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“La dejé encerrada en la habitación, con un biberón y galletas, y ya no volví más a la casa”

Un jurado popular juzga a Sara, una joven que en 2018 abandonó a su hija de 17 meses hasta su muerte. La Fiscalía solicita 21 años de prisión por asesinato

Nacho Sánchez
Sara, de espaldas, durante el juicio que ha comenzado este lunes en la Audiencia Provincial de Málaga.
Sara, de espaldas, durante el juicio que ha comenzado este lunes en la Audiencia Provincial de Málaga.Jorge Zapata (EFE)

“La dejé encerrada en la habitación, con un biberón y galletas, y ya no volví más a la casa”. Fueron las palabras que Sara, que cumplirá 22 años a finales de este mes, dijo a los agentes del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Málaga horas después de ser detenida el 1 de diciembre de 2018. La joven se refería a su hija, Camelia, que entonces tenía 17 meses y a la que un día de octubre de aquel año abandonó sobre una cama de matrimonio para siempre “siendo consciente que de forma ineludible se iba a producir el resultado de la muerte del bebé”, según recoge el escrito de acusación de la Fiscalía. La dejó sola en el dormitorio de su apartamento, con la puerta cerrada, la persiana bajada, un biberón y unas galletas. Cerró con llave el inmueble y nunca más volvió. El Ministerio Fiscal solicita 21 años de prisión por asesinato para la mujer, que se encuentra en prisión provisional, comunicada y sin fianza, desde el 3 de diciembre de 2018. La defensa pide rebajar la pena a 16 años por la existencia de patologías psíquicas.

El juicio, con jurado popular, ha comenzado este lunes en la Audiencia Provincial de Málaga. La primera en declarar ha sido la propia Sara, que ha reconocido con un “sí” los hechos, la misma respuesta que ha dado sobre si era consciente de que el abandono supondría la muerte de la niña, según ha indicado Europa Press. La mujer se ha mostrado arrepentida por ello. También han participado varios agentes policiales, que han descrito lo que encontraron en la vivienda donde hallaron a la pequeña ya fallecida y cómo fue, horas después, la detención de la mujer. En las próximas jornadas también acudirán a declarar varias personas cercanas a la joven, que mantenía una “intensa vida social nocturna”, según el escrito del fiscal.

El informe la describe como una mujer con “personalidad inmadura” que se caracteriza “por un destacado egocentrismo” y que tiene “dificultad para renunciar a sus propias satisfacciones” además de tener un “significativo grado de impulsividad”. El detallado documento destaca que ello no afecta a su capacidad para comprender los hechos que le son imputados y que no presenta “patología psiquiátrica alguna”. Su defensa esgrime, en cambio, que tenía problemas psicológicos, que intentó suicidarse varias veces y estaba en situación de riesgo de exclusión social. “Ella es consciente de lo que ha hecho y va a penar por ello”, ha dicho su abogado, José Luis Rodríguez Candela, quien pide rebajar la pena debido a la existencia de circunstancias “personales, sociales y familiares”. “Ella quiere pagar por lo que ha hecho”, ha sentenciado el letrado.

“Intensa vida nocturna”

Sara había llegado a España desde Marruecos en marzo de 2017 para estudiar en Málaga, donde se asentó regularmente y tuvo el apoyo económico de sus dos hermanos mayores, que residían en territorio marroquí. Su hija nació dos meses después, el 4 de mayo, en el hospital comarca de la Axarquía, en Vélez-Málaga. Sara se quedó a vivir en esta localidad en casa de su hermana y su cuñado, quienes vivían habitualmente en Marruecos, aunque se desplazaban regularmente para visitarla. La joven tenía entonces el apoyo de una conocida, Rajae, quien se quedaba con su hija mientras ella se desplazaba a Málaga para asistir a una academia para preparar la selectividad, aunque apenas acudió a clase.

Finalizado el curso escolar 2017/2018, Sara decidió trasladarse a la ciudad de Málaga, donde alquiló un apartamento en el casco histórico gracias al dinero que le enviaba su familia. Sara no realizó las gestiones para cambiar de guardería a su hija, así que el bebé perdió su plaza en Torre del Mar y carecía de una nueva en la capital malagueña. En agosto de 2018 comenzó a trabajar como camarera y relaciones públicas en una discoteca malagueña. Entraba a su puesto de trabajo a las dos de la mañana, dejando al bebé ―que entonces tenía 15 meses― sola en casa sobre la cama de matrimonio. Cuando acababa su jornada, a las seis de la mañana, no volvía a su hogar: prefería irse al de una amiga, donde descansaba hasta las 14.00. “Durante ese periodo y de forma prácticamente diaria, su hija permanecía sola en casa, desprovista de la necesaria atención afectiva y de los cuidados físicos ―bebida, alimentación y aseo― precisos para un bebé de su edad”, subraya el ministerio fiscal en su acusación.

La tónica continuó en las semanas siguientes. Entonces, Sara decidió irse a dormir a casa de un amigo, Hassan. Con él y otras personas prosiguió su “intensa vida nocturna” a pesar de que ya había terminado su relación laboral con la discoteca. Apenas veía a su hija por la tarde, cuando la alimentaba y la dejaba sola hasta la tarde siguiente. Los vecinos relataron a la policía que escuchaban el “llanto inconsolable y continuo del bebé” que, según la Fiscalía, se quedaba “en un entorno insalubre de suciedad y desorden, con prendas de ropa y restos de envases vacíos y de alimentos y bebidas desperdigadas por el suelo y sobre el mobiliario”. “Acababa callándose por agotamiento”, añade el fiscal.

En octubre de 2018, cuando la pequeña tenía 17 meses, Sara la abandonó definitivamente. La dejó encerrada en el dormitorio de su apartamento, en total oscuridad y “tan solo con un biberón y unas galletas”. Desde entonces, no comunicó a sus amigos, pareja, familia o institución alguna el paradero real del bebé. Cuando le preguntaban, "les insistía en que otra persona se hallaba al cuidado de la misma”, dice el escrito de Fiscalía. Su “intensa vida social nocturna” continuó en fechas posteriores. Incluso celebró su 20 cumpleaños el 27 de noviembre de 2018 con sus amigos.

El 30 de aquel mes, los hermanos de Sara viajaron a Málaga para verla tras no localizarla. Le preguntaron por la niña, primero mintió, pero luego les dijo que la había dejado sola en casa un mes atrás y, acto seguido, se dio a la fuga a la carrera. Los familiares llamaron a la Policía Local y los agentes forzaron la puerta por temor al riesgo que corría la vida de la pequeña. Encontraron su cadáver al pie de la cama, boca abajo. En la cama había restos de orina, paracetamol y trazas de cocaína. La autopsia dedujo que el fallecimiento se había dado entre uno y cinco días después de ser abandonada por la privación de agua y alimento. Esa madrugada, ya del día 1 de diciembre, la joven fue detenida por agentes del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional.

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