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La muerte sin cuerpo de Mathieu Martin, el aventurero francés asesinado en Argentina

La Justicia condena a 13 años de cárcel a un lugareño, acusado de acuchillar sin motivo al turista en un remoto paraje del noroeste del país sudamericano. El cadáver no ha aparecido

El francés Mathieu Martin, en una imagen sin fechar.
El francés Mathieu Martin, en una imagen sin fechar.Poder Judicial de Salta

“Estamos aquí, nada nos parará en tu búsqueda. Te queremos. Patricia, Perrine y Claude”. Con esas palabras, leídas en español por su abogado, los padres y la hermana de Mathieu Martin expresaron desde Francia que no están convencidos de que el joven haya sido asesinado en un paraje rural de la provincia de Salta, en el noroeste de Argentina, durante el invierno de 2018, como cree la Fiscalía. Al no haberse encontrado su cuerpo, entienden que no hay pruebas irrefutables contra los acusados (dos hermanos) y pidieron su absolución. Pero el tribunal sí encontró culpable de homicidio a uno de ellos, Juan Cuevas. Lo condenó a 13 años de cárcel y ordenó inscribir la muerte de Mathieu en el Registro Civil. Se modifica así su condición de desaparecido, y se cierra la investigación más ambiciosa de la justicia penal salteña.

Mathieu, de 32 años, viajaba por su cuenta desde hacía quince años. Había visitado unos 70 países. Era amistoso, cauto y humilde, disfrutaba de conocer gente y no perseguía hazañas deportivas o riesgos. Así lo describieron familiares, conocidos y lugareños que lo trataron en sus últimos días, cuando recorría el departamento Iruya, una zona montañosa y fría, de las más aisladas del país sudamericano.

Maestros, campesinos, agentes sanitarios y jornaleros dieron su testimonio en la Sala de Grandes Juicios de Salta. También pastores que jamás habían salido de sus caseríos. Son parajes desperdigados, sin caminos formales, donde la vida, muy austera, va entre la cría de animales y la siembra de papa, maíz y porotos para consumo familiar. Algunos dijeron que nunca antes habían visto a un turista. La barba, la mochila y el acento de Mathieu se les quedaron grabados. Sus relatos permitieron reconstruir su itinerario desde Tilcara (Jujuy), donde perdió contacto con su familia el 8 de agosto de 2018, hasta Huacaloma, donde lo matarían días después.

Juan Cuevas, de espaldas, escucha el 24 de noviembre la sentencia por el asesinato de Mathieu Martin.
Juan Cuevas, de espaldas, escucha el 24 de noviembre la sentencia por el asesinato de Mathieu Martin.Poder Judicial de Salta

Allí no hay señal de teléfono ni internet, y sus únicos habitantes son los hermanos Rosa, Juan y Froilán Cuevas. El mochilero llegó tras errar algunos días por la zona. Su meta era unir la cabecera de Iruya (último pueblo turístico) con Orán, bordeando un río. Esto suponía andar tres días y pasar de un ambiente montañoso –con picos de hasta cinco mil metros y cornisas que solo dominan los baquianos y las cabras– a uno llano y selvático: las yungas. Después iría a Paraguay y a Brasil. Pero, por consejo de varios pobladores, desistió y acampó cerca de Huacaloma. Quedó a merced de los Cuevas y no se supo más de él.

En diciembre de 2018, tras meses de búsqueda, una comisión policial obtuvo en Huacaloma la confesión del crimen. “Deciles por qué mataste al francés”, dijo Froilán a su hermano. “De tonto que soy”, contestó Juan. Explicaron que Juan lo apuñaló a traición en El Chorro –una quebrada distante a 1.300 metros de sus casas– y lo empujó a un precipicio que cae casi 40 metros y termina en una superficie de lajas filosas. Luego lo enterraron allí. La Policía cavó horas en el punto indicado, sin éxito. Habían pasado cuatro meses.

Los hermanos Cuevas, presos desde entonces, intentaron deshacer este relato y decir que la Policía los forzó a asumir el hecho. Pero el juicio probó que Mathieu murió a manos de Juan. La participación de Froilán no se demostró y fue absuelto. Los hermanos, de 41 y 44 años, no fueron a la escuela, criaban vacas, sembraban papa y eran adictos a la cachila (alcohol etílico con agua). Solían vagar por los caminos “apurando” transeúntes, a quienes exigían dinero para más alcohol. En la memoria de muchos testigos, sus “malas machas” (borracheras agresivas) se ligan a conflictos permanentes, violencia machista y otras dos muertes. Peritos del juicio resaltaron el deterioro cognitivo de ambos por el consumo crónico de alcohol.

Una búsqueda titánica

En Huacaloma aparecieron objetos sospechosos. Binoculares, un termo made in Germany, un pantalón made in Lesotho y el jirón de una camiseta con una leyenda en euskera. También una pulsera de goma como la que lucía Mathieu en sus últimas fotos, con ADN de los acusados y un perfil genético compatible con el del matrimonio Martin. Pero, pese a los esfuerzos del Estado argentino, no se encontró el cuerpo de la víctima.

Sector de Huacamola donde, se sospecha, fue asesinado Mathieu Martin.
Sector de Huacamola donde, se sospecha, fue asesinado Mathieu Martin.Poder Judicial de Salta

Hubo al menos seis expediciones al lugar. Trabajaron policías de cuatro provincias y hombres del Ejército y la Gendarmería. Usaron perros, drones, helicópteros, expertos en alta montaña y minas. Descendieron a precipicios e hicieron travesías en toda dirección. “Fue uno de los operativos más difíciles en que participé y con más recursos. Ambicioso, peligroso y exhaustivo”, describió un miembro del Sistema Federal de Búsqueda de Personas (SIFEBU), Diego Maidana. “Es la investigación donde se invirtió la mayor cantidad de recursos humanos, técnicos y científicos de la historia de administración de justicia de Salta, solo con fondos provinciales y nacionales”, dijeron los fiscales Ramiro Ramos Ossorio y Pablo Rivero.

En ese lugar, las laderas se desmoronan como ladrillos sin amalgama y el relieve muta. Todo es “inestable y peligroso”, y está expuesto a “fenómenos geotorrenciales continuos absolutamente destructivos”, expuso el geólogo Reinhold Weigert. Si un cuerpo se deposita allí, explicó, es sepultado y destruido bajo toneladas de rocas.

Los asesinos ocultaron a Mathieu donde sabían que no iba a aparecer y añadieron así sufrimiento a la familia, plantearon los fiscales, que pidieron condenas para los dos acusados. “Pero no necesitamos el cuerpo para decir que acá se mató a una persona. Nos hicimos cargo y generamos todo ese proceso para evitar que su foto siga en los aeropuertos como desaparecido y esto quede impune. Mathieu Martin está muerto”, sostuvieron.

Sin contar los crímenes de la dictadura (1976-1983), Argentina tiene una docena de condenas por homicidios en los que no se halló el cuerpo de las víctimas. Los casos de la suiza Annagreth Würgler, en La Rioja (2004), y la malagueña Roxana Núñez, en Buenos Aires (2009), son algunos. Mathieu Martin se suma ahora a esa trágica lista. Y también a otra: en el invierno de 2011, las turistas francesas Cassandre Bouvier y Houria Moumni fueron violadas y asesinadas salvajemente, también en Salta.

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