán con la comida". Está todo planeado: cada tres días sonará el telefonillo, Nan esperará un tiempo prudencial para que tengan margen y puedan alejarse y entonces abrirá la puerta. Colgando del manillar, un paquete con la comida para los próximos días o cualquier pedido de última hora.
"No estoy preocupado. Sé que no tengo los síntomas, pero es lo que todos deberíamos de hacer", añade. Chen Enguan, vicepresidente de la Asociación China de España, discrepa. Aunque le parece que es muy responsable por su parte, no cree que todos los que vengan de China tengan que hacer lo mismo. "Nosotros no les obligamos, es voluntario. Solo les forzaríamos a hacerlo si alguno de ellos presentara síntomas". Según Chen, esta asociación lleva semanas asesorando a quienes vuelven de China sobre las medidas de prevención que deben adoptar e incluso ha ayudado a pagar el alquiler de una vivienda a miembros de la comunidad china que querían aislarse y no contaban con una segunda casa en la que poder cumplir la cuarentena sin poner en riesgo al resto de familiares.
A He Shaoqin su marido no fue a buscarla al aeropuerto para no correr peligro. Así que esta mujer de 50 años cogió un taxi junto a su hermana nada más aterrizar de Wenzhou con destino a su casa, en Parla, donde vive desde que llegó a España en 2007. Su marido se había marchado antes con unos familiares, que lo acogerán mientras dure la cuarentena. Ya están a medio camino de la normalidad. Solo les queda una semana. "Aquí dentro solo comemos y dormimos", comenta la mayorista entre risas. Había viajado a su país para visitar a sus padres. No están nerviosas ni preocupadas. Aunque son cautas. Dos veces al día se toman la temperatura e informan a sus familiares. También racionan las provisiones de comida que dejó preparada su cuñada.
Ninguno de ellos ha sido víctima del racismo y la oleada de discriminación que ha sufrido la comunidad china, contra la que se ha iniciado la campaña #yonosoyunvirus en redes sociales. Nan recuerda cómo cruzó la aduana con miedo a que la detuvieran. Un gran número de agentes aguardaban con mascarillas en la cara. "Fueron muy amables. Me dieron los buenos días y yo les sonreí". Chen añade que los comentarios discriminatorios no son tan frecuentes. "En España siempre nos han tratado muy bien".
Las redes sociales de estos chinos son un ir y venir de fotos de la cuarentena y mensajes de apoyo. En las imágenes, cajas repletas de frutas, cereales, huevos y bebidas. "Mi familia y yo hemos llegado sanos y salvos a Madrid. La comida está preparada para el aislamiento. Es responsabilidad y tarea de todos. ¡Ánimo, Wuhan!", reza uno de los mensajes publicados en Wechat, la principal red social china. En otra foto, una bolsa con comida cuelga de una puerta. "Gracias por el gran servicio", dice un usuario en alusión a los voluntarios que reparten comida a algunos de los compatriotas sin familia en España.
Y entre mensajes e imágenes, la lista de los aislados. Aquí figuran tanto las hermanas He como Nan. Se han ido inscribiendo quienes se han sumado a la cuarentena voluntaria. Nombre, fecha de llegada a Madrid y número de personas con las que se encierran. Por ahora, la lista se ha rellanado hasta el número 61, pero sigue en blanco hasta el 70, como si esperase nuevas incorporaciones.
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